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¿Podemos vivir juntos?

Una conversación con Jean Paul Mongin y Boris Pfeiffer, autores de literatura infantil y juvenil, permite entender las complejidades del género.

Steven Navarrete Cardona
08 de marzo de 2015 - 02:00 a. m.
Boris Pfeiffer y Jean Paul Mongin han hecho de los niños el eje central de sus vidas e impulsan proyectos sociales en beneficio de los menores. / Pamela Aristizábal
Boris Pfeiffer y Jean Paul Mongin han hecho de los niños el eje central de sus vidas e impulsan proyectos sociales en beneficio de los menores. / Pamela Aristizábal

Jean Paul Mongin y Boris Pfeiffer están sentados uno junto al otro, con sus libros sobre la mesa y renunciando a una entrevista personal como símbolo de humildad y confraternidad. De nacionalidad francesa y alemana respectivamente, pero sin un marcado acento, que nos hace intuir su origen citadino, París y Berlín.

Una pregunta difícil 

¿Cuál es la obra de literatura infantil que más le gusta del país de su vecino?

“Una pregunta difícil”, contestan en broma al unísono, en medio de risas. Sin vacilaciones, Pfeiffer afirma que Astérix el Galo, una historieta seriada creada por René Goscinny y Albert Uderzo, mientras que Mongin confiesa que su obra preferida es la de Boris.

Mongin y Pfeiffer son dos de los autores de literatura infantil más importantes de la actualidad y en sus estilos y formas muestran que la literatura infantil y juvenil no busca infantilizar a los niños, es decir, concebirlos como apéndices de la vida social y cultural de los adultos, sino plantear un espacio de reflexión en un lenguaje sencillo.

Mongin, filósofo de formación es el impulsor de la serie Les Petits Platons, Los Pequeños Platones, que retoma conceptos claves de la filosofía y los pone a disposición de los niños mediante historias amenas y una alta calidad gráfica. La serie ha resultado sumamente exitosa y ha sido traducida a 12 idiomas. En ella contempla cuentos con la vida de Marx, Sócrates, Diógenes, san Agustín, Leibniz, Rousseau, Kant, Wittgenstein, Bachelard, Ricoeur, Arendt, Heidegger y Freud, entre otros.

Con sus libros busca “que los niños puedan acercarse al mundo a través de la historia de la filosofía creando sus propios conceptos”, señaló Mongin en diálogo con El Espectador.

Por su parte, Boris Pfeiffer es, junto con André Marx, el impulsor de la serie La Pandilla Salvaje, que se ha convertido en una de las más vendidas en Alemania. Cuenta con más de 40 libros publicados y sus guiones han sido adaptados a la pantalla grande, siendo galardonado en diversas ocasiones. Pfeiffer dice que la pregunta central detrás de su obra protagonizada por un grupo de animales que vive diversas aventuras es cómo podemos vivir juntos, cómo es posible crear una sociedad armoniosa en la diferencia.

Preguntas que son centrales en la obra de pensadores como Alain Touraine y Ulrich Beck, y también cruciales actualmente, especialmente en Europa, donde la islamofobia, la xenofobia y el racismo, así como el terrorismo y la crisis económica, han impactado profundamente la forma en que los habitantes del continente se han venido relacionando con el mundo.

¿Qué tan importante es lo visual?

Tanto Pfeiffer como Mongin son cuidadosos con las ilustraciones de sus libros. Para Pfeiffer, por ejemplo, es clave discutir la portada de cada cuento con los editores y no dejarlo únicamente a la elección de los diseñadores gráficos. Mongin, por su parte, elige cuidadosamente quién va a ilustrar los libros de la colección que dirige. Por supuesto, si bien no hay que juzgar un libro por su portada, prefiere que las carátulas de sus libros tengan una tapa ingeniosa y atractiva a una aburrida.

Literatura infantil y juvenil, ¿no apta para adultos?

Mientras Pfeiffer señala que su obra llega a casa gracias a su lenguaje sencillo y principalmente por petición de los niños, Mongin reconoce que sus libros llegan a los hogares en muchas ocasiones por el interés de los padres y hermanos mayores que ya han tenido contacto con la filosofía y las ciencias sociales y que se sorprenden al ver a Marx o a Ricoeur por fuera de los escenarios académicos convencionales, representados con dibujos bonachones que eluden los rígidos retratos que se pueden encontrar en la solapa de un libro académico. En nuestro país las obras de los autores son publicadas por  Panamericana Editorial.  

La literatura infantil en Colombia

Según explica María Osorio, directora de la empresa Babel Libros, encargada de todos los aspectos de la producción, difusión y comercialización del libro infantil y juvenil en Colombia, si bien la producción de la literatura para niños siempre ha existido en el país, apenas en la década de los ochenta surgieron editoriales especializadas, con la aparición mucho más continua de la edición y la impresión locales. En los años setenta lo que se podía conseguir en Colombia era en su mayoría libros importados.

snavarrete@elespectador.com

Por Steven Navarrete Cardona

 

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