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¿Por qué no perderse ‘'Interstellar'?

Orientado por Kip Thorne, genio de la física moderna, el director se atreve a llevar al cine uno de los fenómenos más complejos del universo: los agujeros negros.

Angélica María Cuevas Guarnizo
27 de noviembre de 2014 - 12:21 p. m.
Treinta expertos en computación trabajaron un año bajo la asesoría del científico Kip Thorne para obtener la representación más exacta de un agujero negro.  / Paramount Pictures
Treinta expertos en computación trabajaron un año bajo la asesoría del científico Kip Thorne para obtener la representación más exacta de un agujero negro. / Paramount Pictures

El director inglés Christopher Nolan regresó para poner a prueba, una vez más, nuestra curiosidad. En 2010, cuando nos entregó Inception (El origen), obligó a muchos a repetirnos la trama (y mejor si era en cine) para comprender cómo un grupo de tipos habían insertado en la mente de un joven millonario la idea de acabar con su emporio económico. Nolan nos hizo creer que en el futuro sería posible trasgredir nuestro subconsciente navegando profundas escalas de los sueños y fue evidente que el público agradeció su osadía.

Este año, después de haber concluido la aplaudida trilogía de Batman, Nolan vuelve con Interstellar, una propuesta de ciencia ficción mucho más arriesgada en la que se aventura a llevar al cine algunos de los fenómenos cósmicos más complejos del universo.

Luego de que los excesos del hombre han vuelto la Tierra un lugar invivible, un grupo de humanos comandados por la Nasa y afanados por encontrar posibles planetas habitables se lanza hacia un viaje espacial que incluye travesías por agujeros de gusano que conectan la Vía Láctea con otra galaxia (algo que en teoría podría ser posible) y también el contacto con un agujero negro: Gargantúa, un impactante fenómeno cósmico que termina transportando al protagonista, el astronauta Joseph A. Cooper (Matthew McConaughey), hacia una dimensión desconocida, en una escena que podría ser recordada como una de las secuencias cinematográficas más complejas de los últimos años.

Ningún humano había visto una representación tan fiel de un agujero negro. Guiado por el estadounidense Kip Thorne —genio de la astrofísica moderna y quien le habla al oído al gobierno de Obama sobre los posibles rumbos de sus políticas espaciales—, el equipo de Nolan logró simular lo que hasta ahora había sido inalcanzable: por primera vez los cientos de páginas publicadas por Thorne con teorías sobre el comportamiento de los agujeros negros se resumieron en ese imponente cuerpo capaz de tragarse todo lo que se le acercara. Gargantúa, en palabras del mismo Thorne, encarna una comunión casi perfecta entre un científico y un grupo de artistas de la computación.

Durante un año el cosmólogo, compañero y amigo de Carl Sagan y Stephen Hawking, trabajó junto al supervisor de efectos visuales Paul Franklin y 30 expertos en computación para convertir sus modelos matemáticos (ligados a términos tan complejos para la mayoría de mortales como relatividad, singularidad y curvaturas del espacio) en Gargantúa. Fue tal la precisión obtenida que el astrofísico de 74 años trabaja justo ahora en la publicación de dos artículos científicos donde describirá cómo lograron componer la radiografía más auténtica de uno de los objetos más extraños del universo.

Aunque Interstellar obliga a cualquier espectador a pensar demasiado, pues a la trama sobre el fin de la Tierra se unen diálogos cargados de teorías científicas de alto turmequé capaces de sembrar dudas hasta en el profesor de física más aplicado, la intención de convertir la pantalla de cine en un escenario de divulgación científica protagonizado por un equipo de astronautas sensibles, al fin y al cabo mortales, resulta fascinante.

“A diferencia de otras películas de ciencia ficción que pretenden sorprender a los espectadores uniendo una teorías científicas de aquí y de allá (podría mencionar Solaris), desde el principio Thorne y Nolan acordaron que en Interstellar nada violaría lo establecido por las leyes físicas. Así que en esta película se tratan términos complejos, pero ninguno se aborda a la ligera. Esta es una representación delicada de la ciencia”, dije el astrofísico colombiano Juan Diego Soler, investigador del Instituto de Astrofísica Espacial (IAS) en Orsay (Francia).

“El objetivo de la ciencia es generar preguntas y está bien que salgas de cine con la sensación de que debiste poner más atención a tu clase de física. No tienes que entenderlo todo. Nadie va a salir con un doctorado en astrofísica después de ver Interstellar. Aunque estudié relatividad general, lo que encontré en la pantalla me despertó muchas dudas que quiero resolver. Celebro que la trama se mantenga en un nivel en el que te puedes divertir y a la vez te aviva la curiosidad. Esa es la ganancia para la divulgación científica: que por el precio que pagas por una boleta de cine vas a pasar unos días, o tal vez un mes, intentando aprender más sobre lo que viste en la pantalla”, concluye el científico colombiano.

 

Por Angélica María Cuevas Guarnizo

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