Publicidad

Por primera vez pisaremos un cometa

Hoy el mundo será testigo de uno de los hechos astrofísicos que harán historia. La sonda espacial Rosetta aterrizará sobre la superficie de una de estas rocas de hielo. La misión permitirá develar los secretos del inicio de la vida.

Sergio Silva Numa
12 de noviembre de 2014 - 03:23 a. m.
La sonda Rosetta de la Agencia Espacial Europea.
La sonda Rosetta de la Agencia Espacial Europea.

Imagine lo siguiente: usted está montado en una motocicleta en la cual recorre una carretera colombiana, con todos sus accidentes geográficos. Imagine que tiene que ir a una velocidad descomunal que apenas le permite esquivar un par de baches y que, además, debe alcanzar un camión que viaja con gran rapidez. Ahora, lo que debe hacer después de llegar y estar a su lado por un tiempo es pegar un brinco para el que antes debe calcular con extrema precisión el lugar donde va a caer. No puede equivocarse ni un solo milímetro. Tiene que ser exacto en el sentido más estricto de la palabra. De lo contrario perderá su único chance y habrá asumido un riesgo que, en caso de equivocarse, le costará la vida.

Tal vez la analogía resulte efectiva para entender la maniobra que hoy debe realizar Rosetta, la nave de 3.000 kilogramos que se ha robado la atención de todos los medios de comunicación y que, si todo sale como lo ha previsto desde hace décadas la Agencia Espacial Europea (ESA), nos ayudará a entender el origen de la Tierra y del sistema solar.

Las proporciones, claro, distan mucho de la realidad. Lo equiparable, en términos de tamaño, sería comparar el cometa (cuyo nombre es 67P/ Churyumov-Gerasimenko) con un avión Airbus 300. Y Rosetta con un simple halcón. Un halcón que fue creado en 1994 y lanzado al espacio por la ESA en marzo de 2004. Desde entonces ha tenido que dar cinco vueltas completas al sol pasando cerca de la Tierra y de Marte un par de veces. Eso con el fin de ganar el impulso necesario usando la gravedad de los planetas y alcanzar aquel inmenso avión que vuela a 55.000 kilómetros por hora. Desde el pasado 6 de agosto marchan juntos, uno al lado del otro, a la misma velocidad. 

‘Los hallazgos apenas empiezan’ 

Desde ese día, Juan Diego Soler, astrofísico colombiano que trabaja en la ESA y a quien pertenece la analogía del primer párrafo, le había hablado a El Espectador sobre la importancia de este complejo aterrizaje. Desde París nos había explicado por qué iba a ser un hito en la exploración del universo. Su frase de despedida resumía la razón por la cual el mundo estaría atento en noviembre de lo que iba a pasar con la sonda: “Los verdaderos descubrimientos ya pueden empezar”.

De hecho, el nombre con el que bautizaron la nave ya da muchas pistas sobre lo que se espera. Rosetta también es el nombre de la piedra descubierta en el Nilo en 1799 y que permitió la interpretación de los antiguos jeroglíficos egipcios.

“Aterrizar por primera vez en un cometa es como entrar en una cápsula de tiempo. Esa piedra, que es un pedazo hielo y de polvo interestelar (es decir, partículas de carbono y de silicio), se formó cuando no había Tierra, ni Júpiter, ni Marte, ni nada. Exactamente hace 4.700 millones de años. Entonces tiene una composición que no ha sido alterada y que seguramente nos va a dar pistas sobre cómo empezaron a crearse los planetas, sobre cómo comenzó a constituirse el sistema solar”, dijo Soler.

Por eso, la ESA ha planeado desde hace más de una década la maniobra que hoy va a llevar a cabo. De ésta depende un extenso proceso de cálculos milimétricos que han permitido, entre otras cosas, que Rosetta permaneciera en el espacio 957 días en hibernación y despertara a principios de agosto para navegar a la altura del cometa.

Hoy, a eso de las 3:35 a.m. (hora colombiana) arrancará el último viaje, que durará apenas siete horas. De la nave se desprenderá un aparato del tamaño de una nevera y cuyo peso no supera los 100 kilogramos. Su nombre: Philae. Deberá descender a 0,18 metros por segundo para cruzar los 22 kilómetros que lo separan del cometa. Cuando haya recorrido esa distancia sus tres patas se fijarán a una zona de un kilómetro cuadrado, medianamente plana pero rodeada de piedras que parecen casas, que por concurso fue bautizada Agilkia.

En teoría deberá hacerlo a las 10:35 a.m., pero la Tierra sólo lo sabrá 28 minutos y 20 segundos después, que es lo que tarda una imagen en llegar a nuestro planeta desde los 500 millones de kilómetros que nos separan de Rosetta.

“La planificación de ese aterrizaje se viene haciendo desde hace diez años. La parte técnica va a ser un éxito. No se puede cometer el más mínimo error”, cuenta Soler.

Si todo sale como está planeado y no se le da lugar a una sola distracción, como sucedió en 1986 cuando la nave Giotto apenas pudo tomar unas fotografías del cometa Halley, Philae, con su sofisticada tecnología y sus diez instrumentos, entre los que hay cámaras y taladros, será clave para develar algunas teorías que rondan la formación de la Tierra. Por ejemplo, que las primeras moléculas orgánicas llegaron a nuestro planeta a bordo de un cometa y encontraron condiciones necesarias para dar origen a la vida.

Quien prefiera estar al tanto de lo que pase hoy antes de que en Colombia amanezca, se transmitirá en tiempo real lo que sucede al interior de la ESA. Su página es www.esa.int.

 

 

ssilva@elespectador.com

@sergiosilva03

Por Sergio Silva Numa

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar