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Reunión Santos - Chávez: ¿Ideología o pragmatismo?

El presidente Juan Manuel Santos se reúne este viernes en Cartagena con el mandatario venezolano. Comercio, turismo, infraestructura y proyectos sociales y energéticos dominan la agenda.

Ronal F. Rodríguez*/Especial para El Espectador
01 de abril de 2011 - 02:00 a. m.

Hace poco más de tres años, Venezuela se perfilaba como un actor de peso en América Latina. 2006 y 2007 fueron quizá sus años más activos en el escenario internacional. En 2006 midió fuerzas con Estados Unidos en la ONU y después de 47 rondas de votaciones en las que disputó con Guatemala, candidato de EE.UU., el puesto rotativo del Consejo de Seguridad, en la ronda 48 se eligió a Panamá como una tercera opción ante el evidente bloqueo. En ese proceso, Venezuela hizo uso de su diplomacia petrolera como herramienta de política exterior al influir en las votaciones de aquellos países que se beneficiaban de programas como Petrocaribe.

En 2007 retó nuevamente el poder de EE. UU. al organizar una gira paralela a la del entonces presidente norteamericano George W. Bush por la región. Igualmente lo hizo con Brasil, al adelantar otra gira paralela a la del entonces presidente Luiz Inácio Lula da Silva. Venezuela buscaba un puesto en la relación de fuerzas en América Latina y, con Argentina disminuida internacionalmente, México absorto en la lucha contra el narcotráfico, Brasil ávido de energía y EE. UU. enfrascado en la guerra contra el terrorismo, encontró el espacio para actuar con libertad en la región.

Pero las cosas cambiaron en 2008, con la caída de los precios internacionales del petróleo y el descubrimiento de grandes yacimientos en Brasil. La política exterior venezolana, sustentada en el recurso mineral, se fue desdibujando. La situación se agravó por el enfrentamiento con el entonces presidente de Colombia, Álvaro Uribe. Venezuela pasó de ser un actor propositivo en América Latina a convertirse en un factor problemático junto a Colombia. Los proyectos de desarrollo e integración en la región se vieron bloqueados por la confrontación colombo-venezolana y las diferentes cumbres de países latinoamericanos se desgastaban tratando de solucionar la querella entre Chávez y Uribe.

Hoy, cuando el capítulo Uribe parece cerrado y la relación colombo-venezolana se sigue recomponiendo, el presidente Chávez busca recuperar el protagonismo que años atrás caracterizó a su país como un actor latinoamericano y Colombia juega un doble papel para dicho propósito. Por un lado, mantener una relación armónica con nuestro país, a pesar de las diferencias ideológicas, le representa poder priorizar la agenda internacional en temas que le signifiquen un protagonismo positivo y no negativo, como lo fue en los dos últimos años.

Y por el otro lado, recuperar la relación con Colombia en el mediano plazo le puede significar revivir el proyecto energético de Petroamérica —que pretende integrar las empresas petroleras estatales de América Latina y del Caribe para que inviertan conjuntamente en exploración, explotación y comercialización de petróleo y gas natural—, bloqueado por los nuevos yacimientos de Brasil, y revitalizar la diplomacia petrolera. Colombia es fundamental para desarrollar el proyecto energético venezolano, la salida al Océano Pacífico y la posibilidad de llegar al sur con una red de oleoductos y poliductos es un imperativo.

Con el encuentro de los presidentes Juan Manuel Santos y Hugo Chávez, hoy en Cartagena, en el marco de una gira que adelanta el segundo por países amigos, el mensaje es claro: si la política exterior de Venezuela se sostiene sobre una serie de premisas ideológicas, no descarta el pragmatismo para la consecución de sus intereses. Y para Venezuela es más conveniente tener una buena relación con Colombia, como también lo es para Colombia. Sin embargo, el camino es largo y aún son muchos los temas pendientes en la agenda bilateral.

Antes de terminar no sobra decir que la confrontación con Colombia tuvo unos costos políticos y económicos muy altos para Venezuela, costos que no puede permitirse el presidente Chávez de cara a los comicios electorales del próximo año. Colombia es por naturaleza la despensa y el proveedor industrial de Venezuela. Importar alimentos y productos de otros países tiene un doble costo para el gobierno del vecino país, tanto en tiempo como en los precios, sin descontar que un país como Argentina, con el cual pretendía cubrir parte de sus necesidades, atraviesa una fuerte crisis productiva. Chávez, que es un estratega electoral, sabe que debe evitar el desabastecimiento porque el “pueblo” no vota igual con hambre o con el carro varado.

Libia, posturas encontradas

Durante su gira por Suramérica, el presidente venezolano Hugo Chávez calificó de “locura extrema” la intervención en Libia, autorizada por la resolución 1973 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y que fue aprobada el 17 de marzo con 10 votos a favor, entre ellos el de Colombia, y cinco abstenciones. El Gobierno colombiano, en cabeza del embajador Néstor Osorio, asume a partir de hoy la presidencia rotativa del organismo, lo que implica que hasta el 1° de mayo será la representación colombiana la que deberá sortear la actual situación de crisis que se afronta en territorio libio. Ayer, el embajador venezolano ante la ONU, Jorge Valero —en representación de varios países, entre ellos Cuba, Ecuador, Bolivia y Nicaragua—, le entregó una carta al Consejo en la que pide de manera urgente “resolver el conflicto en Libia de una manera pacífica y sostenible”. Seguramente en privado los presidentes Santos y Chávez abordarán este espinoso tema.

 *Politólogo, investigador del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario.

Por Ronal F. Rodríguez*/Especial para El Espectador

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