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Lo que se necesita para salvar al cerro de La Popa de la deforestación, en Cartagena

Uno de los símbolos de Cartagena, diezmado por la deforestación y la invasión de terrenos, guarda la esperanza de reverdecer gracias al trabajo conjunto de la comunidad, entidades ambientales y el Distrito.

Jairo Andrés Cárdenas A.
29 de agosto de 2016 - 05:00 p. m.
El convento de La Popa, construido en 1612, le da su nombre al cerro que se levanta en medio de Cartagena. / Ecopopa
El convento de La Popa, construido en 1612, le da su nombre al cerro que se levanta en medio de Cartagena. / Ecopopa

El cerro de La Popa tiene miedo. Años de deforestación amenazan con hacerle perder el verde natural que durante cientos de años se ha levantado sobre Cartagena y contrasta con el azul del Caribe. La Popa muere ante los ojos de toda una ciudad y pocos hacen algo por rescatarla, a pesar de que su potencial turístico promete convertirla en un atractivo más de la histórica capital de Bolívar.

La pobreza se ha tomado a la fuerza lo que por derecho es de la naturaleza, pero cómo culpar a una familia sin techo por querer ocupar un terreno que parece olvidado por el Estado, quizás tan olvidado como ellos mismos. Con machetes, cierras, palas y fuego, decenas de familias se abren paso entre la vegetación y construyen pequeñas casas de madera sin importar el riesgo de un deslizamiento de tierra a causa de la erosión. La Popa muere y amenaza con llevarse a las mismas familias que la matan por necesidad.

Rafael Zúñiga, director de Ecopopa, fundación que vela por el cuidado ecológico y el desarrollo turístico del cerro, fue el primero que alertó sobre los peligros de la deforestación en La Popa y el riesgo que corrían las familias invasoras. Por más de nueve años ha trabajado por recuperarlo y durante los mismos ha visto cómo desaparecen los árboles que la mantienen en pie.

“El verde de La Popa desaparece poco a poco y las acciones de los políticos y la misma comunidad no son más que paños de agua tibia para este gran problema ecológico. Recuerdo que cuando niño subía al cerro y jugaba con mis amigos a ver hacia el barrio Manga y encontrar una casa entre tantos árboles. Hoy mis nietos juegan a encontrar un árbol entre tantos edificios. Cartagena se queda sin vegetación y La Popa parece condenada a seguir los mismos pasos”, narra Zúñiga, quien ha tocado las puertas de entidades como el Establecimiento Público Ambiental de Cartagena (EPA), alcaldías locales, empresas, universidades, fundaciones y medios de comunicación.

Según informa el director de Ecopopa, actualmente hay más de 19 hectáreas deforestadas, la mayoría en sectores declarados como de alto riesgo. La recuperación ambiental de la zona obliga, aparte de reubicar a las familias invasoras, la siembra de más de 47.000 árboles, 2.500 por hectárea.

Por algo se empieza

El EPA da los primeros pasos hacia la arborización de La Popa con el anuncio de la plantación de 800 árboles para finales del 2016, un número pequeño comparado con los que se necesitan, pero que marca un punto de partida hacia la recuperación ambiental de uno de los íconos de la ciudad.

Según su directora, María Angélica García Turbay, desde el EPA se están adelantando varios proyectos para mitigar el daño ambiental y rehabilitar el cerro. Los más sobresalientes son el proceso de reforestación y la inclusión de jóvenes en riesgo como guardianes de La Popa.

“A corto plazo sembraremos 800 árboles que compactarán el terreno y servirán como una capa vegetal para mitigar el riesgo de remoción en masa. A mediano y largo plazo sembraremos más, pero eso está en fase de diagnóstico, porque debemos determinar en qué sectores se necesita y cuáles se verían afectados. La participación de la comunidad es importante y por eso adelantamos un trabajo social para que los jóvenes en riesgo de las faldas de La Popa se conviertan en guardias ambientales y ayuden a proteger el ecosistema”, concluye García.

Según declaró el EPA, las personas que figuran como propietarias de terrenos en La Popa también deben ejercer control sobre ellos para evitar la invasión y la deforestación, pues son los principales responsables del cuidado del ambiente.

Familias en riesgo

Aunque es cierto que los grandes responsables de la deforestación en La Popa son los invasores, hay que recordar que en su mayoría son personas humildes que se han visto forzadas a tomar estos terrenos por la necesidad de construir una vivienda para sus familias, a pesar de poner en riesgo sus vidas ante la posibilidad de un deslizamiento de tierra.

Laura Mendoza, directora de la Oficina de Gestión de Riesgo de Cartagena, indica que un estudio del 2014 identificó que al menos 1.200 personas habitaban en zonas de alto riesgo, pero este número habría descendido en los últimos años gracias a procesos de reubicación. Aunque no existe un dato exacto, se estima que por lo menos 100 familias continúan en La Popa y cada día llegan más.

“Las alcaldías de las localidades 1 y 2 han hecho diversos procesos de desalojo y han sido reubicadas más de 300 personas en esta administración. Sin embargo, la gente continúa invadiendo estas zonas de alto riesgo motivada por la necesidad, y termina debilitando aún más la tierra. En este momento existe un megaproyecto para el cerro de La Popa, pero lastimosmente no se ha puesto en funcionamiento por falta de recursos. Esta iniciativa contempla varios aspectos, como la construcción y el mantenimiento de muros de contención, gestionar una vivienda digna para los invasores, mayor seguridad por parte de la Policía para que las zonas desalojadas no vuelvan a ser invadidas y un componente ambiental para fortalecer la tierra gracias a la siembra de más vegetación”, concluye Mendoza.

Por Jairo Andrés Cárdenas A.

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