Una cita con el destino 75 años después de la Segunda Guerra Mundial

Este 17 de septiembre a la 1:01 de la tarde un anciano de 98 años saltará de un avión C-47 en el mismo lugar donde lo hizo hace 75 años para liberar a Europa de los nazis.

Daniel Manrique Castaño / Especial para El Espectador
17 de septiembre de 2019 - 03:01 p. m.
Daniel Manrique
Daniel Manrique

Se trata de Jim “Pee Wee” Martin, un veterano de guerra que viene preparando la que, dice, podría ser su última hazaña en la vida. Cuando terminó la guerra, “Pee Wee” no quería saber nada más del ejército, hasta que en 1998 se estrenó la película de Steven Spielberg “Rescatando al soldado Ryan”. En ese momento, señala, volvieron muchos recuerdos a su mente, y empezó una activa participación para contarle a la gente de más de 40 países lo que había sido su experiencia en la Segunda Guerra Mundial. 

Por razones de salud, “Pee Wee” no pudo hacer su valeroso acto el verano pasado en Normandía, pero preparó todo para este martes 17 de septiembre, en medio de la conmemoración de la operación Market Garden que comenzó el sábado 14 de septiembre cuando un grupo de aficionados y coleccionistas de vehículos militares partieron de la ciudad belga de Leopoldsbrug con destino a la ciudad holandesa de Veghel.

El recorrido de aproximadamente 80 kilómetros se presenció como un emblemático desfile en cada uno de los pequeños pueblos que se atravesaban en la ruta. En Veghel, las calles estaban atestadas de personas al lado y lado de la carretera por donde se esperaba que aparecieran los vehìculos militares encabezados por un blindado británico. En algún lugar del recorrido se ubicó una tarima con dos o tres docenas de veteranos de la operación Market Garden.

A finales del verano de 1944, el general Dwight Eisenhower tenía la esperanza que para antes de navidad las fuerzas aliadas estuvieran celebrando su victoria sobre la Alemania Nazi en las calles de Berlín. El desembarco en las playas de Normandía en el norte de Francia, el 6 de junio del mismo año, había sido una victoria estratégica sin precedentes. Los aliados querían ahora dar una estocada mortal y adentrarse en los territorios teutones solamente tres meses después de poner el pie en territorio francés. Para llevar a cabo este sueño, el comando aliado planeó la operación Market Garden, que buscaba asegurar una serie de cruces fluviales en Holanda para llegar finalmente a la cuenca del río Rhin en la ciudad holandesa de Arnhem. A través del Rhin, los aliados podrían adentrarse en la zona industrial alemana, y llegar a importantes ciudades como Essen, Düsseldorf y Colonia.     

El general inglés Bernard Montgomery, comandante en jefe de la operación, fijó la invasión de holanda para el 17 de septiembre de 1944. Market Garden consistía de dos partes. Market, sería la operación aerotransportada más grande de la guerra e involucraba a unidades de paracaidistas estadounidenses, ingleses, polacos y canadienses. Cerca de 35.000 hombres (el doble de los que saltaron en Normandía) tenían la misión de aterrizar en sitios estratégicos para asegurar los puentes por los que entrarían los cuerpos de blindados aliados que conformaban la otra parte de la operación, Garden. La operación se considera un fracaso, debido a que los aliados, a pesar de liberar ciudades holandesas como Eindhoven y Veghel, no pudieron arrebatarle el control de la cuenca del Rhin a las aguerridas divisiones Panzer alemanas.  

“No fracasamos”

En el palco de los veteranos Jim “Pee Wee” Martin dijo a través de un micrófono que “he querido venir aquí porque siempre que pensamos en la Segunda Guerra Mundial, pensamos en el día D. Sin embargo, Market Garden fue muy importante. Lo que hicimos aquí fue tan importante como lo que hicimos en Francia. Hoy estoy aquí porque quiero poner este lugar en el mapa”.

Recordó que ya había saltado desde un paracaídas el Día D y después lo volvió a hacer en Eerde, cerca al sitio de la conmemoración. “Se dice que Market Garden fue una misión fallida. Yo creo que eso no es verdad. ¿Sabe por qué? Porque cuando llegamos aquí la gente nos esperaba con flores y con comida. Bailaban en las calles, felices porque nosotros llegamos. Nosotros teníamos que seguir avanzando hacia nuestros objetivos, pero la gente no nos dejaba. Nos abrazaban y las mujeres trataban de besarnos (risas). Ver la alegría de tantas personas me hace pensar que no fracasamos”, dijo en medio de los aplausos de los asistentes. Después añadió “La gente de este país es maravillosa. ¿Quieren saber algo? cuando llegamos aquí ese soleado domingo, nos recibieron niños de 14 o 15 años, que recogían armas del campo y querían pelear con nosotros. Uno de ellos hablaba tan fluido el inglés, que se convirtió en el intérprete oficial de toda la división. Él estuvo con nosotros hasta que murió por fuego de ametralladora. También había niñas de 13 o 16 años que pasaban los puestos de control alemanes para informarnos cómo estaban organizados y cuántos eran. Eso nos ayudó mucho durante Market Garden. Ellas sabían que arriesgaban su vida, porque cuando los alemanes las descubrían, les disparaban en el acto. En una ocasión, en uno de los eventos conmemorativos en los que estuve, una de ellas dijo que no tuvo miedo por lo que hizo, y que si tenía que volverlo a hacer, lo haría nuevamente porque ese es el espíritu holandés”

 

 

“Sólo cumplíamos órdenes”

Cerca de allí se encontraba en su silla de ruedas Reymond Wallace con la mirada puesta en el desfile de vehículos. Tenía 19 años cuando se produjo el desembarco aliado en Normandía en 1944. “Salté en el día D cerca de la playa Utah. Lo primero que recuerdo es que yo estaba saltando de un avión a la una y media de la mañana. Al avión le habían disparado y un motor estaba en llamas. Tuvimos que saltar antes de la planeado. El avión iba muy rápido; estaba cayendo muy rápido. Cuando salté y se abrió el paracaídas sentí un dolor muy fuerte en mis hombros que no se me quitó hasta muchos meses después. Mi misión era asegurar un terreno entre las ciudades de Carentan y Sainte-Mère-Église (en Francia) para evitar que los alemanes que estaban en las playas de Normandía recibieran refuerzos. Como saltamos antes, estábamos perdidos. Solo nos pudimos reunir seis de nosotros. Nos hicimos en una carretera y escuchamos que al otro lado estaban los alemanes. Estuve cuatro horas disparando con una ametralladora Browning para evitar que ellos pasaran por ahí.

Con la mirada puesta aún en los carros del desfile afirmó que los alemanes eran buenos luchadores (fighters). “Ellos hacían su trabajo, y yo hacía el mío. Eran jóvenes como nosotros. Si nos hubiéramos cruzado en la calle, pudimos haber sido amigos. La culpa de todo lo que estaba pasando no era de ellos. Ellos cumplían órdenes como nosotros”, dijo. Después añadió, “cuando yo vengo a estos eventos, la gente piensa que yo soy en héroe. Nunca me he considerado uno. Creo que ninguno de los que estamos aquí (los veteranos), lo somos. Yo solamente tuve suerte e hice mi trabajo lo mejor que pude. Me siento orgulloso por haber dado lo mejor de mí en ese momento”.

En medio de sus recuerdos nos contó sobre el día que lo capturaron los alemanes. “En Market Garden me capturaron. Yo tenía que brindar apoyo a las unidades de los británicos en Arnhem, pero nos emboscaron y me capturaron. Me llevaron a un campo de prisioneros cerca de Leipzig. Allí, me preguntaron que yo que hacía, que a qué me dedicaba. Dije que era granjero. Entonces, me pusieron a cultivar. Estuve ahí cerca de 8 meses. Después, un día, nos despertamos y no había ningún guardia en la prisión. Habían escapado para ir a entregarse a los americanos. Los rusos estaban cerca, y los alemanes preferían ir para el otro lado para que los capturaran los americanos y no los rusos. Cuando el ejército rojo llegó a la prisión, nos mantuvieron ahí encerrados, esperando a que llegara nuestro ejército. Después llegaron los blindados americanos, lo rusos se fueron y nos dejaron libres. Recuerdo que el conductor de un camión me llamó y me ofreció vino. No nos conocíamos, pero resultó ser que éramos vecinos. Vivíamos en el mismo barrio, en Pensilvania, Estados Unidos. Terminada la guerra, el joven veterano se radicó en Lancaster, Inglaterra, y trabajó 40 años para una firma constructora de carreteras.

A sus 94 años, Reymond Wallace batía con devoción la pequeña bandera de holanda que tenía en sus manos. Cuando alguno de los aficionados participantes del desfile pasaba frente a él con vestimentas o parches de la 82 división aerotransportada, realizaba el saludo militar y gritaba orgullosamente airborne (aerotransportada). Al final, el veterano nos dijo que el próximo año estaría en el mismo lugar,y que podíamos venir a saludarlo.

El próximo sábado 22 de septiembre, el convoy de vehículos seguirá su ruta desde Veghel hasta Nijmegen, en el norte de Holanda. La conmemoración de Market Garden finalizará con un salto de exhibición, donde decenas de paracaidistas saltarán de viejos C-47 de la Segunda Guerra Mundial, tal como se hizo aquel otoño de 1944. La próxima cita será el 13 de diciembre en Bastogne, Bélgica, donde se conmemoran los 75 años de la batalla de las Ardenas que tuvo como protagonista a la unidad aerotransportada 101, recreada en la famosa serie de HBO Band of Brothers.

Por Daniel Manrique Castaño / Especial para El Espectador

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