Una iniciativa para salir de la pobreza y emprender

Entrenar en habilidades de liderazgo y contables a personas de bajos recursos, víctimas de la violencia y mujeres cabeza de hogar es el objetivo del programa que nació en 2016 y ya está dando resultado.

María Alejandra Moreno T
18 de noviembre de 2018 - 08:09 p. m.
/Getty Images
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La tasa nacional de desempleo en el trimestre de julio a septiembre de este año fue el 9,5 %, según datos del DANE. Esta realidad representa un reto para el Gobierno, el sector privado y las ONG que buscan mejorar la calidad de vida de las personas y romper ese círculo de pobreza extrema. En este contexto, en 2016 desde el Departamento Administrativo para la Prosperidad Social (DPS) se creó el programa “Mi Negocio”, una iniciativa que busca que los colombianos en situación de vulnerabilidad accedan a entrenamiento para adquirir habilidades y poder emprender. 

El programa tiene dos etapas. Primero se hace una convocatoria para que se inscriban personas que ya tienen una unidad productiva o una idea de negocio. Luego, se revisan las propuestas y las que tengan el potencial para ser sostenibles se eligen para empezar un entrenamiento que dura tres meses. “Recibimos más de 3.000 propuestas para cien cupos que abrimos. Siempre vemos buenas ideas y eso es lo que nos motiva a seguir y a darles las herramientas que garanticen conocimientos empresariales”, dice Jaime Borrero, director de Inclusión Productiva Administrativa para el DPS. 

Conocimientos que adquieren las personas en clases, cuatro horas a la semana, en las que ven temas como, por ejemplo: costos, construcción de plan de negocio, oferta de valor, relaciones públicas y habilidades blandas, incluyendo comunicación asertiva y trabajo en equipo. Dependiendo de si las personas ya tienen su negocio en funcionamiento, los acompañan a hacer un plan de mejora o quienes tienen su idea la empiezan a desarrollar, registrarse en la Cámara y Comercio y encontrar aliados que pueden ser futuros proveedores.

El programa es práctico y además permite que quienes participan puedan entender las historias de otros, identificar oportunidades y volver a soñar. “Esto fue como caído del cielo. Una amiga me dijo de las inscripciones y allá fui”, recuerda Irlanda Moreno, una artesana del Valle del Cauca, quien sufrió los estragos de la guerra y tuvo que desplazarse desde la vereda Toro hasta Cali y empezar de cero. Irlanda es una mujer que con su voz transmite energía y una alegría que contagia. Entre risas destaca que en Toro se casó y allí se separó. Esa experiencia, dolorosa, le enseñó que podía seguir adelante con sus conocimientos y darles un mejor futuro a sus hijas. 

Artesana, emprendedora, comerciante y en ocasiones chef fueron las oportunidades que la vida le puso para obtener dinero. Pero su verdadera pasión es tejer, un legado que le dejó su familia y que Irlanda quiere compartir. “Yo les enseño a madres cabeza de hogar a bordar, les digo vengan y aprendan. Quiero dejarles mi legado, que puedan sacar adelante el negocio, sus familias, pero en el proceso me he dado cuenta de que lo que nos falta son insumos para trabajar pero que con ‘Mi Negocio’ vamos a adquirir”.

En el programa, después de capacitar a las personas, deben sustentar el proyecto delante de un jurado y si lo aprueban reciben los insumos que necesitan. Por ejemplo, Luis Alberto, un embellecedor de zapatos como él dice, al presentar su emprendimiento les dijo a los mentores del DPS que necesitaba una tablet para que mientras él embetuna los zapatos de los clientes estos puedan leer las noticias o información de su interés y así aprovechar el tiempo. Irlanda y su grupo de mujeres necesitan máquinas e hiladoras. “Los insumos que damos son para potenciar el negocio y que sea más productivo. Nunca les damos dinero en efectivo”, afirma Jaime Borrero. 

Para los que apenas van a empezar el negocio, también hay un presupuesto para que pongan en marchan la actividad productiva. “Mi idea de negocio es recreación y aprovechamiento del tiempo libre. Recibí capacitación y ahora estoy esperando los inflables y algunos juegos”, dice Beatriz Elena Rayo, una enamorada del arte, quien reconoce que el programa y las inducciones fueron una herramienta para empoderar, creer en su talento y proyectarse para el futuro, además una buena oportunidad para hacer redes de negocios.

Una de las características del programa es que, antes de hacer la convocatoria, hay un trabajo de campo en el que hacen un estudio de mercadeo y así identifican las necesidades de las personas y el departamento para elegir las propuestas más viables. Además, con el socio implementador acompañan a las personas a redireccionar sus proyectos, acercarse al sector privado o incluso otros emprendedores para que empiecen a mover la economía entre ellos. Hasta el momento han participado más de 32.000 personas. Este año el programa cuenta con el apoyo de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo (USAID). 

“Ya tenemos un camino andado. También fui jurado de otros proyectos y me di cuenta de que tenemos tanto talento que no podemos dejar de aprovechar. Las personas están volviendo a soñar, a creer que se puede vivir diferente y es una oportunidad que no podemos dejar pasar”, puntualiza Irlanda Moreno, la tejedora que hoy deja un legado en Cali y es una líder que no se cansa de empoderar a mujeres, jóvenes y niños para que sean parte de la construcción de un país más justo y que realmente alcance la paz. Ahora el reto es que los actores públicos, privados y ONG sigan trabando en equipo para que más personas puedan emprender y salir de la pobreza. 

Por María Alejandra Moreno T

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