Si alguna vez el meteorólogo estadounidense, Juston Drake, decide escribir un libro sobre su vida, uno de los capitulos de ese texto se podría llamar: 'En el ojo del huracán Irma'.
Mientras el huracán más poderoso que ha pasado por el Atlántico tocaba tierra, Drake rompió todos los protocolos de seguridad, se bajó del vehículo y con un anemómetro de mano, midió la velocidad de los vientos del huracán que arrazó los Cayos de Florida.
En Twiiter habló de su hazaña. “Es por lejos, el viento más fuerte que he experimentado. Llegaba a una medida de 117 millas por hora (190 km/h), pero no me cabe duda de que los vientos alcanzaron fuerzas incluso mayores después de nuestra evaluación”. Los vientos alcanzaron velocidades de 215 kilómetros por hora.
Simon Brewer, colega de Drake, fue el encargado de grabar el video en el que se ve al científico a punto de ser arrastrado. Según The Telegraph, ambos científicos han enfrentado de manera similar huracanes como Katrina, Ike y Sandy.
La advertencia no es exagerada. En junio de 2013, tres protagonistas de la serie documental 'Cazadores de Tormentas', de Discovery Channel, murieron mientras registraban un tornado de categoría cuatro la región de El Reno, Oklahoma. El vehículo en el que viajaban quedó absolutamente destrozado.
Aquella vez murieron Tim Samaras, de 55 años, su hijo Paul, de 24, y el meteorólogo Carl Young, de 45.
La devastación en los Cayos de Florida
El apacible enclave turístico de los Cayos de Florida es ahora un paraje desolador por el que desfilan centenares de vehículos militares, de emergencia y obras públicas que buscan devolverle la vida a estos islotes del sur de Florida azotados por el huracán Irma.
El avance hacia el sur por la estrecha carretera US1, que conecta a esta serie de islotes con el continente, desvela un escenario de destrucción en este archipiélago castigado sin piedad el domingo pasado por el poderoso huracán de categoría 4.
Los vientos de 215 kilómetros por hora de Irma arrasaron gran cantidad de viviendas y casas móviles, y también gasolineras, avionetas, vehículos, embarcaciones, árboles y cuanto encontraron a su llegada a Estados Unidos, después de sembrar muerte y destrucción en el Caribe.
A la US1, estropeada en algunos de sus tramos al levantarse el pavimento, fueron a parar miles de escombros como árboles, ramas, enseres, muebles, lavadoras, refrigeradores, bañeras e incluso embarcaciones y casas móviles.
El panorama de devastación es aún más dramático en las estrechas cuadras (manzanas) de este alargado archipiélago, donde las viviendas aguardan a sus dueños con muy malas noticias en lo que ya ha sido considerado como una "crisis humanitaria" por el condado de Monroe, a las que pertenecen los cayos.
Entre ellas, llama la atención un complejo de tres pisos, en Islamorada, que se hundió entre la arena llevándose sus 12 apartamentos como si se lo hubiera tragado un socavón.
La destrucción es total en el 25 % de los edificios, mientras que otro 65 % resultó dañado debido a la fuerza de Irma, que al menos provocó una víctima mortal en estos islotes.
Pedro León, uno de los bomberos que entran a los vecindarios para rescatar personas que no evacuaron, dijo a Efe que calcula que el 85 % de los 85.000 residentes permanentes de los cayos salió antes de la llegada de Irma.