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Colombia, ¿país de alto desarrollo humano?

Mientras el PNUD dice que los indicadores de salud, educación e ingresos son “altos”, el Banco Mundial ubica al país como el séptimo más desigual del planeta.

Redacción Vivir
14 de marzo de 2013 - 10:00 p. m.
Aunque Naciones Unidas reconoce que los países del mundo han reducido las brechas en acceso a educación y  salud, señala que la calidad es el nuevo reto.  / EFE
Aunque Naciones Unidas reconoce que los países del mundo han reducido las brechas en acceso a educación y salud, señala que la calidad es el nuevo reto. / EFE

El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) señala que Colombia tiene un alto desarrollo humano. El país ocupa el puesto 91 entre 186, en un informe que evalúa los logros de las naciones en educación y salud, y la disponibilidad de recursos para ofrecerles a sus habitantes un nivel de vida digno.

En el Índice de Desarrollo Humano (IDH) en América Latina, Colombia se ubica en la casilla número 12, muy por debajo de Chile, Argentina, Uruguay y Cuba. Sólo supera a naciones como El Salvador, Guatemala y Bolivia. Según el informe en nuestro país los niños estudian en promedio 7,3 años, mientras el “período esperado de escolaridad” son 13,6.

Jairo Santander, docente e investigador en desarrollo y políticas públicas de la Universidad de los Andes, dice que para el caso de Colombia el índice es “engañoso”. Argumenta que los contrastes entre regiones apartadas, vistas por ejemplo en las distancias que deben recorrer los niños para ir a la escuela, el difícil acceso a programas de salud de calidad y los ingresos insuficientes para algunos sectores de la población, son la causa.

“Hay lugares donde el IDH es sumamente elevado, como Bogotá, que tiene servicios básicos para que la gente pueda desarrollar sus potencialidades. En cambio, si miramos a Chocó, La Guajira, Cesar y Nariño, las tasas son muy similares a países del sudeste asiático y de África”, dice Santander.

El último Informe Nacional de Desarrollo Humano (2011) de Colombia, que analiza la realidad de cada departamento, revela que, cuando se tienen en cuenta las diferencias en las condiciones de vida de los múltiples sectores de la población, el panorama esperanzador cambia: para 2010 el índice más alto de IDH lo tenía Bogotá (0,90), y los más bajos, La Guajira (0,69) y Chocó (0,73). Así, mientras que la capital avanzó 6 puntos en desarrollo humano desde el año 2000, los otros dos no alcanzaron a subir ni medio.

“Esto demuestra que hay una desigualdad regional importantísima —continúa el experto de los Andes—. Implica que tenemos capas de la población que están siendo excluidas de los beneficios del desarrollo económico, que no pueden alcanzar niveles básicos para potencializar sus capacidades y así lograr el bienestar”.

La brecha también se refleja en la última Encuesta Nacional de Calidad de Vida, que el DANE dio a conocer esta semana: mientras en las ciudades y cabeceras de los municipios el 35,3% de los jefes de familia se considera pobre, en el resto del país, particularmente en la región del Pacífico, la cifra asciende a 67,7%. No en vano el año pasado el Banco Mundial sorprendió con la noticia de que Colombia es el séptimo país más desigual del planeta, con niveles comparables a los de Haití y Angola.

De hecho, el informe que presentó el PNUD aclara que, pese a la buena nueva de que el ritmo de progreso en países en vías de desarrollo ha sido más rápido de lo que se pensaba, “no es deseable ni sostenible que el crecimiento del IDH esté acompañado por una creciente desigualdad”, y agrega que “nadie debería estar condenado a vivir una vida breve o miserable por ser de una clase social o país ‘equivocado’, pertenecer a una raza o a un grupo étnico ‘equivocado’, o ser del sexo ‘equivocado’. La desigualdad reduce el progreso en desarrollo humano y, en algunos casos, podría impedirlo por completo”.

Jairo Santander resalta que hablar de procesos de desarrollo no tiene el más mínimo sentido si hay desequilibrios sociales, y añade que le preocupa el hecho de que cuando la sociedad y el Gobierno vean índices tan positivos “terminen por no asimilar el problema de la inequidad como algo importante y descuiden las políticas públicas para generar bienestar”.

Por Redacción Vivir

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