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Desvistiendo a la industria textil

La organización acaba de publicar un estudio en el que demuestra que marcas como Adidas y Calvin Klein están utilizando sustancias tóxicas que pueden producir alteraciones hormonales y están contaminando los ríos.

Redacción Vivir
24 de agosto de 2011 - 08:37 a. m.

Desde el mes pasado la industria textil está en la mira de Greenpeace. Sustancias químicas que imitan a los estrógenos, capaces de alterar el balance hormonal de numerosos organismos, incluyendo los humanos, fueron halladas por la organización ecologista en prendas de marcas mundialmente vendidas como Adidas y Calvin Klein. Más aún, hace poco se denunció la presencia de estas mismas moléculas en las aguas vertidas por las fábricas chinas que producen dichos textiles. En total, dos tercios de los 78 productos analizados, y recogidos en 18 países, presentan nonilfenol etoxilato (NPE), una sustancia cuyo uso en la producción textil está prohibido en la Unión Europea y altamente restringido en China.

Estos hechos fueron el detonante para que Greenpeace lanzara su campaña Detox, una movilización que ha llevado a numerosos activistas a difundir ampliamente los resultados de este estudio en las redes sociales, a realizar stripteases colectivos en tiendas de Nike y Adidas y a distribuir maniquís tatuados con el símbolo chino del agua en diversos lugares icónicos del mundo.

Tales acciones ya causaron efecto. Puma fue la primera compañía en responder favorablemente a la campaña y liderar la eliminación de las sustancias tóxicas de sus cadenas de producción y distribución. Luego de que la campaña Detox se abanderara del famoso eslogan de Nike “Just do it” (Sólo hazlo), la empresa líder mundial en el mercado de los artículos deportivos hizo lo propio y compartió la misma meta de Puma, comprometiéndose a eliminar para 2020 todos los químicos tóxicos presentes en sus productos. Greenpeace continúa presionando fuertemente a Adidas y todo parece indicar que su adhesión a la iniciativa es tan sólo una cuestión de días.

Los resultados del estudio realizado por Greenpeace no sólo ponen en evidencia que sustancias nocivas son ampliamente usadas en la industria textil, sino que el problema traspasa la frontera de países productores como China: ya que los tóxicos se disuelven en el agua, el lavado de las prendas termina siendo un mecanismo de dispersión de los químicos. Tal como lo apunta la organización medioambiental, “el uso y vertido de químicos peligrosos es un problema muy extendido y omnipresente”.

Una vez en el agua residual, los tóxicos hallados por Greenpeace no pueden ser eliminados por las plantas depuradoras y terminan acumulándose en sedimentos y en organismos vivos como los peces, ingresando así a la cadena alimenticia. Dada la similitud que estos compuestos tienen con ciertas hormonas, se ha demostrado que pueden llevar a la feminización de organismos acuáticos, a una disminución en la fertilidad de los machos y a una baja en la supervivencia de animales que aún no han alcanzado la madurez sexual. Como lo afirmó Li Yifang, jefe de la campaña de Greenpeace en China, incluso bajas concentraciones de estos tóxicos “representan una gran amenaza para el medio ambiente y la salud humana”.

Por Redacción Vivir

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