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El tesoro de las plantas

El uso de plantas medicinales, además de traer beneficios a los pacientes y tratar enfermedades de gran impacto como la malaria, reduciría los gastos del sistema de salud.

Juan David Torres Duarte
15 de febrero de 2012 - 10:00 p. m.

Cuando usted tiene gripa, no es común que un doctor le recete una buena dosis de bálsamo de Tolú. Debería serlo, sin embargo. Eso asegura el estudio realizado por el Instituto Humboldt acerca del uso y la conservación de las plantas medicinales en Colombia. Sus beneficios, dice el informe, no se verían sólo en los pacientes, sino también en el gasto del sistema de salud.

Si bien en Colombia el Ministerio de Salud aprobó en 2008 un “Vademécum de plantas medicinales”, el Instituto asegura que hace falta mayor documentación científica para conocer el verdadero impacto de las plantas medicinales en múltiples enfermedades.

Por esa razón, un equipo conformado por investigadores del Instituto Humboldt y el Herbario de la Universidad Javeriana lleva dos años reconociendo y estudiando los medicamentos tradicionales. Se dieron cuenta de que el potencial real de estas medicinas no había sido explorado con juicio. Lo que han encontrado, a través de revisiones bibliográficas, es que en Colombia existen 2.404 especies con usos terapéuticos. De éstas, sólo 127 están incluidas en el vademécum.

Descubriendo el potencial

“El uso que hacen los nativos de las plantas medicinales no está completamente documentado —dice Hernando García, uno de los investigadores—. Ese conocimiento no se encuentra en la toma de decisiones de las instituciones encargadas del sector”.

Buena parte de las especies encontradas son nativas de Colombia. Por eso, asegura García, es necesario que existan medidas que protejan la población vegetal y permitan su uso sostenible. Lo más importante, por ahora, es registrar de manera concreta qué enfermedades es posible amilanar gracias al uso de medicinas tradicionales.

Son muchos los beneficios, asegura García. Si bien un gran porcentaje de las especies no tiene estudios científicos de base, su uso en las comunidades —sobre todo en las áreas rurales— valida muchos de sus empleos.

El mencionado bálsamo de Tolú, por ejemplo, sirve como antibronquítico, antiasmático, antigripal y antituberculoso. Con él también se pueden tratar enfermedades cutáneas e inflamaciones en las articulaciones. El bejuco carare, por su parte, es esencial en el tratamiento de enfermedades tropicales como la malaria, el cólera y picaduras venenosas.

“Por los estudios etnobiológicos se sabe que las plantas medicinales inciden en enfermedades de gran impacto como el cáncer y la tuberculosis”, asegura García.

La incidencia del uso de medicamentos tradicionales en las dolencias más comunes en Colombia también es certera. La palma milpesos y el inchi o tacay, que crecen en las zonas cálidas, sirven para prevenir la aparición de enfermedades cardiovasculares, una de las principales causas de muerte en el país. El yarumo, la guara y el vira-vira tienen efecto sobre las enfermedades periodontales y la caries dental, que tienen una alta prevalencia en la población colombiana.

Las plantas medicinales pueden tratar enfermedades de gran incidencia. La malaria, una de las más comunes en países tropicales, es una de ellas. El informe muestra que ocho especies —el cruceto, la capitana y el matarratón, entre otras— sirven para tratarla.

“No hay interés”

Sin embargo, el uso de plantas medicinales, aunque es generalizado en comunidades nativas y en la población rural, no es una práctica establecida en el régimen de salud que cobija a la mayoría de los colombianos. El estudio del Instituto Humboldt también incluye una evaluación de los costos que implica la introducción de estos tratamientos tradicionales en el sistema de salud.

“Se encuentra en el presente análisis que el Sistema General de Seguridad Social en Salud podría evitar en promedio un 7,2% de los costos actuales de algunos medicamentos incluidos en el Plan Obligatorio de Salud (POS) con el suministro de partes secas de las plantas medicinales comparadas”, remarca el estudio.

García, sin embargo, asegura que no hay interés de parte del Invima y del Ministerio de Salud para crear una política pública y medidas que permitan no sólo el uso de estas plantas, sino su cultivo y conservación sostenible. “Colciencias debería también fortalecer la investigación en este campo — dice—. Hay que darle más fuerza al conocimiento tradicional”.

El estudio recomienda impulsar más investigaciones sobre plantas medicinales en el país y, además, promover su eficacia y conservación. “No tenemos idea suficiente —afirma García— sobre nuestras plantas medicinales”.

Por Juan David Torres Duarte

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