La escuela entre las balas

La guerra entre combos en Medellín impone una dinámica del miedo en los colegios de las comunas 8, 9, 13 y 16, que obliga a aplazar las clases y, en últimas, a desertar.

Angélica María Cuevas G.
02 de febrero de 2013 - 09:00 p. m.
Estudiantes de la Comuna 8 (Medellín) corren el riesgo de ser atacados por delincuentes al atravesar las ‘fronteras invisibles’ que los violentos  imponen . / El Colombiano
Estudiantes de la Comuna 8 (Medellín) corren el riesgo de ser atacados por delincuentes al atravesar las ‘fronteras invisibles’ que los violentos imponen . / El Colombiano

A Santiago González, de 18 años, lo mataron el viernes 25 de enero a las 5:00 de la mañana. El sicario lo abordó en un bus del barrio La Sierra y le disparó. Vestía un uniforme de aprendiz del metro de Medellín, que lo identificaba como uno de los diez mejores bachilleres de la Institución Educativa Villa Turbay, en la Comuna 8. Para estimular a los estudiantes más sobresalientes, el metro los capacita después de graduarse. “El asesinato de Santiago sobrepasó los límites de la guerra entre los combos. Parece que fue una vendetta entre los de Caicedo, 8 de Marzo y La Sierra. Atentan contra los muchachos de los barrios que se enfrentan sin importarles si son o no de las bandas. Santiago era brillante”, dice Karol Cossio, rector del colegio Villa Turbay, que al lunes siguiente canceló las clases.

En 2011, según la Secretaría de Educación Municipal, unos 14.000 niños y jóvenes se retiraron de los colegios públicos de la ciudad. Entre los motivos está la falta de recursos de los padres, la necesidad de salir a trabajar y el desplazamiento intraurbano que genera la violencia (unido a la falta de motivación de los adultos para ubicar inmediatamente a sus niños en los nuevos barrios). También los obligó a dejar la escuela la guerra que les toca a los que se quedan y que en días de miedo impide ir a clases. Días que para algunos se vuelven semanas en las que buscan otras actividades para ocupar el tiempo, mientras el estudio se vuelve lejano.

Esta semana la Personería de Medellín estimó que la deserción estaría rayando el 4,4%. Lo que significaría que los niños desescolarizados en el último año estarían alrededor de los 16.600. La secretaria de Educación, Luz Elena Gaviria, desacreditó el cálculo y dijo que sólo en mayo se podrá estimar un dato real, cuando se conozca el consolidado de matrículas.

Lo cierto es que en los últimos ocho años el promedio indica que un 3,7% de los estudiantes de la ciudad abandonaron los colegios (el porcentaje nacional es del 5,2%). Se estima que para 2013 se matricularán más de 395.000 alumnos en colegios públicos en la capital antioqueña.

Existen zonas de las comunas 8 y 9, como Caicedo, Villa Liliam, Tres Esquinas, la Terminal, La Torre y San Antonio, donde los violentos marcan los ritmos de clases de los menores: “El año pasado varias veces nos dejaron salir antes del colegio o había días en que se escuchaban los rumores de balacera y los vecinos nos avisaban para que no fuéramos a clase. Toda la vida he crecido en este barrio, me acostumbré a vivir con miedo, caminando rápido por donde uno cree que son las fronteras invisibles, por donde pueden darle a uno un balazo. Aunque por ahí hace tres años la cosa está más difícil”, dice Lorena*, quien se graduó del Colegio Vida para Todos, de Caicedo, en noviembre pasado.

El mismo colegio que esta semana visitó el alcalde Aníbal Gaviria, donde habló de las estrategias que se sumarán a las que ya se han aplicado para mantener a los menores vinculados a las aulas: se trazarán nuevas rutas de seguridad vigiladas para ir de las casas a los colegios, algunos maestros serán transportados por carros del gobierno, habrá asistencia psicológica y en los centros educativos se aplicarán programas de salud física y mental para intentar bajar el estrés. El año pasado la Alcaldía invirtió más de $8.000 millones en la implementación de rutas de transporte seguras y otras estrategias de acompañamiento.

Para intentar dimensionar esta problemática sería necesario tener un panorama de la delincuencia en Medellín. Una realidad que no tiene verdades absolutas. Mientras las cifras oficiales hablan de unas 120 bandas delincuenciales, integradas por unas 5.500 personas, organizaciones civiles, como la Corporación para la Paz y el Desarrollo Social en Medellín (Corpades), estiman que existen unos 350 combos con entre 8.000 y 10.000 miembros, conformados en un 40% por menores de edad. “Solo la comuna 8 podría reunir 28 bandas”, dice su director, Fernando Quijano. Según el Observatorio de Seguridad Humana de Medellín, en 2012 fueron reclutados 440 jóvenes en 14 combos delincuenciales de la Comuna 8.

Juan Diego Restrepo, director de la Corporación Jerusalén y quien desde 2007 lidera programas de formación ciudadana en la Comuna 8, explica las condiciones en las que viven los niños en las comunas más conflictivas: “Para un niño la vida en este ambiente se hace muy pesada. Mientras caminan por el barrio, van al colegio o a la tienda, se encuentran con otros de sus edades montados en motos y vendiendo drogas. Ven a los más grandes intimidando a los comerciantes, pasándose las armas, planeando balaceras. Mientras unos corren y juegan con la guerra alrededor, otros se dejan seducir por las motos y las ‘amistades’”.

No hay certeza de cuántos de estos tienen un final fatal. Sólo para hacerse una idea basta con mencionar que en 2012, según Medicina Legal, 226 menores entre los 10 y 17 años fueron asesinados en Medellín.

* Nombre Cambiado

Dos caras del conflicto en Medellín

SEGÚN CIFRAS OFICIALES

 

120 bandas delincuenciales existen en la ciudad.

2.800 personas integran estos combos.

350 combos se cuentan en Medellín, según la Corporación para la Paz y el Desarrollo Social (Corpades).

8.000  miembros como mínimo, y 10.000 como máximo, forman parte de estas bandas.

 

Por Angélica María Cuevas G.

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