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Para que las fantasías no se vuelvan crímenes

Institutos de sexología ofrecen una terapia que les ayuda a los pedófilos a aprender a controlar sus impulsos.

Britta Verlinden / Especial para El Espectador
23 de mayo de 2012 - 10:41 p. m.

El corazón le palpita. Parece tranquilo pero por dentro hierve, pues a su vagón de metro acaban de subir una mujer y su hijo. Lo miran, se sientan frente a él y la madre le sonríe. Y sin embargo, lo que le altera la sangre no es ella sino su pequeño: sólo al verlo irse, el hombre se calma. Luego una voz pregunta: “¿Te gustan los niños más de lo que querrías?”.

Con este video, que dura poco más de 20 segundos y se puede ver en toda Alemania, el proyecto de prevención Campo Oscuro busca ayudarles a pedófilos como el hombre del metro. Médicos y psicólogos alemanes están convencidos de que la pedofilia es un mal controlable. Con lemas como “Evita ser un violador” y “Hay ayuda” promocionan el programa más reconocido en el mundo para este trastorno sexual. Si bien los científicos no dudan de que se trata de una enfermedad incurable, creen que los afectados pueden aprender a no hacerles daño a los demás.

Klaus Beier, director del Instituto de Sexología del hospital berlinés Charité, fundó el proyecto hace siete años con la esperanza de bajar las tasas de abuso infantil. La idea era revolucionaria porque se oponía a las estrategias usadas hasta entonces. En vez de enseñarle a un niño cómo protegerse ante un agresor, Beier y su equipo descubrieron que podría ser más efectivo ayudarle a un agresor potencial a contener sus propios impulsos. No sólo practicando técnicas de autocontrol, sino también con pastillas para reducir el deseo sexual.

“Hasta hoy la experiencia demuestra que los hombres con tendencias pedófilas responden positivamente cuando se les atrae con una campaña”, dice Beier. Así explica por qué en su país los cines, los metros y hasta las vallas callejeras sirven de plataforma para promocionar su proyecto.

“Un pedófilo no es lo mismo que un violador de niños”, dice. La comunidad médica considera a la pedofilia como un trastorno de la orientación sexual que hace que los pacientes se sientan atraídos por niños. Se estima que en Alemania uno de cada 100 hombres tiene estas fantasías eróticas, y que de estos uno de cada tres se convierte en un violador.

La pregunta central es por qué unos logran abstenerse y otros no. Los sexólogos en torno a Beier creen que la respuesta yace en el autocontrol. Así mismo ven fallas en el tratamiento tradicional del tema: los especialistas solían concentrarse en las víctimas potenciales (los niños), pero excluían a los agresores potenciales (los pedófilos). Así perdían la posibilidad de acercarse a aquellos que en algún momento no podrían soportar más la presión y se convertirían en criminales. Beier se preguntó: ¿es posible identificar tempranamente a un violador y ayudarlo?

El éxito fue inmediato. Con el apoyo de la Fundación Volkswagen y de la agencia Scholz & Friends, empezó a ofrecer tratamientos anónimos y gratuitos. Las llamadas y las visitas a su consultorio se fueron acumulando. Hasta hoy, más de 1.400 personas se han presentado buscando ayuda. De ellas, casi la mitad recibieron un diagnóstico y una buena parte ha completado la terapia, que dura un año. Según la Charité, ninguno de los potenciales violadores se ha convertido en un agresor. Y de acuerdo con testimonios de pacientes, la terapia les permite luchar por “una vida libre de dudas, culpas y riesgos para los demás”.

Ante un balance tal, institutos médicos alrededor del mundo han empezado a sentirse atraídos por la visión de Beier y su proyecto Campo Oscuro. Suecia prepara una iniciativa parecida, y en Inglaterra y los Países Bajos, donde la frase “Stop It Now” ya es famosa, hay líneas gratuitas para pedófilos. Y aunque en Estados Unidos y Canadá la ley dificulta el tratamiento médico anónimo (clave del éxito alemán), el interés es grande.

Entre tanto, en Alemania ya varios consultorios han seguido los pasos de Beier. En Hamburgo y en Hanóver dos abrieron sus puertas hace pocas semanas. Ambos hacen parte de Campo Oscuro y esperan alcanzar triunfos como los de Berlín. En Hamburgo, la situación es grave. Según la policía, en 2011 se registraron 230 casos de abuso sexual infantil y 10 intentos. Sin embargo, se estima que la cantidad de agresiones no denunciadas (el “campo oscuro”) es hasta diez veces más alta, y que en la ciudad hanseática viven alrededor de 20.000 pedófilos a los que nadie les ha tendido la mano.

La preocupación ha llegado hasta la Secretaría de Justicia, que financia el nuevo despacho. Su representante, Ralf Kleindiek, dice: “La protección de víctimas más efectiva consiste en prevenir delitos”. La ciudad se irá con todo para contener la amenaza y lanzará su propia campaña publicitaria: “Para que las fantasías no se vuelvan crímenes”.

Miles de hombres como el del metro quedarán conmovidos por las imágenes. Muchos llamarán a pedir una cita. Y si alguno llega hasta el consultorio y se somete a una terapia, la vida de un niño habrá sido salvada.

Por Britta Verlinden / Especial para El Espectador

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