Una casa colombiana hecha con nanotecnología

El diseñador Sergio Stevenson se arriesgó a materializar uno de sus sueños. Una extraordinaria vivienda en La Calera hecha con materiales microscópicos, que ayudan a aislar el frío, son 30 % más económicos y ligeros.

Esteban Dávila Náder
20 de enero de 2017 - 09:04 p. m.
A diferencia de la mayoría de proyectos arquitectónicos, Santa María de las Estrellas tiene su base completamente aislada del terreno gracias a la nanotecnología.
A diferencia de la mayoría de proyectos arquitectónicos, Santa María de las Estrellas tiene su base completamente aislada del terreno gracias a la nanotecnología.

Detrás de las montañas que resguardan La Calera, se esconde una casa como pocas en el país. Si bien el diseño moderno, los espacios amplios y el increíble aprovechamiento de la luz natural la convierten en una construcción bastante interesante, es el sistema que se usó para edificarla el que la destaca entre las demás.

Se trata de una estructura hecha gracias a la magia de la nanotecnología y “a punta de barro”, como lo explica su creador, Sergio Stevenson. Según el diseñador industrial, este tipo de tecnología permite manejar la materia a niveles mínimos.

Las medidas o nanómetros equivalen “a un milímetro dividido en un millón de partes de igual tamaño”, algo imposible de percibir sin la ayuda de un microscopio electrónico. Una técnica que hoy en día se aplica mucho en medicina, electrónica, mecánica, química y biomateriales.

En el caso de Santa María de las Estrellas —el nombre de la casa—, la nanotecnología se utilizó en el aislamiento de la vivienda sobre el terreno, la fundición de concretos, los espumados aislantes dentro de los muros y la impermeabilización de la cubierta. 

Para ello, explica Stevenson, se emplearon “lodos producidos por la industria de pañales y papel de Caloto, que huelen terrible y se ven peor”. Fueron tratados hasta convertirse en paneles de espuma celulosa de 2,4 x 1,2 x 0,24 metros, completamente rígidos, capaces de impedir que se cuele el frío de La Calera.

El resultado: una casa de cerca de 888 metros cuadrados con cinco habitaciones —una escondida detrás de un librero—, rampas en vez de escaleras y una terraza que rodea el segundo piso como si se tratara de un interminable balcón. Todo edificado en tan solo doce meses.

Igualmente interesante es que, a diferencia de otras estructuras que necesitan columnas cada cinco o seis metros para sostenerse, esta no hace uso de ninguna, debido a la ligereza de sus materiales, que le permiten tener tan solo el 28 % del peso de una vivienda de proporciones iguales, dando una sensación de mayor espacio y disminuyendo el impacto sobre el terreno.

Sorprendente, si se tiene en cuenta que el presupuesto inicial era para construir una estructura de 336 metros cuadrados usando métodos tradicionales. “Es un proceso que ofrece un 30 % de ahorro en tiempo y costos”, asegura Stevenson.

Además, dice, puede salir más económico una vez que el proceso se estandarice. “El problema es que nadie se arriesga a que le haga una casa así, son muchos los que le tienen miedo a la innovación”.

Sin embargo, este diseñador industrial se siente orgulloso de su proyecto, fruto, revela, de un bosquejo dibujado “en la servilleta de un restaurante, durante un almuerzo aparentemente intrascendente”.

Por Esteban Dávila Náder

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