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“Soy como una escritora fantasma”

La periodista, quien ya está en libertad, asegura que trabaja desde su casa en varios proyectos en los que su firma nunca aparece. Habla sobre la renovación personal que vivió en prisión, su matrimonio y su futuro.

María Elvira Arango
23 de noviembre de 2015 - 02:00 a. m.

Hace 25 años, el Noticiero 24 Horas rompió todos los esquemas y puso a dos mujeres a presentar noticias. Adriana Arango y yo compartimos el set durante cinco años, todas los días a las 7 de la noche. Trabajamos juntas en la época más convulsionada de narcoterrorismo que vivió Colombia y construimos, al mismo tiempo, una amistad a prueba de bala. Luego, cada una cogió su camino y dejamos de vernos muchos años hasta que una mala decisión la llevó a la cárcel y estuvo privada de la libertad seis años y dos meses. Nuestra amistad siempre ha estado por encima de todo. Libre y a paz y salvo con la justicia, se atrevió a hablar por primera vez y a contar su historia. No es fácil entrevistar a una amiga en problemas.

¿Cómo se siente de pasar de dar una noticia a ser parte de una noticia?

Es una sensación bien impactante, sobre todo por la dimensión que alcanza una noticia tan escandalosa, tan vergonzosa, tan difícil de interpretar para la opinión pública cuando hay personas afectadas y cuando hay medios que buscan el interés por alguien que generó noticia en un momento dado, que tenía un nombre, una trayectoria, un reconocimiento.

Una figura pública.

Exacto. Tienden a haber distorsiones, exageraciones, entonces yo quería poder decir la verdad de la situación, veía que lo que salía no era la verdad en sus justas proporciones pero tampoco tenía la autoridad para entrar a defenderlo, pues sí, queda uno maniatado.

¿Cómo fue pasar de ser una mujer admirada que se metió en la casa de los colombianos todas las noches a ser culpable de un delito que la tuvo detenida seis años y dos meses?

Es muy difícil, pero en últimas se quita esa máscara y ese rol y queda el ser humano y es ese mismo ser humano el que entra a la cárcel y el que mira a los ojos a otras reclusas. Deja uno también el afán de que te crean o de demostrar tu inocencia y lo único que le queda es la dignidad de asumir una responsabilidad. Cuando uno lo asume y lo acepta, da los primeros pasos para encontrar la libertad interior.

¿Cambia en algo ser famoso en la cárcel?

Claro, y me acuerdo muchísimo que cuando se acabó la audiencia yo no me imaginaba que me fueran a remitir inmediatamente a la cárcel, salí en los noticieros del mediodía esposada y con esa cara de angustia, miedo, terror, pánico. Cuando voy entrando por un caminito que conducía al patio 8, por las ventanas me gritaban: “Bienvenida, Adriana Arango”; fue impactante, porque no me sentí humillada en ese momento sino acogida, fue una sensación diferente. No asumí el papel de presentadora en ningún momento, fui un ser humano.

¿Cómo se aprenden los códigos carcelarios?

Es básicamente aprender a trabajar todo con inteligencia emocional. El “usted no sabe quién soy yo” no sirve de nada ahí, por lo menos lo que a mí me tocó vivir. Yo simplemente tenía un nombre y una trayectoria y había un trato muy amable y muy cordial tanto con la guardia como con todas las internas porque sí me propuse interactuar, convivir.

Se involucró tanto, que terminó haciendo un periódico y una obra de teatro.

Sí, hice varios sketchs, fue como un seminario que nos dieron de crecimiento interior , del patio 8 yo era la única, entonces me tocaba hacer todo a mí sola, hice varios monólogos, bailes, coreografías.

¿Era una líder dentro de la cárcel?

Más que líder era como una facilitadora de aprendizaje, enseñarles muchas cosas. Yo digo que la Adriana que entró es una y la Adriana que salió es otra. Es una de las experiencias que más me han marcado en la vida positivamente, a pesar de ser un hecho adverso, doloroso y difícil. También se da cuenta uno de qué está hecho, cuáles son sus recursos internos, aprender a liberarse del miedo o por lo menos a transformar ese miedo en empoderamiento, en ayuda, en servicio. Me encantaba estar en todas las actividades donde pudiera servir, ayudar, redactar, organizar. Por ejemplo, en la primera Navidad, que fue la única que me tocó estar allá, les decoré las puertas a mis compañeras.

Sacó lo mejor de lo peor.

Sí, es un tema de actitud y no es solamente en privación de la libertad, cualquier circunstancia adversa donde haya miedo, rabia y cualquier sentimiento que no te permita estar en bienestar y tener tu lago en calma, lo puede transformar a uno. Me reinvento todos los días y me convenzo de que las experiencias son para hacerte grande o para permitirte sortear lo que viniste a vivir en esta vida.

Se puede contar un lado positivo de una experiencia tan oscura.

Sobre todo contarlo en este punto con paz: sin rabia, sin tratar de dar explicaciones ni razones, ya lo que fue, fue, ya lo asumí y siento que soy una Adriana diferente y eso es lo único que cuenta para mí, para los seres que me quieren, para mi familia, para mis amigos, para todas las personas nuevas que llegaron a mi vida en estos seis años y que hacen parte también de mis afectos más profundos y de mi corazón. Me siento afortunada por eso.

¿Fue justo que los hubieran detenido a usted y a su esposo?

Nosotros sí nos equivocamos, los delitos sobre los cuales nos imputaron y pagamos la condena, sí cabían. Hubo dos delitos que surgieron a raíz del tema de las pirámides, nosotros no éramos pirámide y nos aplicaron esos delitos, pero el de la estafa fue el que a mí más me conmocionó, el que más me dolió, sobre el cual traté de argumentar y defender que nosotros no habíamos estafado a las personas y que no habíamos sacado lucro de ese dinero que nos habían prestado, pero sobre eso también me tocó pagar y ahí queda la marca de por vida y la verdad está en mi corazón y la verdad estará también en las personas que lo quieran interpretar y juzgar como les parezca.

Usted lo tuvo todo y después lo perdió absolutamente todo. ¿Cómo han hecho para sobrevivir y salir adelante?

Muchos amigos que sabiendo que yo tengo, por ejemplo, capacidad de redactar e investigar, me han dado la posibilidad de trabajar desde mi casa. Soy como una escritora fantasma, hago muchos proyectos de todo tipo pero mi firma nunca aparece en ninguna parte. La familia nos ha ayudado muchísimo, muchos ángeles, una red de apoyo y de solidaridad impresionante y de eso hemos vivido. Ahorita es empezar a buscar oportunidades para poder empezar desde cero nuevamente, pero nunca nos ha faltado nada.

Su esposo también ya le cumplió a la justicia. Están los dos a paz y salvo.

Sí. Ya nos dieron la extinción de la condena, estamos en el proceso de restablecer todos los procesos civiles y volver a salir al mundo.

¿Cómo se ve?

Unidos, igualitos. El matrimonio intacto, los amigos entrañables al lado de nosotros, los que ya no están, en el recuerdo; queriendo conservar el mismo estilo de vida.

¿Se siente miedo enfrentar otra vez la libertad?

Sí, es un proceso muy fuerte recuperar la libertad a nivel emocional y psicológico, sobre todo porque uno no sabe qué encuentra en las miradas de la gente, uno piensa que todos lo reconocen y van a pasar la cuenta de cobro, van a hacer un escándalo, pegar un grito. Me pasó algo muy curioso con uno de nuestros acreedores después de hacer un retiro espiritual. La esposa de él estaba en ese retiro, me abrazó y me dijo al oído: “Nosotros te pusimos plata” y yo quedé en shock; el abrazo era para darme su perdón, fue lo más liberador y un regalo de Dios.

Por María Elvira Arango

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