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A recuperar el tiempo perdido

A la espera de un descenso en los casos, el Distrito se prepara para la reapertura de la ciudad, en la que además de invertir tendrá que hacer grandes cambios para garantizar el aislamiento, superar las falencias y fortalecer las lecciones que ha dejado hasta el momento la emergencia.

23 de agosto de 2020 - 04:56 p. m.
Pasados cinco meses de aislamiento, la ciudad se alista para la reactivación, pero el futuro no es claro.
Pasados cinco meses de aislamiento, la ciudad se alista para la reactivación, pero el futuro no es claro.
Foto: EFE - Mauricio Duenas CastaÒeda

Bogotá es una de las ciudades del mundo que más ha durado en cuarentena y hoy, pasados cinco meses de aislamiento, se prepara para los planes piloto de reapertura; es decir, el desconfinamiento gradual. El proceso no ha sido fácil, pues más allá de la necesidad de aumentar la capacidad de camas en unidades de cuidados intensivos (UCI), la administración ha tenido que acelerar planes como la entrega de ayudas solidarias a las familias más pobres y vulnerables, así como replantear los proyectos que se tenían a futuro, pues la capital necesita recuperarse y prepararse para futuras pandemias.

Las cifras han sido el factor clave. Con una clara reducción de la movilidad, se llegó a que Transmilenio operara a menos del 30 % de su capacidad. Luego, con el aumento en el número de casos de COVID-19 fue más fácil identificar los focos de contagio, para empezar a aplicar medidas localizadas, primero por UPZ y luego con las cuarentenas estrictas por localidades. De tal forma que hoy se sabe que se atraviesan las seis semanas más críticas de la pandemia y que, como lo indicó esta semana la Secretaría de Salud, tras pasar por una “meseta” estadística, Bogotá registró en la última semana un descenso en la propagación, hospitalizaciones y muertes.

Junto a esto se encuentran las necesidades económicas. Pese a que en un principio se identificaron casi medio millón de personas que necesitarían asistencia del Distrito, con el paso del tiempo se han detectado más personas vulnerables que, dadas las circunstancias, han requerido ayudas por el confinamiento. Tan solo hay que ver las manifestaciones que se han presentado a lo largo de los últimos meses, que en las últimas semanas han sido protagonizadas por comerciantes que temen el cierre de sus locales o perder sus empresas.

“El problema no era de un subregistro. El problema es que no existía en Bogotá un sistema de ayudas ni renta básica mínima para los hogares que lo necesitaban. Esto se creó en cuestión de cuatro semanas. Al comienzo fue difícil y nos tomó tiempo, pero podemos decir que más de 600.000 hogares han recibido transferencias y alrededor de 500.000 tienen mercados”, dice Luis Ernesto Gómez, secretario de Gobierno.A esto se le suman deudas históricas a las que se le han tenido que dar prioridad, como la equidad en la educación y la necesidad de dotar con tecnología a los niños más vulnerables, como se intenta hacer con la estrategia que pretende entregar 100.000 tabletas y conexiones a internet, con el apoyo de privados y aprovechando las transferencias que se lograron con la armonización del presupuesto de este año.

También está el fortalecimiento de la planta de personal del sector médico, para los que se utilizará el cupo de endeudamiento que se tramita en el Concejo. “En Bogotá lo que hicimos fue una revolución del sistema de salud pública y de la Ley 100 sin tocarla, trabajando de la mano con el sector privado para garantizar el ingreso y las condiciones de las personas, por lo que se plantea un esquema muy importante y una inversión histórica para hospitales. Si algo aprendimos es que lo más importante en la vida es la salud”, indicó Gómez.

Pese al camino que ya se ha recorrido y a que la ciudad prepara el desconfinamiento, lo que queda es lo más grande, pues junto a la recuperación económica que se plantea con el Plan Marshall, queda recuperar el tiempo perdido y retomar el cauce en proyectos de gran envergadura, como la primera línea del metro y la presentación del Plan de Ordenamiento Territorial, que definirá los lineamientos de la ciudad para los próximos doce años, pero que además deberá tener en cuenta a la región y que la ciudad debe comenzar a reorganizarse para atender de la mejor forma futuras emergencias. “La pandemia nos demostró que lo importante es cuidar mejor el territorio y la estructura ecológica principal, pero también que las personas deben tener cerca su lugar de trabajo de su residencia. Esto solo se puede hacer con planeación territorial”, señaló el secretario de Gobierno.

Por ahora, mientras las cifras son optimistas, el principal mensaje sigue siendo el autocuidado, pues lo único que puede garantizar la efectividad de la reapertura que se tiene prevista es que se mantenga la reducción de los casos, algo que se logra con el aislamiento o con el uso del tapabocas y el constante lavado de manos, para que la ciudad no registre en las próximas semanas un rebrote. “Ya estamos pasando el momento más difícil. Queremos tener una nueva normalidad de tres o cuatro meses no de tres o cuatro semanas, que nos permita tener una situación tan tensa como en julio y agosto”, ha dicho la alcaldesa Claudia López.

Ante los planes de reapertura que se tienen previstos y la idea de que con el nuevo modelo de reactivación no se tenga que volver a las cuarentenas sectorizadas, presentamos algunos de los alcances y retos que tiene la ciudad en cinco de los sectores en los que ha tenido que hacer frente en los últimos meses.

Salud

Los últimos meses, la atención se ha centrado en las cifras de la pandemia, así como en la gestión del Distrito con respecto a la ampliación de la cobertura y la atención a los contagiados.

El secretario de Salud, Alejandro Gómez, asegura que cada paso ha sido un reto, pues primero fue el desabastecimiento de tapabocas; luego la ocupación de las camas UCI, que llegó a estar sobre el 94 %, así como a la discusión que hubo sobre el personal médico. Ahora el punto son los medicamentos, de los que, asegura, la ciudad está abastecida. La principal preocupación es que la gente entienda que la ciudad no será la misma y que, pese a la reapertura gradual, será necesario mantener estrictas medidas de cuidado, pues las proyecciones no descartan un rebrote en la capital antes de que termine el año.

Por su parte, el director de Salud Pública de los Andes, Luis Hernández, ha llamado la atención sobre los indicadores de rastreo de casos y aislamiento, dado que el 75 % están en 10 localidades y esto será fundamental para continuar deteniendo la propagación del virus.

Sector social: trabajar en la marcha

Desde el simulacro de aislamiento se advirtió que un reto sería ayudar a los vulnerables en el confinamiento, algo que ratificaron las manifestaciones y los trapos rojos por doquier durante las primeras semanas. A pesar de los estudios y mapas sobre pobreza, algunos hogares no estaban en esas estadísticas y no se estimó lo suficiente la pobreza oculta. Sumado a eso no existía un programa como “Bogotá Solidaria en Casa”, con el que se pudieran entregar las ayudas y que fue el que le permitió al Distrito garantizar transferencias monetarias.

Para esto, la Secretaría de Integración tuvo que robustecer bases de datos, identificando los hogares mediante recorridos por barrios. El tema se le cruzó al Distrito con los cambios de enfoque que pretende aplicar en política social, que busca ayudar a los jóvenes y a acabar la feminización de la pobreza en la capital.

Movilidad: un vaso medio lleno

Fue una de las mayores variaciones, empezando por el hecho de que muchos ciudadanos trasladaron su lugar de trabajo a sus casas, con lo que bajó la cantidad de carros en las calles. Eso, según Darío Hidalgo, experto en movilidad, tuvo dos impactos positivos claros. “Por un lado mejoró la calidad del aire, después de que a principios de año hubo crisis por fuentes externas. Por el otro, se redujo en 47 % la cifra de muertos y heridos en el tráfico”.

Pero quizá la lección más importante en cuanto a movilidad es cómo se gestionaron espacios para quienes tuvieron que seguir movilizándose debido a sus labores. “Las decisiones tomadas, como promover los bicicarriles y garantizar menor ocupación para mayor distanciamiento, fueron las adecuadas”, afirma Nicolás Rincón, director de la maestría en logística y transporte de la U. Javeriana. Según dice, lo más difícil para la ciudad será el impacto económico que la administración afrontará por la diferencia entre el costo de operación y el recaudo del transporte público.

Y es que, aunque no hay conteo oficial, es evidente el aumento del uso de la bicicleta, por lo que el legado más interesante son las ciclorrutas, que empezaron como algo temporal y ahora son permanentes. Sin embargo, advierte Hidalgo, “ahora no generan problema, pero cuando haya mayor tráfico habrá voces que se preocupen por el trancón”. Un último reto será evitar que aumente el uso de motocicletas.

El dilema de cómo volver a clases

Uno de los principales retos en este sector ha sido darle continuidad a la educación que, por las circunstancias, se ha tenido que desplazar a la virtualidad. Esto ha llevado a que a las brechas que ya existen, en términos de calidad, entre el sector público y privado, se le sumaron las de acceso y conectividad de los estudiantes más pobres y vulnerables.

Al respecto, Julián de Zubiría ha llamado la atención de que en el país el 66 % de los estudiantes de los colegios oficiales no tenían acceso a las redes al iniciar la pandemia y la situación no ha cambiado mucho, por lo que ha sido clave, en el caso de Bogotá, la búsqueda de conectividad y tabletas para la mayoría de alumnos de bachillerato.

Al respecto, William Agudelo, director de la Asociación Distrital de Educadores (ADE), considera que también se deben evaluar las condiciones de los maestros, pues muchos han tenido que garantizar el acceso con sus recursos y buscar plataformas externas a las de la Secretaría de Educación para garantizar sus clases.

El debate que vendrá tiene que ver con el regreso a la presencialidad. De Zubiría cree que no se darán las condiciones epidemiológicas este año, mientras Agudelo asegura que los profesores no están de acuerdo con planes piloto en el sector y propone que se considere una promoción pedagógica a los estudiantes, ante las condiciones de este año escolar.

El afán de salvar empleos

El confinamiento golpeó a las empresas, vendedores informales y en general a toda actividad comercial que dependía del flujo de ciudadanos. Muchos reinventaron su negocio, pero otros optaron por cerrar ante la obligación de seguir pagando arriendos, nómina y demás. Para expertos, hubo muchos que se precipitaron en tomar esa decisión, por lo que la principal lección que queda es cómo generar pedagogía y alternativas antes de considerar el cierre de empresas.

Para la ciudad viene un reto aún mayor, porque si bien estamos afrontando el pico de la pandemia, en lo económico el pico de quiebras y pérdidas de empleo se prevé para noviembre o diciembre. En este sentido será clave el éxito de los pilotos de reactivación económica, que garanticen tanto la salud como el empleo. Asimismo, el Distrito aguarda que su “Plan Marshall” sea aprobado por el Concejo y así reasignar dinero a los sectores más afectados por la recesión.

Por Felipe García Altamar

Bogotano. Periodista de Uninpahu. Vinculado a El Espectador desde 2014. fgarcia@elespectador.com

Por Mónica Rivera Rueda

Periodista de planeación, hábitat, salud y educación. Estudiante de la maestría de análisis de problemas políticos, económicos e internacionales contemporáneos.@Yomonrivermrivera@elespectador.com

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