El Bronx era sólo la pieza más vistosa de todo el rompecabezas del narcotráfico en Bogotá. Y lo era por la escena diaria de casi 2.000 habitantes de la calle, amontonados en los andenes de esta “zona de despeje”, donde había consumo de estupefacientes, prostitución infantil, juego ilegal, compra-venta de objetos robados e, incluso, los peores crímenes a pocas cuadras del poder político del país. Este panorama lo dibujaron poderosas organizaciones delincuenciales que crecieron económicamente explotando los vicios de población vulnerable e implantando un régimen de terror, incluso, desde inmuebles propiedad del Estado.
Porque ni siquiera los establecimientos oficiales se salvaron de las cruentas escenas que relatan quienes vivieron allí, repletas de capos, ganchos (puntos de expendio de droga), taquillas, casas de tortura, perros que comían gente… El panorama es diferente tras la intervención de hace una semana. El sector de la L está vacío, pero el microtráfico, sencillamente, migró a otras zonas. El Bronx era apenas una de las 11 ollas madre (grandes expendios de estupefacientes) que hay en Bogotá y seguro los ganchos buscarán en éstas un nuevo espacio.
Las propiedades
El Bronx y toda su actividad creció en una zona cercana al Voto Nacional, en la localidad de Los Mártires, entre las carreras 15 y 15 bis y las calles 9 y 10, a siete cuadras de la Plaza de Bolívar. Allí hay 41 predios que, según la Oficina de Catastro, están avaluados en casi $9.000 millones. De ellos, 24 se concentran en el sector de la L, donde permanecían los habitantes de calle y operaban los principales expendios de estupefacientes.
Al consultar la información de los propietarios se encuentra que cuatro inmuebles pertenecen a entidades oficiales, como la Secretaría de Integración Social (3) y el Fondo para la Lucha contra el Crimen Organizado (1); uno está a nombre de la Lonja de Propiedad Raíz de Bogotá (en plena L) y 24 son de personas naturales. De 12 no hay registro. Según la Fiscalía, de todos los predios del Bronx, 15 están en proceso de extinción de dominio.
Entre las personas naturales con varias propiedades y que tienen la mayor extensión en la zona resaltan Jorge Eliécer Herrera Silva (con 2 predios en la carrera 15 bis con calle 9), dueño de la empresa Tractobendix, dedicada al comercio de autopartes; Rosalba Martínez (con propiedades sobre la carrera 15 bis con calle 9A), de la cual no se tienen mayores datos, y Álvaro Duarte Romero (con 2 predios en la carrera 15 bis con calle 9), propietario de una empresa de reciclaje de la zona.
A pesar de que las autoridades tienen versiones de que los capos del Bronx se dedicaron a comprar predios, al revisar los datos de los propietarios, en principio, ningún nombre está vinculado a alguna organización que operara en el sector. Excepto los cuatro inmuebles que están en manos de entidades oficiales luego de ser objeto de extinción de dominio, ningún propietario tiene antecedentes ni líos con la justicia.
Edificios del Estado, para el crimen
Lo que sí es cierto es que, sin importar el propietario, muchos inmuebles estaban invadidos y los controlaban las organizaciones delincuenciales. Tan compleja era la situación que, por ejemplo, en el predio que aparece a nombre del Fondo para la Lucha contra el Crimen Organizado (carrera 15 bis N° 9ª-12) fue donde hace un año secuestraron y torturaron a dos agentes del CTI.
El caso ocurrió el 26 de mayo de 2015, cuando dos detectives llegaron a la zona tratando de ubicar a Wilson Fernando Núñez Contreras, reportado como desaparecido. Contactaron a alias Arepas (conocido de Núñez y campanero en el Bronx), quien a su vez los contactó con otro campanero: alias Chabuco. A ambos agentes los secuestraron sujetos vestidos de payaso y los llevaron a una casa conocida como Amarillo (carrera 15 bis N° 9ª-12). Uno de ellos era Rónald Rodríguez, alias el Flaco, quien sacó un revólver y les dijo que iban a jugar a la ruleta rusa; luego los asfixió con un cable y, finalmente, los amenazó con un machete. La frase: “Los vamos a picar y a meter en costales”. Pasaron cuatro horas de tortura para dejarlos ir, no sin antes advertirles que no denunciaran.
Historias similares, pero con quienes incumplían las normas dentro del Bronx, ocurrieron en un inmueble a nombre de la Secretaría de Integración Social (carrera 9ª N° 15-17) referenciado por tener en su fachada un grafiti del padre Javier de Nicoló, recientemente fallecido y reconocido por haber ayudado a niños desprotegidos. Allí funcionaba la supuesta casa de pique y de tortura. En otro predio del Distrito (carrera 15 bis N° 9-38) tenía su despacho una de las dos organizaciones criminales más poderosas del sector: “Gancho Mosco”.
La Secretaría de Integración Social explicó que en la entidad tienen el acta en la que la Dirección Nacional de Estupefacientes entregó esos inmuebles a la pasada administración para desarrollar un proyecto de renovación urbana denominado Ciudadela Humanidad, que consistía en construir jardines infantiles, centros de atención y comedores comunitarios para la población vulnerable que habitaba el Bronx. Esos predios, sin embargo, siempre estuvieron invadidos y la Alcaldía nunca tomó posesión. “Después de la intervención de la semana pasada dejamos esos inmuebles a disposición de la Empresa de Renovación Urbana para que determine su destino”, señalaron en la Secretaría.
En los predios de los cuales este diario no logró obtener registro del propietario también se cometieron delitos. Algunos que funcionaban como hoteles, como el conocido “Rejas Negras”, servían para la explotación sexual infantil. En otros donde funcionaban bares, como el bar Millonarios, existían caletas con droga y túneles para permitir el escape de los jefes de las bandas.
El Distrito, por ahora, planea demoler lo que queda del sector, como una suerte de solución para que la barbarie no se reedifique sobre sus ruinas.