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Cuentos del espacio

En su paso por Bogotá, la tripulación del Discovery dio una charla en el Planetario Distrital para niños de los clubes de astronomía de la capital.

Redacción Bogotá
09 de marzo de 2008 - 04:34 p. m.

La sala completa contiene la respiración. Una sensación de asombro se apodera de todos. Al frente, sobre un telón, es proyectada la imagen de la Tierra vista desde el espacio. La majestuosidad de la escena es sobrecogedora. Al fondo de todo se oye una voz calmada decir, en un español dudoso, como si estuviera hablando de un evento regular, rutinario: “Esa era una de las vistas que teníamos desde la nave”.

Quien habla es George Zamka Pérez, uno de los astronautas que integraron la tripulación del transbordador Discovery en su pasada misión. Zamka, cuya madre es colombiana, describe, mientras la proyección avanza, algunos detalles de la misión, cuyo objetivo era continuar la construcción de la Estación Espacial Internacional.

La sala Orión del Planetario Distrital está llena. Académicos, periodistas y, especialmente, niños de los clubes de astronomía son el público a quien se dirigen Zamka y sus compañeros: Douglas Wheelock, Paolo Angelo Nespoli y Stephanie Wilson, la segunda mujer afroamericana en ir al espacio.

Las miradas de los niños se ubican en un rango que va desde la admiración y el orgullo hasta el miedo ante aquello que nos supera a todos, ante el vacío insondable que llamamos espacio. El aire de misterio que rodea a los astronautas no afecta sólo a los pequeños. Incluso los adultos, los sesudos profesores que han dedicado su vida entera a estudiar la delicada materia que compone el universo, reflejan en sus rostros una inequívoca mueca de sorpresa. ¿Cómo será tener la inmensidad del planeta a la distancia de un disparo de cámara, de un parpadeo de ojos?

“¿Cómo se bañan en el espacio?”. La pregunta suena inocente, casi tonta. Sin embargo, la respuesta de Zamka hace pedazos esta percepción: “En el espacio eres como un niño. Uno tiene que volver a aprender a hacer todo de nuevo: bañarse, comer, ir al baño, todo es diferente”.

La curiosidad de los niños es insaciable. Una y otra vez las preguntas van en el mismo sentido: ¿cómo se vive en el espacio? Con el humor adquirido de alguien que ha contado el mismo cuento muchas veces, los astronautas explican cómo comer, bañarse, ir al baño y dormir en un ambiente en donde todas las cosas flotan libremente: “Dormir a veces es complicado porque, mientras orbitamos alrededor del planeta, el sol aparece 16 veces. Entonces es como si tuvieras 16 alarmas para despertarte”.

De la misma forma como sucede en las películas de ciencia ficción, cuando el extraterrestre sale de su nave y dice: “Saludos, venimos en paz”, estos seres extraordinarios, que se enfrentan a lo desconocido en sus caminatas espaciales, dejan un mensaje esperanzador, no sólo para todos los que en la infancia quisieron ser astronautas, sino para la humanidad entera.

“El espacio es un lugar muy especial. Los colores se ven muy brillantes, se puede ver la altura de toda las montañas y observar la profundidad de los cañones. No hay fronteras, ni límites. Entonces, nos damos cuenta de que tenemos un solo lugar para vivir. Que es mejor que lo cuidemos y vivamos todos en paz”.

Por Redacción Bogotá

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