“¡Asesino!... ¡Asesino!... ¡Asesino!”

Así gritaban los ciudadanos indignados por el crimen de Yuliana Samboní cuando el arquitecto era trasladado a los juzgados de Paloquemao, para la audiencia de imputación. Será procesado por feminicidio agravado, secuestro simple, acceso carnal violento y tortura.

Alexánder Marín Correa
07 de diciembre de 2016 - 05:23 a. m.
Ciudadanos gritaron indignados contra Rafael Uribe Noguera cuando era trasladado a los juzgados. / Óscar Pérez
Ciudadanos gritaron indignados contra Rafael Uribe Noguera cuando era trasladado a los juzgados. / Óscar Pérez
Foto: OSCAR PEREZ

Las dos caras de la tragedia se vivieron casi al tiempo. En la tarde de ayer, mientras en la funeraria Los Olivos preparaban el cuerpo de Yuliana Samboní para sus honras fúnebres, la Policía trasladaba, desde la clínica Navarra y bajo extremas medidas de seguridad, a Rafael Uribe Noguera (38 años) a los juzgados de Paloquemao. La tragedia de una familia, la indignación de los ciudadanos y el rostro de la maldad se pasearon por Bogotá. (Lea: Clamor de justicia por Yuliana, la niña de siete años que fue abusada y asesinada

En la noche del lunes el director de Medicina Legal había revelado los resultados de la necropsia: la pequeña, de siete años, fue estrangulada, torturada y abusada sexualmente. La Fiscalía ratificó los indicios contra el presunto asesino y las sospechas contra dos familiares de éste por adulterar la escena del crimen. Por eso ayer se esperaban dos sucesos: la entrega del cuerpo y la judicialización de Uribe Noguera. (Lea: Yuliana Samboní murió por estrangulamiento y fue abusada sexualmente: Medicina Legal)

La jornada comenzó temprano. Los padres de la niña esperaron horas eternas el llamado de Medicina Legal. En el barrio Bosque Calderón (Chapinero), donde la menor fue raptada y vive su familia, el silencio fue la manera de exteriorizar el sentimiento de indignación. Los vecinos reunidos al frente de la casa apenas cuchicheaban entre ellos. (Lea: Medicina Legal entregó cuerpo de Yuliana Samboní)

En otro lado, en la esquina de la clínica Navarra, el ruido era desahogo. Hombres paraban el tráfico en la calle 106 para pedirles a los conductores que hicieran sonar sus bocinas con el fin de que el sospechoso escuchara desde su habitación. Aunque ya se había hecho efectiva la orden de captura, seguía allí a la espera de un cateterismo, para descartar problemas cardíacos. Luego del examen, quedó listo para darle la cara a la justicia. (Lea: Así fue notificado de su captura Rafael Uribe Noguera, señalado del asesinato de Yuliana Samboní)

Con una celeridad poco vista, se cumplieron los plazos. Pasadas las 3:00 de la tarde entregaron el cuerpo de Yuliana y de inmediato lo llevaron a la funeraria Los Olivos de la calle 42 con carrera 14, para sus honras fúnebres. Le asignaron la sala 8. Y aunque se tenía previsto que el féretro fuera puesto en cámara ardiente a las 7:00 de la noche, las tareas de preparación del cuerpo tardaron más de lo esperado. (Lea aquí: “Que se haga justicia es lo único que pedimos”: padre de Yuliana Samboní)

Mientras se adelantaba este trámite, la Policía organizaba un operativo para trasladar a Uribe Noguera ante un juez. Era necesario. En las afueras de la clínica, donde estaba desde el domingo por una “crisis” derivada del exceso “de alcohol con algún estupefaciente”, los indignados esperaban su salida de una forma poco pacífica.

A las 5:32 de la tarde llegó una tanqueta de la Policía y personal antidisturbios. Al procesado lo vistieron con un chaleco antibalas. Los uniformados hicieron un corredor para escoltarlo hasta el vehículo blindado y protegerlo de los que querían hacer justicia por su propia mano. De poco sirvió. La gente le alcanzó a lanzar lo que tenía a mano, mientras le gritaba “Violador... Degenerado… ¡Asesino!… ¡Asesino!… ¡Asesino!”, palabra que, a medida que la repetían, se escuchaba con más intensidad. Más rabia. La escena y los reproches se trasladaron a los juzgados de Paloquemao, donde estaba otra comitiva.

Sobre las 7:00 p.m., casi a la misma hora en la que se esperaba que Yuliana fuera puesta en cámara ardiente, comenzó la audiencia de legalización de captura, formulación de imputación y medida de aseguramiento ante un juez.

Los delitos que tendrá que enfrentar Uribe Noguera son feminicidio agravado, secuestro simple, acceso carnal violento y tortura. De ser hallado culpable o de confesar, podría ser condenado a 50 años de prisión. Al cierre de esta edición, la audiencia no había terminado. Se conoció, además, que la Fiscalía llamó a interrogatorio a sus hermanos, ya que se investiga la supuesta alteración de la escena del crimen. (Lea: Hermanos de Rafael Uribe Noguera tendrán que declarar ante la Fiscalía)

Hoy es un día en el que definitivamente se separarán los caminos de la víctima y el victimario. A las 10:00 a.m. habrá una misa en la iglesia Santa Teresita (carrera 18 A con calle 43) por el eterno descanso de la niña, quien luego será trasladada al municipio de Bolívar (Cauca), donde sus seres queridos le darán sepultura. Ahora, aguardan que mejore el estado de salud de la madre, quien está hospitalizada por el impacto que le causó el crimen y tiene 20 semanas de embarazo.

De Uribe Noguera se espera que el juez le dicte medida de aseguramiento en un centro de reclusión, donde tendrá que esperar a que avance su juicio. Desde la tortura y el asesinato de Rosa Elvira Cely, el 29 de mayo de 2012 en el Parque Nacional, el país no estaba tan indignado por un crimen.

Por Alexánder Marín Correa

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