Baja la extorsión en Bogotá, pero aumentan modalidades

La hipótesis de que el asesinato de Alonso Orjuela, creador de Surtifruver, fue originado en una extorsión, pone el foco en ese delito, que ha disminuido en la ciudad pero se ha diversificado con nuevas modalidades criminales.

Jaime Flórez Suárez
24 de octubre de 2016 - 09:41 p. m.
El Espectador
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El homicidio de Alonso Orjuela, quien, desde cero y vendiendo frutas, creó un emporio económico, prendió las alarmas sobre el fenómeno de la extorsión en la ciudad, pues las versiones iniciales apuntan a que el empresario, creador de la cadena Surtifruver, fue asesinado por negarse a acceder a los chantajes con los que le habrían exigido el pago de dinero. Dos sicarios lo abalearon a las 9:45 de la noche del jueves pasado, en el barrio Nueva Zelandia, norte de la ciudad. (Lea: ¿Quién era Alonso Orjuela, el dueño de Surtifruver asesinado el jueves?)

El coronel Luis Enrique Sánchez, comandante del Grupo Antiextorsión y Secuestro del Gaula de la Policía de Bogotá, dice que no recibieron ninguna denuncia que indicara que Orjuela estaba siendo víctima de ese delito. Sin embargo, la hipótesis sigue vigente. Y es que, aunque las cifras muestran una reducción del 44 % en la extorsión, en lo que va corrido del año y en comparación con 2015, el delito sigue azotando a muchas personas: a la fecha, en 2016, el Gaula ha atendido 264 denuncias por ese flagelo.

La modalidad clásica sigue siendo la más aplicada por los criminales. El delincuente llama a su víctima, se hace pasar como miembro de una organización criminal (Clan del Golfo, por ejemplo, o las antes llamadas bacrim), o incluso de grupos subversivos (en 77 casos, el año pasado, por las Farc) y amenazan de muerte o secuestro a las víctimas y a sus familias.

Muchas de esas extorsiones se están ejecutando desde las cárceles (67 de los casos este año), y no sólo de La Picota y La Modelo, en Bogotá. El coronel Sánchez explica que, por ejemplo, la cárcel Picaleña, de Ibagué, es el origen de muchas de las llamadas amenazantes. Cuando la víctima accede a sus pretensiones, los criminales le dan el número de una cédula (muchas veces robada o suplantada) para que hagan un giro del dinero exigido.

Es en este punto, antes de pagar, cuando la mayoría de las víctimas denuncia. La tasa de efectividad para ponerles freno a las intimidaciones, dicen en el Gaula, es del 95 %. En 2016, en Bogotá se han desarticulado 14 bandas dedicadas a extorsionar, que suelen tener entre tres y diez integrantes. Asimismo, se han capturado a 108 personas por ese delito, la mayoría de ellas en flagrancia.

Sin embargo, en los últimos años se han extendido otras modalidades de extorsión. Los casos de suplantación de autoridades o familiares para exigir dinero son recurrentes. También se volvieron constantes las extorsiones con información íntima. En estos casos, las víctimas, en su mayoría hombres, son contactadas por desconocidos a través de redes sociales. Los delincuentes, usando identidades falsas y mediante engaños, acceden a fotos y videos íntimos. Con esa información en su poder, les piden dinero para evitar su publicación.

Otra modalidad extendida es la que las autoridades han denominado como “devolución de bienes”. Primero, los criminales roban vehículos, generalmente motos. Luego contactan a las víctimas y las amenazan: si no consignan el dinero exigido, desguazan sus automotores. Finalmente, cuando la víctima paga, no recibe el vehículo. Es decir, además de robarla y extorsionarla, la estafan.

Aunque chantajean a cualquiera y por cualquier cantidad, dice el coronel Sánchez, los comerciantes siguen siendo el objetivo principal de los criminales. En el primer semestre de este año, según cifras de la Dijín, 56 de ellos habían sido extorsionados en Bogotá. Esa sería la situación de Orjuela, de 46 años, cuya cadena de venta de frutas, que empezó como un pequeño negocio, llegó a vender alrededor de $100.000 millones anuales. Sin embargo, para el coronel Sánchez, son extraños los casos de extorsión en los que los criminales llegan a cumplir sus amenazas de muerte –al menos en Bogotá–, como posiblemente pasó en este caso.

Mientras el CTI de la Fiscalía avanza con la investigación sobre el asesinato del creador de Surtifruver, las autoridades hacen un llamado a la prevención. No entregar información íntima a desconocidos; verificar la identidad de quien los contacta cuando dicen ser funcionarios estatales, autoridades o incluso familiares y, sobre todo, denunciar antes de ceder a los chantajes.

Por Jaime Flórez Suárez

 

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