Bogotá, bajo vigilancia

En cuatro años, Bogotá estaría en el foco de 4.000 cámaras del Distrito y 6.000 privadas, todas monitoreadas desde el nuevo Centro de Comando. Mientras el Distrito anuncia soluciones al rezago tecnológico, continuará el déficit de policías en las calles.

Redacción Bogotá
11 de mayo de 2016 - 04:33 a. m.
En el nuevo Centro de Comando, Peñalosa anunció las medidas contra el rezago tecnológico en seguridad. / Gustavo Torrijos
En el nuevo Centro de Comando, Peñalosa anunció las medidas contra el rezago tecnológico en seguridad. / Gustavo Torrijos

La semana pasada, Daniel Mejía, secretario de Seguridad, dijo que Bogotá no tiene recursos para aumentar el insuficiente pie de fuerza de la Policía Metropolitana. Ayer, el alcalde Enrique Peñalosa recorrió el nuevo Centro de Comando, Control, Comunicaciones y Cómputo (C4), que recién entra en operación, para anunciar su plan de dotar de equipos tecnológicos a la Policía de Bogotá. En esos dos hechos se retratan las carencias de las autoridades para hacerle frente a la criminalidad en Bogotá: la insuficiencia del personal y el evidente rezago tecnológico.

Desde hace cinco meses, cuando asumió la dirección de la Policía Metropolitana de Bogotá, el general Hoover Penilla entregó el balance de las falencias que tiene la institución. Por ejemplo, de las 577 cámaras instaladas en la ciudad, solo 302 funcionan, mientras que Medellín, con la tercera parte de la población de la capital del país, tiene 831 en uso, es decir, casi tres veces más.

La falta de vigilancia técnica es crítica. En las localidades de Bosa, Engativá, Fontibón y Kennedy solo funcionan cinco cámaras. En Ciudad Bolívar, Rafael Uribe Uribe, San Cristóbal, Tunjuelito y Usme no operan. Es decir, las zonas que concentran gran parte de la población y la criminalidad, están desprotegidas.

Con el C4 se empezaría a superarse el rezago. Allí se atenderán las llamadas de siete entidades, incluyendo Bomberos, Policía y la Línea 123, con el objetivo de generar reacciones conjuntas de las autoridades. Además, estarán interconectadas las cámaras de vigilancia del Distrito, que se espera que a finales de 2017 sean dos mil y al final del mandato de Enrique Peñalosa lleguen a 4.000. Además, al C4 se conectarán también entre 4.000 y 6.000 cámaras privadas, para llegar a 10.000 equipos monitoreando lo que ocurre en todos los rincones.

Las expectativas, sin duda, son ambiciosas, y de concretarse significarían la puesta al día de la ciudad en cuanto a tecnología, para lo que, sostuvo Daniel Mejía, secretario de Seguridad, se prevé una inversión cercana a los $100.000 millones. Todo esto con el propósito de reducir los tiempos de respuesta a las emergencias que reporte la ciudadanía y facilitar prevención, investigación criminal y judicialización.

Sin embargo, lo que aún no tiene una ruta clara es el déficit del pie de fuerza, que ronda los 12.000 policías (la ciudad tiene 18.000), según el Distrito. Y es que mientras en Bogotá hay un uniformado por cada 450 habitantes, en Medellín la tasa es de un agente por cada 280 ciudadanos.

Pero para equilibrar el número de efectivos a las necesidades de la ciudad se necesitaría una inversión multimillonaria. Por eso, el Distrito parece estar decidido a apostar por lo que se puede resolver a corto plazo, es decir, las mejoras tecnológicas.

Por ahora, son anuncios del Distrito. Eso sí, mientras las decisiones del alcalde Peñalosa sobre la movilidad o sus proyectos para la expansión urbana han sido centro de grandes discusiones, sus determinaciones en seguridad han sido recibidas con mejores ánimos. Incluso, antes de posesionarse anunció la creación de una Secretaría de Seguridad, desligada de la de Gobierno, la cual fue aprobada fácilmente en el Concejo.

Luego, en su primer mes de mandato, Peñalosa se encontró con el presidente Juan Manuel Santos para recorrer el centro de la ciudad. Tras una reunión con varios ministros y la cúpula de la Fuerza Pública, dio a conocer el plan para combatir el crimen en la ciudad, que incluía un trabajo conjunto entre entidades nacionales y distritales a cargo de la seguridad, así como una labor en llave entre el Distrito y la Nación. Vale recordar que esa fue precisamente una de las principales fallas de la alcaldía pasada, donde la administración y la Policía no pudieron establecer un punto de encuentro en sus visiones sobre la seguridad en la ciudad, ni tener un canal de comunicación fluido.

A pesar de todos los anuncios de la actual administración, los retos son complejos. El Distrito se propuso bajar la tasa de homicidios de 17,4 (en el 2015) a 12 casos por cada 100.000 habitantes. Una cifra muy baja para los índices nacionales y que nunca se ha registrado, ni de cerca, en Bogotá.

Sin embargo, el mayor desafío es recuperar la confianza de la ciudadanía en las autoridades. Según un estudio de la Cámara de Comercio de la ciudad, solo el 28 % de los habitantes de la ciudad se sienten seguros en sus barrios. El C4 debería ser también la solución a una queja común de la ciudadanía, que percibe que las líneas de emergencia no son eficientes y se siente desprotegida en las calles.

Por ahora, esa protección llegará en forma de vigilancia tecnológica y no de uniformados en las esquinas, estrategia con la que esperan empezar a cambiar la cara de la seguridad en la ciudad, contando con los elementos suficientes para estar más atentos a lo que ocurre en las calles.

 

Por Redacción Bogotá

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