¿Bogotá sí está lista para una alerta roja de COVID-19?

Los contagios en la ciudad aumentan a diario y el Distrito se prepara para un escenario más agresivo. La carrera por aumentar oferta de camas y adecuar los espacios ya empezó.

Kelly Rodríguez / krodriguezd@elespectador.com
31 de marzo de 2020 - 03:00 a. m.
El Espectador.
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Tanto el Simulacro Vital que se implementó en Bogotá como la cuarentena nacional vigente en el territorio nacional, de cierta forma han permitido liberar al sistema de salud distrital gracias a la atención domiciliaria. Por estos días, el flujo de personas en los centros asistenciales ha disminuido considerablemente, incluso, la ocupación pasó del 80 % hace dos semanas al 60 %. Sin embargo, las autoridades distritales se preparan para expandir los servicios y conseguir los equipamientos que se requerirían en caso de tener que declarar la alerta roja, por una propagación descontrolada del COVID-19.

Con más de 300 casos, Bogotá es la ciudad con más personas contagiadas por el nuevo coronavirus en el país, según el último reporte del Ministerio de Salud. De estos, la mayoría se encuentra en aislamiento preventivo en sus casas y un porcentaje mínimo ha requerido hospitalización. La tendencia hasta el momento indica que apenas uno de cada 10 pacientes contagiados ha requerido de asistencia médica especializada, por lo que el sistema de salud se mantiene estable. Pero, ¿qué tan preparada está la ciudad ante un panorama más adverso?

El subsecretario de Servicios de Salud y Aseguramiento, Manuel González, afirmó que Bogotá cuenta con 11.138 camas disponibles entre hospitales públicos y privados. De estas, apenas el 8 % (967) corresponden a camas en Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) para adultos, las cuales cuentan con todo el equipamiento para asistir a personas con dificultades respiratorias severas. No obstante, aseguró que la totalidad de camas se están liberando paulatinamente, porque en el peor de los escenarios todas tendrían que ser utilizadas y equipadas para atender a afectados por COVID-19.

“En este momento solo se están realizando cirugías urgentes. La mayoría de los pacientes duran entre una semana y 10 días en la UCI, entonces estamos tratando de liberar estos servicios en la medida que sea posible. Pero hay que tener en cuenta que, de las personas que se contagian con COVID-19 y desarrollan la enfermedad, el 80 % se quedan en su domicilio, el 15 % requieren hospitalización ordinaria y solo el 5 % llega a las UCI”, explicó González.

Aun así, el Distrito está adelantando un plan de expansión para atender un posible contagio masivo en la ciudad y una demanda desbordada en el sistema de salud. En un primer momento, se utilizarían las UCI disponibles, después las Unidades de Cuidados Intermedios se equiparían para convertirse en Unidades de Cuidados Intensivos y, finalmente, si se requiere, se adecuarían las camas de baja complejidad. De esta forma, los hospitales terminarían prácticamente convertidos en complejos de Unidades de Cuidados Intensivos.

¿Qué pasaría con los pacientes que necesitan atención hospitalaria por afecciones diferentes al COVID-19? Para esta demanda, el Distrito está adecuando el Gran Salón de Corferias, donde quedarán instaladas 1.200 camas hospitalarias adicionales para atender casos de baja complejidad. En caso de que se requiera, se ampliaría este espacio hasta completar 5.000 camas. Algunas instituciones de salud cerradas recientemente y escenarios deportivos, culturales y religiosos, son otros de los espacios que están bajo la mira del Distrito, si la evolución de la pandemia tiene gran dimensión.

Sin embargo, este es apenas uno de los tantos desafíos que tiene la ciudad para afrontar la emergencia sanitaria. Para González, el principal reto es que los ciudadanos protejan el sistema de salud asistiendo a los hospitales únicamente cuando sea necesario; haciendo buen uso de la línea 123, que está habilitada principalmente para atender reportes de posibles casos de contagio por COVID-19 y quedándose en sus casas, donde también deben protegerse con el lavado de manos, el distanciamiento social y la desinfección de las superficies.

Otra tarea urgente es conseguir el equipamiento necesario para expandir la red de prestación de servicios, pues, además de camas, es fundamental disponer de ventiladores para brindar respiración asistida a los pacientes teniendo en cuenta que se está hablando de una enfermedad que afecta principalmente el sistema respiratorio. “La Alcaldía está garantizando los recursos, pero conseguirlos no es sencillo, pues en muchos países también están necesitando estos equipos”, agregó.

A esto se suma que se van a necesitar más médicos, enfermeras, auxiliares, epidemiólogos, psicólogos, internistas, intensivistas, entre otros. Para esto, el Distrito está buscando articularse con las escuelas y facultades de medicina, enfermería y auxiliares, grupos de voluntariado, agremiaciones y grupos de profesionales pensionados, con el fin de brindar apoyo a través de telemedicina o asistencia virtual.

Los elementos de protección para profesionales de la salud, como guantes y tapabocas, es otro de los aspectos que preocupan, pues aunque hay suficientes en la red privada y pública, se debe garantizar su disponibilidad a futuro. “Hemos sido víctimas del acaparamiento de estos elementos por los ciudadanos. Uno ve a todos con guantes y no hay ninguna indicación de usar guantes y los tapabocas solo son para los enfermos y quienes cuidan a los enfermos. Este uso desmedido lo que hace es afectar la disponibilidad en los casos que sí se requieren”, dijo el funcionario.

Lo cierto es que Bogotá pasa por un momento crucial en el que, tanto los ciudadanos como las autoridades deben trabajar para contener un virus que, en tres meses, se ha expandido por 191 países, doblegando severamente los sistemas de salud de naciones como Italia, España y Estados Unidos.

Atención domiciliaria

Aunque la atención domiciliaria existe en el país hace varios años, esta no había tenido tanta relevancia como ahora. La apuesta del sector público y privado está concentrada en este servicio porque, por un lado, ayuda a descongestionar los centros de salud y, por otro, refuerza el aislamiento evitando que una persona tenga contacto con otras.

El trabajo de los equipos de atención domiciliaria consiste en identificar de forma temprana un posible contagio. Identifican que el paciente no tenga dificultad respiratoria, que su fiebre esté controlada y que se alimente con normalidad. Si cumple con estos criterios, la persona permanece en su casa hasta por 14 días. Si en ese lapso el paciente presenta alguna complicación, se activa el CRUE y se traslada a un centro hospitalario.

A la fecha, en Bogotá se han realizado más de 600 atenciones de este tipo. En las visitas se han atendido casos sospechosos de COVID-19 y se ha hecho monitoreo a familiares que han tenido contacto con un contagiado dentro de las viviendas. Actualmente, 20 equipos domiciliarios están prestando este servicio, pero, a medida que vayan aumentando los casos, se irán liberando los 100 equipos dispuestos para este fin.

El panorama nacional

El panorama local no difiere mucho de lo que está pasando en todo el país. Según la Asociación Colombiana de Medicina Crítica y Cuidados Intensivos (AMCI), aunque las UCI habilitadas en el país para pacientes graves que requieren ventilación y personal especializado cuentan con 5.346 camas, solo están disponibles 1.070, porque el resto (80 %) ya están ocupadas. Además, indica que menos del 10 % de las unidades tienen infraestructura biosegura (aislamiento) y menos del 2 % cuentan con presión negativa (evita que enfermedades de transmisión aérea se escapen de la habitación y otros se contagien).

Ante esta realidad, la AMCI le presentó al Gobierno nacional una serie de alternativas para tratar de contener una expansión del virus en el país. Para empezar, afirma que las camas de cuidados intermedios son el recurso disponible más urgente, pues disponen de buena parte de la tecnología y del recurso humano que se necesita, entonces son fácilmente adaptables. En el país hay 3.161 camas intermedias que, junto con las 1.070 de UCI, sumarían 4.231 camas disponibles en Colombia para atender a personas afectadas por COVID-19, pero ¿son suficientes?

“La demanda es impredecible, pero hay un modelo matemático orientado a poner el peor panorama. Podríamos tener 8.000 pacientes diarios que deban ser ingresados a una UCI y solo contamos con 4.231 camas, y no estamos hablando de pacientes que llegan un día y al otro se van. Tenemos que buscar alternativas”, explicó el doctor José Luis Accini, presidente de la Amci.

Entre las recomendaciones, el profesional de la salud indicó que instituciones que cuenten con más de una UCI puede destinar unas para atender solo COVID-19 y otras para tratar patologías diferentes. De esta forma, no se mezclan los pacientes y se empiezan a liberar camas hacia las unidades donde se atiende a los contagiados por el virus. Por otro lado, se podría hacer uso de las 833 camas de las UCI pediátricas y de los equipos de ventilación de los quirófanos que, por ahora, solo se están utilizando para cirugías urgentes.

Y, al igual que en Bogotá, el Gobierno enfoca sus esfuerzos para robustecer el sistema de salud, ampliar la oferta de camas hospitalarias adecuadas y concientizar a los ciudadanos de que se trata de una responsabilidad conjunta en un momento trascendental en el que quedarse en la casa es la mayor contribución.

 

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Por Kelly Rodríguez / krodriguezd@elespectador.com

 

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