Castigo físico y humillante: marcas de por vida

La Alianza por la Niñez Colombiana viene impulsando un movimiento para la eliminación del castigo físico y humillante en contra de los niños, niñas y adolescentes, lo que reclama un cambio que va a beneficiar la construcción de una sociedad respetuosa con la infancia.

Ángela Rosales / Directora Aldeas Infantiles SOS Colombia Alianza por la Niñez Colombiana.
20 de noviembre de 2018 - 02:24 p. m.
Archivo Particular
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La Convención Internacional de los Derechos del Niño cumple 29 años de existencia, la Ley de infancia y adolescencia colombiana tiene 12 años. Casi 30 años de reconocimiento de los niños como seres humanos con derechos prevalentes no han logrado disminuir violencia contra la niñez colombiana.

Y es que el tema no es de poca importancia: según la Organización Mundial de la Salud, los niños y niñas que reciben castigo físico o humillante tienen más riesgo de sufrir estrés y trastornos del desarrollo cerebral temprano, alteraciones en el desarrollo de los sistemas nervioso e inmunitario, y de adultos sufrir problemas conductuales, físicos y mentales, tales como: aceptación de la violencia como parte de las relaciones afectivas, baja autoestima, acoso como víctima o victimario, violencia de género y maltrato hacia los propios hijos e hijas.

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La violencia contra la niñez refleja la falta de respeto a la vida, y se fundamenta en relaciones de poder en donde el adulto considera válido aprovecharse de la vulnerabilidad los niños y las niñas, y someterlos por medio de la fuerza y el miedo. Algunos adultos afirman que fueron criados con golpes, y que eso fue determinante para ser personas exitosas en la vida, razón por la cual justifican su violencia contra los niños y niñas.

Sin embargo, esas afirmaciones nos indican cuán difícil es para algunos adultos encontrar métodos de crianza con sus hijos a partir del diálogo y la escucha. Los adultos generalmente tienen miedo de perder el control en la relación con sus hijos e hijas, y recurren al golpe o al grito ejerciendo poder sobre el niño. Algunos adultos no son capaces de controlar su ira y frustración, y en consecuencia los niños pierden la vida a manos de sus propios familiares.

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La violencia contra los niños no les enseña las razones por las cuales deben adoptar una cierta forma de comportamiento o hacerse cargo de sus responsabilidades, como creen algunos adultos. Las enseñanzas positivas como la responsabilidad, el orden, y el respeto las toman los hijos e hijas del ejemplo de sus padres y de una comunicación cercana que les transmita valores y criterios para la vida. Los golpes les enseñan a tener miedo, a ocultar sus errores y mentir por miedo a las consecuencias, y a mantenerse distantes de esos adultos que recurren a la violencia.

Actualmente, más de 53 países cuentan con legislación para eliminar el castigo físico, humillante o degradante en contra de los niños, niñas y adolescentes, pero Colombia no figura siquiera entre los países con intenciones de adoptar normas en este sentido.

Hace 40 años Suecia fue el primer país del mundo en adoptar esta medida y hoy es uno de los países con más alto nivel de desarrollo, y uno de los países en donde se vive mejor como niño o niña. Este es un buen ejemplo que vale la pena seguir.

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El movimiento que hoy lidera la Alianza por la Niñez pretende lograr una Ley que sirva de punta de lanza para alcanzar un cambio cultural.  En esto el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar es un aliado importante, que se ha comprometido a liderar como miembro del Estado este proceso. La legislación busca que los adultos reflexionemos sobre las pautas de crianza que hoy utilizamos y, si es necesario, que las cambiemos por unas que promuevan la democracia familiar, la crianza con amor, visibilizando al niño y a la niña como ser humano en desarrollo, capaz de entender y de hacer acuerdos sobre las normas que deben cumplir en casa y las consecuencias de su incumplimiento.  De esta manera ellos y ellas se van a sentir reconocidos y respetados. Se trata de corregir a los niños o niñas, orientarlos y enseñarles basados en una premisa fundamental: tratarlos como seres humanos.

Hay que empezar por sensibilizarnos sobre las consecuencias del castigo físico, humillante y degradante, darle un lugar de respeto y valor a la infancia colombiana en el imaginario del país, y luego promover servicios de apoyo familiar que desarrollen capacidades para una crianza respetuosa de los derechos humanos; eliminando así el castigo salvaje que nos ha acompañado por décadas como parte de nuestra cultura.

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Por Ángela Rosales / Directora Aldeas Infantiles SOS Colombia Alianza por la Niñez Colombiana.

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