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Colapso en las salas de urgencias de Bogotá

Personería denuncia alta sobreocupación, el Ministerio de Salud reconoce el problema y el Distrito dice que ha tomado medidas.

Alexánder Marín Correa
04 de octubre de 2015 - 02:33 a. m.

El caso de Sedy Vega, de 63 años, una de las últimas víctimas del llamado “paseo de la muerte”, pone de nuevo en evidencia la compleja situación que se vive en los servicios de urgencias en Bogotá. Sin importar que sea público o privado, según un estudio de la Personería Distrital, parte del sistema registra sobreocupación que en algunos casos supera el 500%, lo que incide en la calidad del servicio y, en ocasiones termina en casos fatales.

Y es que el caso de Vega es diciente. Él recorrió tres centros asistenciales, a causa de un dolor abdominal. En los dos primeros no lo atendieron porque no tenían convenio con su EPS. En el tercero, a pesar de que lo valoraron inicialmente, no consideraron su caso como urgencia vital. Duró cinco horas en la sala de espera, pero falleció antes de que lo viera un médico. Lo irónico es que después de morir lo llamaron a consulta.

Su drama es el que soportan miles de pacientes en los hospitales: congestión, horas de espera, pocos médicos y, como en este caso, la falta de atención oportuna. La Personería así lo viene corroborando a través de su grupo de Asistencia en Salud, que este año se ha dedicado a entrevistar pacientes y a intervenir para que se acelere el servicio. La conclusión no es alentadora. “Miro la red hospitalaria y la mayoría está colapsada”, dijo el personero, Ricardo Cañón.

Lo primero que verifican en las visitas es que el encargado de la valoración inicial (conocido como triage) sea un jefe en enfermería, como ordena la norma. Según el ente de control, esto es clave, porque es quien define si una emergencia es vital o no. Debe ser alguien experimentado que, más allá de los signos vitales, analice otras variables. “Hemos encontrado hospitales donde esto no se cumple. Por ejemplo, en las averiguaciones preliminares en el caso de Sedy Vega, hay indicios de que esto no se cumplió”, agregó Cañón.

Sobreocupación

Según la Secretaría de Salud, en Bogotá hay 55 salas de urgencia en hospitales privados y 41 adscritas a los de la red pública (22 hospitales). Sólo en los servicios del Distrito hay 760 camas. En cuanto a consultas, solo los servicios públicos de urgencias registran un promedio de 900.000 consultas al año. Y un dato más para destacar: mientras las urgencias generales han disminuido 8 % (646.000 en 2012 a 595.000 en 2014), las especializadas se han incrementado 29 % (de 287.000 en 2012 a 371.000 en 2014). “Esto es por el fortalecimiento del servicio en la red pública y el trabajo del programa de territorios saludables”, explicó Mauricio Bustamante, secretario de Salud.

Teniendo en cuenta estas cifras, según la Personería, es claro que las salas de urgencia no dan abasto, lo que se evidencia en imágenes como gente atendida en los pasillos y pacientes a los que su hospitalización se reduce a una silla. Según los datos recopilados entre enero y agosto, la mayoría de servicios de urgencia de la ciudad tienen este problema. Se destacan el Hospital San Blas, con una sobreocupación del 88 %, seguido por el servicio en Engativá, con el 76 %; el de Bosa, con 73 %, y el de Meissen, con 63 %.

Sin embargo, la situación más difícil está en los hospitales de alta complejidad. El más crítico es el de Kennedy (ver “Drama en Kennedy”), donde hay 26 camas en urgencias y hay noches con sobreocupación del 538 %, según la Personería. Algo similar se vive en el hospital Santa Clara, con el 509 %; el hospital El Tunal, con el 305 %, y el Simón Bolívar, con el 277 %.

Frente a las estadísticas de la Personería, en cuanto al porcentaje de ocupación, el secretario de Salud señaló que las cifras que maneja son diferentes y que son datos por verificar. Aunque reconoció que hay un porcentaje de ocupación importante, resalta que es mayor hoy en los hospitales privados que en los públicos. “Las cifras que tenemos del primer trimestre del año muestran que la red distrital tiene un promedio que oscila entre el 120 % y el 132 %”.

Líos de la sobreocupación

Independientemente de la cifra, lo cierto es que la sobreocupación siempre genera problemas. Por ejemplo, con las ambulancias. ¿Cómo? La Personería explica que cuando trasladan a un paciente a un servicio de urgencias donde no hay camas, lo dejan acostado en la camilla que pertenece al vehículo de emergencia. “La ambulancia debe quedarse hasta dos días esperando que les devuelvan la camilla. Razón por la cual, cuando se necesitan estos vehículos (el Distrito tiene 180), no están disponibles. Hemos hecho un seguimiento a esto, pero no vemos que los hospitales mejoren su capacidad o tengan plan de contingencia para liberar las camillas de las ambulancias”, agregó Cañón.

A juicio de la Personería, el origen de este panorama va más allá de la falta de camas y de personal médico. Según el informe, algunos pacientes hacen un inadecuado uso de los servicios de urgencias, pero por culpa del mismo sistema de salud. Por ejemplo, demoras en la entrega de oxígeno domiciliario y medicamentos o en las autorizaciones para citas con especialistas, hacen que muchos acudan a urgencias para no interrumpir sus tratamientos. A esto se suma que algunas EPS no garantizan una amplia red a los afiliados, lo que hace difícil el proceso de remisión.

El ente de control señala que a pesar de haber advertido estas y otras situaciones, los problemas continúan. Es por esto que en los últimos años también se han dedicado a asesorar a las familias afectadas por presunta negligencia médica y del sistema de salud, para que demanden penalmente a los posibles responsables.

Y es que hay historias indignantes. Los funcionarios recuerdan el de una señora que murió por falta de atención adecuada. Según el informe, a su esposo le exigieron consignar una alta suma para atenderla, al no poder verificar si estaba al día con su EPS. A pesar de que el primer día la conectaron a varios equipos, con el paso de los días y la demora en la consignación le fueron recortando los servicios hasta que falleció. Tras su muerte verificaron que sí estaba al día con sus aportes a salud.

Casos como el de esta paciente o la reciente muerte de Sedy Vega, según la Personería, parecen haberse vuelto comunes. “No solo es el que muere en urgencias. También los que devuelven a sus casas o les niegan un tratamiento y mueren días o meses después. Lo absurdo es que volvimos normal algo anormal. Por eso, se debe acabar con la cultura de que un ciudadano muere por falta de atención y pasa sin novedad. Alguien debe responder”, dijo Cañón.

Desde 2013, que iniciaron esta tarea, ya se han radicado 18 denuncias por presunto homicidio culposo contra instituciones de salud y su personal, que están en la Fiscalía 11 de Bogotá, en indagación preliminar. Y aunque es un número mínimo frente a los casi 4.000 procesos que cursan en juzgados o salas penales de los tribunales de Bogotá y Cundinamarca (según la base de datos de la Rama Judicial), la Personería dice que parece ser el único camino que queda.

“Es triste que la gente desconfía tanto en el sistema de salud, que no piensan en un médico sino en un abogado. Y todas las fallas se justifican con la crisis de la salud por falta de dinero. Parece que este derecho fundamental se hubiera vuelto algo de economistas y abogados. Indignan casos como el del Caprecom y el de Capital Salud, que pese a ser públicas, sean las que más incumplen. Lo paradójico es que si todos se quejan de que la salud es un mal negocio, ¿por qué no se salen y dejan a los que pueden prestar el servicio?”, concluyó el personero.

“Hay que incrementar las camas”: Minsalud

El Ministerio de Salud reconoció que los servicios de urgencia de alta complejidad del país están sobrecargados, pero aclaró que ese es un fenómeno de Latinoamérica. Entre las posibles causas, señala el incremento de la cobertura en salud, la mayor accesibilidad y la falta de especialistas.

Ante la falta de camas, dice que el país no ha logrado incrementar la infraestructura para suplir el déficit y que hay 1,74 camas hospitalarias por cada 1.000 habitantes, por lo que debería ponerse como meta incrementar a 2,5. Frente a la falta de especialistas, traslada la responsabilidad a las universidades, ya que se debería contar con más profesionales, pero las universidades no han incrementado la formación. Para mejorar, señala que se debe ser eficientes con los recursos, por ejemplo mejorando el flujo de pacientes en los hospitales con la disminución de los tiempos de estancia hospitalaria. “Se podrían trasladar más rápido pacientes a quirófanos, a las UCI , a camas de cirugía o medicina interna”.

La dificultad para acceder a las consultas externas y el fraccionamiento de la atención en los niveles de atención primaria, dice, también han llevado a un incremento de la demanda por casos no urgentes a los servicios de urgencia. “La estrategia debe encaminarse a fortalecer los niveles de mediana y baja complejidad”.
 

Por Alexánder Marín Correa

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