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¿Cómo reactivar el espacio público tras la pandemia? Estas son las 11 claves

Varias zonas comunes se redistribuirán para abrir restaurantes, locales a cielo abierto y dar más espacio a peatones. Es un trabajo en el que también debe aportar la ciudadanía, pero los cambios de fondo requieren voluntad política.

Felipe García Altamar
20 de agosto de 2020 - 03:03 a. m.
El 1° de septiembre comenzará el piloto para reabrir restaurantes y comercio a cielo abierto.
El 1° de septiembre comenzará el piloto para reabrir restaurantes y comercio a cielo abierto.
Foto: Óscar Pérez

Tras cinco meses de encierro, la ciudadanía viene reclamando la apertura gradual de espacios como parques, alamedas o la ciclovía. Diferentes iniciativas han expuesto las razones para hacerlo, como la garantía que brinda el espacio público para el distanciamiento o las bondades de hacer ejercicio y tomar el sol para la salud mental. El Distrito reconoce algunas de ellas y anunció pilotos de reapertura. Sin embargo, más allá del cómo y el cuándo, los expertos vienen insistiendo en una tarea fundamental de cara a la pospandemia: la reconfiguración de los espacios abiertos.

La relación entre los capitalinos y el espacio público se ha tratado de mejorar, con algo de éxito, desde hace dos décadas. Al menos eso es lo que indican las cifras de las encuestas de percepción que muestran cómo la satisfacción ciudadana con estas zonas pasó del 7 % en el año 2000. Esta creció al 22 % en 2010, y pasó a 26 % en 2016, y hoy se ubica en el 37 %. La variación encuentra explicación en que desde 2003 se diseñaron los primeros planes e instrumentos sobre espacio público y en 2012, con un Conpes, se implementó una política nacional.

Cultura, identidad y obras

La actual administración no quiere quedarse atrás, pero los postulados iniciales cambiarán por la emergencia. Según Blanca Stella Bohórquez, directora del Departamento Administrativo de la Defensoría del Espacio Público (Dadep), su política pretende recuperar la ciudad para la gente en tres dimensiones: cultura, identidad e infraestructura. A estas se sumarán aspectos que la pospandemia plantea imprescindibles, como las zonas abiertas que garanticen el distanciamiento. “Esto nos cambia el concepto y es lo que queremos, que la gente se apropie de él”, dice.

Seguridad y organización

Para Bohórquez, esta coyuntura demuestra que entre menos espacios públicos de calidad tengan los ciudadanos, más expuestos están en una emergencia como la actual. “Muchos barrios tienen déficit de espacios abiertos y los vecinos viven aglomerados. Ese detalle muestra lo importantes son los espacios públicos”, agrega. Por eso, además de mejores zonas abiertas, la idea es recuperar sitios que si bien se usaban para el esparcimiento, ahora apuntarán más al cuidado. “La idea es que las familias tengan dónde respirar aire puro y sentirse libres”, resume.

En ese afán, asegura la directora del Dadep, en el corto plazo sus principales retos serán habilitar espacios de forma segura y organizada, para evitar impacto en las cifras de contagio. Esta es la razón por la cual los planes pilotos para restaurantes y comercio a cielo abierto no han podido arrancar.

Nuevos significados

A largo plazo la intención es tener una política de género para disminuir brechas y reconocer que las zonas abiertas están llamadas a adquirir nuevos significados. Así, algunas vías podrán transformarse en corredores para montar bici, trotar u otras dinámicas. “Bogotá ha sido pionera en eso, y esta es una oportunidad para cambiar paradigmas. Hay cosas que creíamos tener siempre y que ahora deben tener un significado especial. Es un reto fuerte, pero lo lograremos con un cambio de chip poco a poco”, sostiene Bohórquez.

Equilibrar derechos

Respecto a los vendedores informales, un punto siempre controversial, la directora del Dadep manifiesta que se manejará mediante una política social, en la que inciden al menos siete entidades. La idea es que, con organización y concientización, con vendedores y compradores, se puedan equilibrar los derechos tanto del uso y goce del espacio, como al trabajo y el mínimo vital. “Lo importante es partir del principio del cuidado y que las actividades al aire libre se desarrollen de forma organizada. Así deberá ser la pospandemia: más organizada, para hacer tránsito hacia una nueva normalidad”, concluye.

La transformación

La cuarentena en las principales ciudades del mundo se está aprovechando para hacer transformaciones. El quitarles carriles a los vehículos para dárselos a los biciusuarios, a los peatones o para que los restaurantes puedan sacar sus mesas no es exclusivo de Bogotá. Lo resume Camilo Garavito, fundador de la firma aRe (Arquitectura en Estudio), quien cree que esta coyuntura hará revisar comportamientos y formas de vida. “Hay que ver cómo algunos espacios pueden adecuarse a otros requerimientos. El espacio público se está revalorizando y hay que evaluar qué es importante. Quizá las vías para carros bajen su prioridad y será más importante el cómo la gente puede ir a los parques”.

Compacto y seguro

Al respecto, Doris Tarchopulus, directora de la maestría de planeación urbana de la U. Javeriana, señala que se debe pensar en hacer pequeñas áreas, por UPZ o barrios, en los que la gente pueda encontrarlo todo y no sean necesarios largos desplazamientos. Es la idea conocida como “ciudad de los 15 minutos”. “La idea es que la gente tenga todo en su barrio. Se fortalecen los negocios locales, para no tener que usar carro, bus o taxi.. Si la ciudad te da proximidad que resuelve la vida cotidiana, no hay necesidad de usar tanto el carro”. Tarchopulus pone el ejemplo de Madrid (España) y sus “supermanzanas”, en las que peatonalizan vías interiores, para que la gente pueda salir y solo existe movilidad de vehículos entre las manzanas grandes. “Peatonalizan calles pequeñas y solo pueden entrar quienes vivan allí. Es complejo, pero se puede, con voluntad política”, añade.

Determinación

Y es que la determinación parecería ser la clave para sacar adelante reconfiguraciones de fondo al espacio público. Eso también cree Alfonso Gómez, decano de la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Javeriana, para quien, en teoría, los espacios públicos, viviendas y equipamientos se tienen que adaptar a las nuevas condiciones que plantee la pospandemia, y así garantizar el distanciamiento físico.

“El problema es que llevarlo a la práctica en Bogotá es difícil por el sistema de toma de decisiones, que pocas veces se hace conforme a estudios, sino de acuerdo con variables políticas y económicas”. De esta forma, Gómez concluye que los espacios no se pueden seguir dejando como residuales de los edificios, pues cree que se termina convirtiendo en lo que queda entre la reja y la calle. “Eso es un problema porque aparte de insalubres son inseguros”, remata.

Aún es pronto para ver cambios, pero tanto la visión de los expertos como la filosofía del Distrito indican que en unos meses o semanas, quizá, los capitalinos verán variaciones en las zonas abiertas, algo que sería el inicio de una reconfiguración profunda en los espacios, dependiendo de qué tanto empeño pongan los responsables, así como los ciudadanos.

Felipe García Altamar

Por Felipe García Altamar

Bogotano. Periodista de Uninpahu. Vinculado a El Espectador desde 2014. fgarcia@elespectador.com

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