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Cundinamarca también está en su segundo pico

El reporte diario de más de 1.000 contagios por COVID-19 ha encendido las alarmas en el departamento, sobre todo en los municipios más turísticos, donde también se encuentran los principales centros de atención; por ello, los esfuerzos se enfocan en aumentar la capacidad hospitalaria y el toque de queda nocturno seguirá.

Valentina Cárdenas
18 de enero de 2021 - 02:00 a. m.
La ocupación de UCI por COVID-19 es del 87%, mientras las de otras patologías es del 83 %. 
La ocupación de UCI por COVID-19 es del 87%, mientras las de otras patologías es del 83 %. 
Foto: Santiago Ramírez Baquero

Al igual que Bogotá, Cundinamarca atraviesa el segundo pico de la pandemia y aunque el número de casos activos en el departamento (5.593) es incluso menor que los reportados en Suba (6.612), este fin de semana las unidades de cuidados intensivos (UCI) alcanzaron una ocupación del 86 %, por lo que el Gobierno nacional pidió mantener el toque de queda nocturno hasta el 21 de enero, mientras que la Gobernación decretó medidas más estrictas para este fin de semana en Facatativá, Girardot y Fusagasugá, donde las tasas de contagio son más altas.

Además, estos municipios, junto a Soacha y Chía, concentran el 49,4 % de todos los casos activos de Cundinamarca y si bien tienen instituciones médicas de primer nivel, en casos como el Girardot ya se ha reportado en dos ocasiones en el último mes la ocupación del 100 % de sus camas UCI, mientras que en Soacha, tanto el hospital Cardiovascular del Niño como la Clínica San Luis y el Mario Gaitán Yanguas han lanzado alertas por la baja disponibilidad en cuidados intensivos y porque han superado el 100 % de la capacidad de urgencias, no cuentan con el personal suficiente ni los medicamentos de sedación necesarios.

Debido a esto, el gobernador Nicolás García anunció, la semana pasada, que ya se habían recuperado camas que habían sido prestadas a otras ciudades así como se han estado instalando, en los últimos días, 38 nuevas UCI en Soacha, Facatativá, Zipaquirá y La Mesa para satisfacer la demanda, que en este segundo pico ha sido mucho más alta en términos de contagios en todo el país.

Por su parte, el alcalde de Soacha, Juan Carlos Saldarriaga aseguró a este medio que las nuevas camas han permitido aumentar la disponibilidad, pero en parte atribuye la alta ocupación a que el municipio ha recibido pacientes de Sibaté, Madrid, Chía, La Mesa, Cáqueza y Caparrapí, e incluso de Villavicencio e Ibagué, así como asevera que “el pico de Bogotá nos pegó a nosotros y tuvimos que recibir gente de la capital, pero pues para eso están las UCI, no para estar desocupadas”.

Por ello, una vez se empezaron a disparar las cifras, con la Gobernación se acordó dejar de recibir pacientes de otros municipios en Soacha y se empezaron a aplicar otras medidas, como la habilitación del teatro Xua, por tres meses, para la extensión del Hospital Mario Gaitán Yanguas, que será para atención de urgencias respiratorias y toma de muestras PCR. De la misma forma, no se descarta el uso de otros espacios, como colegios, para reducir la presión de la demanda en las salas de urgencias.

Al respecto, el gerente del COVID-19 en Cundinamarca, Javier Suárez, señaló que desde la llegada del segundo pico se han instalado en el departamento 78 nuevas UCI. “Esta ola es muchísimo más grande que la anterior y comenzó a aumentar a partir del 31 de diciembre y el pico más grande fue el 1° de enero, cuando pasamos de tener alrededor de 300 nuevos casos diarios a registrar 900; incluso hemos tenido reportes de más de mil casos. En este momento estamos tratando de hacer frente a todo esto”.

La situación particular que tiene Cundinamarca, además de reportar siete municipios en los que no se ha registrado ningún caso, es que en la mayoría de los municipios no existen centros de atención de alta complejidad y, en el peor de los casos, solo tienen centros asistenciales públicos de primer nivel, por lo que dependen del traslado a los hospitales regionales como la Samaritana en Girardot o Bogotá, el nuevo hospital de Zipaquirá o el Gaitán, de los que no solo dependen municipios sino provincias completas.

Ante el panorama, Suárez es optimista y asegura que medidas como el toque de queda, el pico y cédula y las restricciones a la venta de bebidas embriagantes han servido para reducir la presión sobre el sistema de salud. “Esas medidas realmente han funcionado, nos han ayudado a descongestionar los servicios de urgencias a los que llegaban casos de riñas y accidentes de tránsito, que, aunque no fueran por COVID-19, congestionaban los servicios”.

Pese a ello, según Luis Jorge Hernández, experto en salud pública de la Universidad de los Andes, no hay que bajar la guardia, pues el pico continuará, en similares circunstancias a las de Bogotá, hasta finales de enero. “Muy seguramente durante todo el mes la tendencia va a ir en aumento, porque seguimos recibiendo las consecuencias de la noche de velitas, de Navidad y de Año Nuevo. Máximo, se mantendrá así hasta la primera semana de febrero y después comenzará a bajar el pico”.

A la espera de la vacuna, el departamento ya presentó al Gobierno el plan con el que llegarían a los 116 municipios. Mientras tanto, se presumen nuevas medidas esta semana, pues si bien ya se está dando por terminada la temporada turística, preocupa el aumento de casos activos en municipios como Zipaquirá y la presión que se mantiene en las UCI. “Lo que habíamos ganado en nueve meses lo estamos perdiendo en cuestión de veinte días, porque nos relajamos en diciembre”, dice Suárez, así que por ahora las únicas respuestas siguen siendo el autocuidado y el compromiso de los cundinamarqueses con las medidas.

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