Tras el aguacero de críticas que soportó la administración por no haber incluido articulados eléctricos en la renovación de buses de Transmilenio (TM), el pasado 10 de junio se anunció la apertura de una licitación exclusiva para comprar 594 vehículos para el SITP con esta tecnología, con los que se cubrirían varias rutas en las zonas de Perdomo, Fontibón, Suba Centro y Usme.
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on entusiasmo, el alcalde Enrique Peñalosa indicó que gracias a este proceso, Bogotá contaría con la flota más grande cero emisiones de Latinoamérica en su transporte público. Su promesa le sirvió hace poco para aplacar los nuevos reproches, cuando Cali y Medellín presentaron sus primeros buses eléctricos. Hoy, pasados tres meses desde la apertura de la licitación, el proceso fracasó, luego de ser declarado desierto.
Al igual que en la licitación para comprar los buses de TM, esta también estaba dividida en cinco lotes. Para cada uno se buscaba una dupla integrada por una empresa que vendiera los vehículos (provisión) y otra que los operara. Los lotes los discriminaron de la siguiente manera: (1) Suba Centro, con 91 buses; (2) Fontibón, con 112; (3) Perdomo, con 109; (4) cabecera de Fontibón, con 117, y (5) Usme, con 124. A estos se sumarían 41 vehículos de reserva, para las diferentes zonas.
El proceso arrancó y, como esperaba el Distrito, muchas compañías mostraron interés. Al menos, así lo evidencian las 336 observaciones que hicieron 20 empresas o sus abogados a los pliegos definitivos de condiciones. Sin embargo, tras responder los reparos, de hacer ajustes a las condiciones y de varios aplazamientos, el jueves (fecha para la recepción de propuestas), solo se presentó una dupla: Electribuses Bogotá y Somos Operación SAS., la cual no cumplió los requisitos y fue descartada.
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La gerente de Transmilenio, María Consuelo Araújo, explicó que a pesar de que radicaron unos documentos, no subieron su propuesta completa al portal de contratación en el tiempo estimado, lo que generó su descalificación. Ante la falta de oferentes, al Distrito no le quedó otra opción que declarar desierto el proceso. “El compromiso de la administración es continuar en la senda del ascenso tecnológico y la modalidad eléctrica. Por esta razón, insistiremos en el proceso y adelantaremos una selección abreviada”, agregó Araújo. La nueva licitación para la provisión y operación de buses eléctricos se abrirá el lunes 23 de septiembre de 2019 y esperan adjudicar en octubre.
Se bajaron del bus
Las razones que dieron varios empresarios para desistir se resumen en una frase: no eran negocio. “Aunque Transmilenio hizo varios ajustes tratando de que se interesaran más oferentes, el modelo financiero daba pérdidas. No sabemos cómo lo va a lograr la empresa que se presentó. Seguro, si se le adjudican algún lote, después buscará que le reajusten el contrato. Lo cierto es que esta licitación fue un fracaso para la ciudad”.Pero más allá del negocio, algunos abogados que le hicieron seguimiento al proceso, resaltan otra razón fundamental: la desconfianza del sistema financiero y de las aseguradoras frente al SITP de Bogotá. Esto, debido a la crisis económica que arrastra el sistema de transporte desde que empezó su implementación, lo que genera que los viejos operadores tengan grandes deudas atrasadas con los bancos. Ni siquiera la reciente renegociación de los contratos sirvió para mejorar el clima.
“Esta desconfianza incrementó por un detalle adicional: a diferencia de los contratos de la renovación de flota de Transmilenio, en esta licitación el Distrito no comprometió vigencias futuras para respaldar el negocio, en caso de un gran desequilibrio entre la tarifa que paga el usuario y la tarifa técnica (lo que realmente cuesta movilizar un pasajero). Aunque dijeron que eso se garantizaría con el Fondo de Estabilidad Tarifaria (FET), este no tiene un reglamento claro y los financiadores no se sintieron cómodos con eso”, agregaron.
A esto se sumaron otros reparos como la exigencia de mantener una multimillonaria suma de dinero de reserva, denominada garantía líquida de mantenimiento, en caso de incumplimiento de uno de los contratistas; el valor de las garantías contractuales, y que no se les reconocía a los operadores los kilómetros recorridos sin pasajeros, para ir a recargar las baterías de los buses.
“El tema es que para los interesados al final no cerró el modelo financiero, no ofrecía una rentabilidad mínima. De hecho, los costos de operación eran 30% más altos que los presupuestados en la estructuración del negocio hecha por el Distrito. Y para completar, dicha estructuración se hizo con un dólar a $3.100 y no de $3.400 como está ahora”, concluyeron los profesionales en derecho.
Por ahora, el Distrito tendrá que abrir una nueva licitación abreviada para tratar de adjudicar antes de que termine esta administración los contratos y, de esta manera, cumplir la promesa inicial: hacer que Bogotá cuente con la flota de buses eléctricos más grande de Latinoamérica.