Esta estructura criminal operaba desde hace dos años en el sector de El Tango, en el barrio Colina de la localidad de Rafael Uribe Uribe, bajo amenazas y homicidios. Adicional a esto, presuntamente se dedicaban a prestar sus servicios como delincuentes para hurtar entidades bancarias y también eran contratados como sicarios a sueldo.
Según la investigación de la Policía, tras el asesinado del líder de la organización, su hijo ‘Stiven’ tomó las riendas del “negocio familiar” en el que también delinquía supuestamente su progenitora, su hermana, una de sus tías, su compañera sentimental y uno de sus cuñados.
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Cuando la banda empezó a operar en el sector de Molinos, habría comenzado a utilizar menores de edad como ‘campaneros’, quienes les avisaban cuando había controles de la Policía, y también para que fueran ellos los que transportaran los alucinógenos de un sector a otro, evitando levantar sospechas.
En la investigación adelantada por la SIJIN de Bogotá, se estableció la responsabilidad de esta estructura criminal en tres homicidios, sin embargo, aún continúan las indagaciones, teniendo en cuenta que se les sindica de al menos 10 muertes violentas.
En cuanto a la venta de estupefacientes, se les sindica de vender sustancias en parques y alrededores de colegios, obteniendo ganancias que alcanzaban los $3 millones diarios.
Un juez, los cobijó con medida de aseguramiento por los delitos de homicidio agravado, concierto para delinquir con fines de microtráfico y porte de armas de fuego.
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