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Tras una intervención que se extendió durante cinco meses y que demandó una inyección de recursos por el orden de $600 millones, este viernes fue entregada una renovada plazoleta del Chorro de Quevedo, uno de los mayores patrimonios históricos del centro de Bogotá.
De acuerdo con el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural (IDPC), pese a ser uno de los sitios más visitados de la ciudad, hace más de tres décadas que no era intervenido de forma integral: proliferaban entonces los grafitis, el desaseo y en general, el deterioro de la estructura.
Mauricio Uribe, director del IDPC, sostuvo que El Chorro presentaba deficiencia en la evacuación de aguas de escorrentías, acumulación de residuos y degradación en la superficie. “Por primera vez desde 1986, esta plazoleta es intervenida con obras de restauración y equipamiento urbano. Con la renovación del piso, señalización, iluminación y las plantas (instaladas para su embellecimiento, con la asesoría del Jardín Botánico de Bogotá), el Chorro tiene una nueva cara”, destacó la administración distrital.
Al momento de la restauración, los funcionarios del Instituto se encontraron con una superficie con graves problemas de accesibilidad, por lo que se cambió el acabado del piso, se hicieron nivelaciones y se retiraron los obstáculos que impedían la movilidad de personas en condición de discapacidad. Adicionalmente, se rehabilitó y pintó el muro de la arcada, y la figura del malabarista recibió un tratamiento de protección. “Muchos espacios tenían rayones y estaban descuidados, además instalamos luces led que mejorará totalmente la iluminación de este sitio”, explicó Uribe.
A su turno, el alcalde Enrique Peñalosa celebró que, después de 31 años, volverá a correr agua en la emblemática pila de agua de la plazoleta del Chorro de Quevedo. “Hoy renace la fuente del Chorro y renovamos completamente su plaza, no solo para recuperar la historia de Bogotá, sino también para mejorar la seguridad del sector y revivir el sentido de pertenencia de la comunidad”, señaló el alcalde desde el sector de La Candelaria.
La intervención se enmarca en un proyecto que busca dejar una hoja de ruta a 20 años y que está acompañado de un plan de obras que les cambiará el aspecto a los sitios más visitados de la ciudad. Como epicentro de este plan se eligió La Candelaria. La razón es simple: es la más turística de Bogotá, al concentrar la mayor parte del patrimonio histórico: la Plaza de Bolívar, el Chorro de Quevedo, el Museo Santa Clara, el Teatro Colón, entre otros.
“La recuperación del espacio público del corazón de Bogotá representa la protección de las riquezas culturales, arquitectónicas, urbanísticas, patrimoniales y turísticas. Estas apuestas benefician el turismo local, el desarrollo cultural y enaltecen su valor patrimonial, haciendo de la localidad de La Candelaria un paraje imperdible”, precisó la administración.