Días de coronavirus y de héroes anónimos: el rappitendero venezolano Warner Contreras Useche

Es uno de los 20 mil domiciliarios de Rappi en Colombia. Cuenta su travesía hasta Bogotá con su esposa y cómo trabajan y ahorran para terminar sus carreras profesionales.

Nelson Fredy Padilla *
26 de marzo de 2020 - 01:00 p. m.
Warner entrega un pedido de medicinas y pañales para una adulta mayor en el norte de Bogotá. / Fotos: Nelson Padilla
Warner entrega un pedido de medicinas y pañales para una adulta mayor en el norte de Bogotá. / Fotos: Nelson Padilla

Cree que lo bautizaron Warner por las películas de Hollywood y con el mismo buen humor con que enfrenta cada día, por más adverso que sea, cuenta la experiencia como protagonista de una historia de riesgos y aventuras en la que se convirtió su vida desde hace un año y medio; dejó Venezuela en busca de mejores oportunidades y ahora trabaja como repartidor de domicilios en plena crisis del coronavirus. Para ayudar a sostener a su familia es uno de los aproximadamente 20 mil rappitenderos que hay en Colombia. Sólo en Bogotá, cerca del 60% son venezolanos, según informó a finales del año pasado el Observatorio Laboral de la Universidad del Rosario. (Otro héroe de estos días, el escobita Elkin Londoño).

"Me llamo Warner Contreras, nací hace 23 años en San Cristóbal, Venezuela, estado Táchira. Llegué a Bogotá hace un año y medio con mi esposa Eriadna Alejandra (22 años). Obligados por la situación económica, dejamos a nuestros padres y familiares y salimos por vía terrestre hasta San Antonio, de ahí a Cúcuta y luego a Bogotá en bus. Nos acomodamos con la ayuda de un hermano y algunos amigos que habían llegado antes. Trabajamos seis meses buscando el diario en salsamentarias y minimercados.

Con Rappi llevamos un año. Por lo de la cuarentena estos días estamos concentrados en supermercados, farmacias y fruvers. Ya los restaurantes casi no están sacando pedidos, en parte porque la gente dice que mejor no pide por el temor a la contaminación. Les hemos dicho que mantenemos las medidas que nos han pedido los de la aplicación; manejar con mucho cuidado la comida, usar el tapabocas, los guantes, el antibacterial cada vez que entrego un pedido o agarro efectivo, lavar bien la ropa del día.

Lo más problemático son las filas de domiciliarios que se arman últimamente. Aparte toca pagar mercados grandes, hasta de 500 mil pesos. No caben en la mochila y toca usar la parrilla, poner sobre el tanque, hasta colgar en los retrovisores. La clave es manejar con cuidado y respetar las normas de tránsito. Dentro de lo posible, estamos al día con pasaportes, Permisos Especiales de Permanencia y licencia de conducción. Nos falta solicitar la cédula de extranjería. (Yaneth Gómez, vendedora de frutas, una heroína en días de coronavirus).

Todo esto nos cambió radicalmente la rutina de vida, solo tenemos tiempo para trabajar. Ojalá algún día podamos terminar de estudiar: Yo llegué hasta cuarto semestre de español y literatura y Eriadna hasta cuarto año de derecho. Ella está a un paso. A mí me gustaba leer obras de romanticismo, sobre todo a Mario Benedetti, el que escribió el poema ‘Pero vengo’”.

PERO VENGO (Mario Benedetti, poeta uruguayo)

Más de una vez me siento expulsado y con ganas
de volver al exilio que me expulsa
y entonces me parece que ya no pertenezco
a ningún sitio, a nadie.
¿Será en indicio de que nunca más
podré no ser un exiliado?
¿Qué aquí o allá o en cualquier parte
siempre habrá alguien que vigile y piense,
éste a qué viene?
Y vengo sin embargo tal vez a compartir cansancio y vértigo
desamparo y querencia
también a recibir mi cuota de rencores
mi reflexiva comisión de amor
en verdad a qué vengo
no lo sé con certeza
pero vengo.

* @NelsonFredyPadi / npadilla @elespectador.com

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Por Nelson Fredy Padilla *

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