Dilan Cruz: el rostro de los excesos de violencia en las protestas

Un joven de 18 años resultó herido por el aparente uso desproporcionado de la fuerza de agentes del Esmad. Este hecho es el reflejo de algo que nunca debió ocurrir. La Policía pidió investigar el caso. Siguen los cacerolazos.

Felipe García Altamar - @FelipeAltamar (fgarcia@elespectador.com)
24 de noviembre de 2019 - 11:03 p. m.
 Los disturbios del sábado dejaron 29 civiles heridos, entre ellos cinco mujeres. / Mauricio Alvarado
Los disturbios del sábado dejaron 29 civiles heridos, entre ellos cinco mujeres. / Mauricio Alvarado

Un estudiante de 18 años hoy es el reflejo de cómo la jornada de protesta pacífica en Bogotá, que comenzó el pasado 21 de noviembre, se fue transformando con el paso de las horas y de los días en una jornada de violencia y excesos, tanto de algunos vándalos como de algunos agentes de la Fuerza Pública. El caso de Dilan Mauricio Cruz Medina, quien resultó gravemente herido el sábado, en medio de un enfrentamiento con el Escuadrón Antidisturbios de la Policía (Esmad), sumado a las dos personas que murieron en Buenaventura y una Candelaria (Valle), son el rostro de lo que no ha debido suceder.

La impactante escena quedó registrada en videos desde diferentes ángulos, la cual se desarrolla cuando el Esmad dispersaba las marchas en el centro de la capital. En las grabaciones se nota cómo Cruz corría junto a otros manifestantes para evitar las granadas aturdidoras y los gases lacrimógenos. También cómo recogió dos de esas granadas para devolvérselas a los agentes. Su acto lo dejó rezagado y expuesto. Luego un disparo, seguido de gritos “le dieron, le dieron”. El joven se desplomó en la calle 19 con carrera 4ª. Hoy su diagnóstico de salud es reservado.

Este episodio, el más grave de la jornada de protestas, fue el que mayor indignación ciudadana despertó en el tercer día de paro, que se agudizó por la forma como la Policía dispersó la multitud que intentaba ingresar a la Plaza de Bolívar para hacer un cacerolazo: los sacaron a punta de lacrimógenos, justo cuando cantaban el himno nacional en señal de tregua.

Varios promotores de las manifestaciones, incluso, denunciaron que había agentes del Esmad y de la Policía sin números de identificación en sus cascos o estructuras de protección, que permitieran denunciar de forma particular los excesos.

Paradójicamente todo este episodio violento contrastó con los múltiples cacerolazos y plantones que adelantaron los ciudadanos en zonas como el Parque de los Hippies, el Portal de la 80 y barrios vecinales que, sin la presencia del Esmad, se desarrollaron el fin de semana con normalidad.

Seguidilla de agresiones

Lo ocurrido con Cruz es una de las tantas denuncias de excesos de la Fuerza Pública, que se vienen haciendo desde el primer día de protestas. En la noche de ese 21 de noviembre, por ejemplo, a las afueras de la Universidad de los Andes, miembros de la Policía atacaron a Diana Rocío Pinzón hasta dejarla inconsciente. La agresión también quedó registrada en un corto video, en el que se ve cómo los uniformados, fuera de haberla golpeado con extrema violencia, la arrastran por unas escalinatas y la dejan tendida en el suelo.

Otros fueron el que ocurrió en la Universidad Nacional (y que se volvió viral en redes sociales), en el que se ve a un agente del Esmad darle una patada voladora en el rostro a una joven, cuando esta intentó evitar la aprehensión de uno de sus amigos; el del Portal de Las Américas, en el que grabaron a dos policías mientras pateaban a un muchacho que está tendido en el suelo, o el momento en el que un miembro del Esmad le dispara a quemarropa, con un lanzagranadas, a un joven que pasó por su lado corriendo desarmado.

Estos son apenas varios de los episodios que han rodeado las manifestaciones y disturbios, entre los que también se encuentran las violentas agresiones a los uniformados, que también han sido registradas por la ciudadanía a través de redes sociales. Entre el jueves y el sábado los choques habían dejado 351 manifestantes y 182 policías heridos, multimillonarios destrozos a la infraestructura y casi 170 personas detenidas.

Según el reporte de la Secretaría de Salud, solo en la jornada del sábado se reportaron 29 heridos, entre ellos cinco mujeres, de las cuales una era menor de edad. Los trasladaron a la Clínica San Rafael(2), Hospital San Ignacio (7), USS El Guavio (1), Clínica Santa María del Lago (1), HOCEN(2), Hospital Infantil San José (2), Kennedy (11), Meissen (1) y Clínica Colombia (1).

Ante las denuncias de abusos de autoridad, el director de la Policía, general Óscar Atehortúa, informó que la Inspección General de la institución ya adelanta 13 investigaciones preliminares contra policías, y que ocho casos están en manos de la justicia penal militar, para determinar las circunstancias que rodearon los hechos en los que se vieron involucrados los uniformados. “Lo hicimos de oficio, sin esperar las denuncias. Espero que la comunidad también exija lo mismo contra los vándalos que atacaron e hirieron a nuestros uniformados”, puntualizó Atehortúa.

La incertidumbre por Dilan

Para los familiares y allegados de Dilan Cruz, la noche del sábado fue de angustia y miedo, pero también de esperanza. El joven, estudiante del colegio Ricaurte, quien hace unos días finalizó sus estudios y está próximo a recibir su diploma como bachiller, llegó al Hospital San Ignacio con signos vitales mínimos.

Cruz fue acompañado hasta el centro asistencial por dos de sus amigos, que también estaban en la manifestación. Posteriormente llegaron unos familiares. Desde el momento en el que cayó herido hasta su ingreso a urgencias pasaron al menos 25 minutos, tiempo durante el cual la lucha fue por mantenerlo con vida. Por eso el joven fue sometido a varias reanimaciones.

Después de varios minutos el hospital emitió un parte médico inquietante: Dylan tenía un elemento contundente alojado en su cabeza, justo arriba de la nuca. También sufrió un paro cardiorrespiratorio, por el que tuvo que ser reanimado de nuevo. Al final de la noche lo trasladaron a cuidados intensivos, donde lo dejaron con respiración mecánica y en coma inducido, es decir, un estado de inconsciencia profunda, para minimizar su actividad cerebral y evitar un aumento en la presión del cráneo.

A la incertidumbre por el estado de salud del joven se sumaron las dudas sobre el desarrollo del proceso judicial alrededor del hecho. Aún aturdidos por la noticia, mientras algunas personas les decían que se tomaran su tiempo para denunciar, otras les decían que debían hacerlo de inmediato y que, de hecho, los podían llevar hasta la URI en Puente Aranda, para iniciar los trámites.

“Hasta acá llegó una camioneta y los dos ocupantes nos pidieron que nos montáramos para que nos fuéramos de inmediato a Puente Aranda a interponer la denuncia. Nos dijeron que su afán era porque solo teníamos 36 horas para hacer el trámite”, comentó Sergio, amigo de Cruz hace cinco años y quien estaba junto a él en la manifestación.

Un delegado de la Defensoría del Pueblo, que al final de esa noche trató de canalizar las denuncias de los familiares y amigos del joven, confirmó que la familia no quería tocar, por ahora, el tema judicial. “Por ahora están asimilando la situación y ya tienen a su disposición todos los servicios de la Defensoría”.

Y agregó que “varias personas fueron citadas para tomarles las declaraciones, porque el proceso ya está abierto. Y aunque, en efecto, es un procedimiento que se debe hacer en una URI, no tiene ningún término. La recolección de elementos probatorios se inicia con la recopilación de elementos en el lugar de los hechos y la única entrevista urgente es al médico tratante”.

El desasosiego de los cercanos al joven herido se mitigó cuando una masiva concentración de manifestantes llegó hasta el Hospital San Ignacio, para enviarle fuerza y mensajes de apoyo. Allí hubo sonidos de cacerolas, velas y plegarias por Cruz. En el punto donde ocurrió la agresión también se congregaron varias personas, que hasta altas horas de la madrugada se acostaron alrededor de la marca de sangre, en la que pusieron flores y mensajes de aliento.

Y ayer, frente a las instalaciones del colegio Ricaurte, otra numerosa concentración rechazó el ataque que sufrió Cruz y envió un mensaje al Gobierno sobre la necesidad de ponerles más límites a los miembros del Esmad.

Los límites del Esmad

Según el manual de manejo de multitudes de la Policía, solo se puede recurrir al uso de la fuerza en momentos excepcionales, como la prevención de un delito y la captura de un presunto delincuente. Sin embargo, siempre debe hacerse bajo el principio de proporcionalidad, y el Esmad, en teoría, solo puede usar armas no letales en una escala gradual.

Lo primero es “demostrar fuerza” mediante el uso de granadas de aturdimiento y gas pimienta. Luego el lanzamiento de agua desde las tanquetas y el uso de granadas de gas de mano, y como medida extrema, el disparo de balas de goma. Justo esto es lo que preocupa sobre el caso de Cruz, pues mientras algunos de sus allegados dicen que lo que quedó alojado en su cráneo fue una granada de gas lacrimógeno, otros dicen que era una bala de goma. Lo cierto, por ahora, es que no hay claridad sobre el objeto, e incluso, al cierre de esta edición, los familiares no habían recibido nuevos reportes médicos.

En investigación

Por la gravedad del hecho, diferentes entes de control anunciaron seguimiento al caso de Cruz. La Procuraduría abrió una indagación disciplinaria y aseguró que los uniformados del Esmad están impidiendo de forma autoritaria las concentraciones. Según el ente de control, con sus acciones están vulnerando la Constitución Política, en tanto en su artículo 37 se lee que “toda parte del pueblo puede reunirse y manifestarse pública y pacíficamente. Solo la ley podrá establecer de manera expresa los casos en los cuales se podrá limitar el ejercicio de este derecho”.

La Defensoría del Pueblo también manifestó su preocupación por el trato desmedido de la fuerza por parte del Esmad y le solicitó a la Policía valorar las acciones y enmarcarlas en el respeto a los derechos humanos. La Policía, hoy en el ojo del huracán, lamentó los hechos y aseguró que llegará hasta las últimas instancias para esclarecer esta y las demás denuncias que han hecho sobre su proceder en las marchas del paro.

“Se inició una indagación preliminar para establecer el tiempo y modo de cómo ocurrieron los hechos. Así como me he comprometido con la restauración del orden y la seguridad, ya tomamos contacto con la Policía y la Fiscalía para que se ubiquen las responsabilidades a que haya lugar”, anunció el comandante de la Policía Metropolitana de Bogotá, Hoover Penilla.

Sobre las manifestaciones del sábado, el alcalde Enrique Peñalosa dijo que se registraron cuando la Policía trató de evitar que la marcha se dirigiera al Icetex. “El jueves y el viernes los manifestantes habían ido al Icetex para atacar el edificio y agredieron a cuatro policías, dos de ellos de gravedad. El sábado los uniformados tenían la misión de evitar que los manifestantes se dirigieran a este sitio”.

Sobre el caso de Dilan, el mandatario no solo resaltó que la primera atención la recibió por parte de gestores de convivencia de la Secretaría de Seguridad, sino que dio instrucciones a las secretarías de Educación y Salud para que den todo el apoyo a su familia. “La información que tenemos es que se encuentra estable, aunque grave. Quiero señalar que la Personería ha venido acompañando todas las intervenciones de nuestros policías; que la Procuraduría hizo ya una visita y una inspección, para empezar a revisar los hechos que llevaron a que el joven resultara herido, y que la Fiscalía inició también una investigación para dirimir cuáles fueron los hechos”, dijo Peñalosa.

Las manifestaciones, por ahora, no se detendrán. Para hoy hay convocadas nuevas movilizaciones, en especial por parte de estudiantes, en rechazo a la agresión que sufrió Dilan Cruz, y organizaciones feministas, como conmemoración del Día Internacional por la Eliminación de las Violencias contra Mujeres. Sin embargo, seguro a estas se sumarán ciudadanos espontáneos, por lo que el actuar de las autoridades estará más vigilado que nunca.

Por Felipe García Altamar - @FelipeAltamar (fgarcia@elespectador.com)

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