El atentado del centro comercial Andino

El sábado 17 de junio de este año, para la víspera del Día del Padre, un artefacto explotó dentro de uno de los baños del establecimiento. En los hechos murieron tres mujeres y nueve personas resultaron heridas, entre ellas los padres de Rodolfo Velásquez.

Rodolfo Velásquez
31 de diciembre de 2017 - 02:00 a. m.
En el atentando en el Andino murieron Lady Paola Jaimes, Julie Huynh y Ana María Gutiérrez.  / Cristian Garavito
En el atentando en el Andino murieron Lady Paola Jaimes, Julie Huynh y Ana María Gutiérrez. / Cristian Garavito

Fuimos a almorzar al centro comercial Avenida Chile y luego caminamos hasta el Andino. Me quedé con mi novia viendo unas gafas en el primer piso y mis padres subieron porque mi mamá quería ir al baño.

Fueron juntos y luego escuchamos el estruendo. Creímos que se había caído una valla o se había presentado un incidente en el ascensor, pero no pensamos que hubiese sido una bomba. La gente empezó a correr, entonces llamé por teléfono a mi papá y me dijo: “Algo pasó”. En ese momento salí corriendo y lo encontré estupefacto en la puerta del baño, pero por el furor del momento entré por el túnel largo que conduce a los baños buscando a mi mamá y lo primero que vi fue a Pilar Molano en el suelo. No entendía ni sabía qué había pasado, pensé que era un estallido en una planta eléctrica, pero vi a otra chica que luego supe que era Lady Paola Jaime Ovalle, que fue una de las tres víctimas mortales.

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Ya dentro del baño de mujeres vi todo destruido, no quedaba nada más que baldosas y espejos rotos. En medio de la confusión sólo opté por gritar “¡Mamá!” y lo particular es que ella salió por otro lado del baño. Nunca nos cruzamos. Al salir me entró una llamada de ella y descansé. Pensé que ella había muerto, porque estaba todo destruido.

Mi mamá María Aura García salió junto con otras tres mujeres caminando. Ella estaba en shock, perdida. Evacuaron el centro comercial y las unidades de socorro los atendieron. Allí estábamos con otra señora que perdió la audición. Nos tocó esperar una hora mientras llegaron las ambulancias que llevaron a mi madre y mi padre, Luis Roberto Velásquez, a la Clínica Country. Ambos con un dolor tremendo de oídos y cubiertos de polvo.

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Luego de eso tuvieron un acompañamiento médico, psicológico y psiquiátrico, con personal médico especializado en audiología. Así comenzó un proceso en el que nos encontramos con las demás víctimas y la Fiscalía. El abogado Francisco Bernate asumió el caso de todos, en un acompañamiento social porque casualmente cinco de las personas que sobrevivieron son de bajos recursos.

De parte del centro comercial nunca hemos tenido un acompañamiento formal. Sabemos que el Andino también es víctima, pero al fin de cuentas es un establecimiento comercial, con intereses particulares. Según sabemos, sólo hasta tres días después la entidad pudo retomar la estabilidad de sus ventas.

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Luego de que la Fiscalía mediara en el asunto y presionara para que investigaran el caso, se abrió el espacio para dialogar con la administración. Ellos manifestaron que intentaron comunicarse con las seis mujeres, pero no pudieron lograrlo. Nosotros les manifestamos que en redes sociales y en los medios estaban los datos de todos y que eso no era una excusa para no ponerse en contacto. Pero luego de eso tampoco intentaron volver a buscar a las víctimas. Creemos que hubo una revictimización: después de eso, ellos emitieron un comunicado en el que dijeron que sí nos habían apoyado, pero eso no es cierto.

A todos los afectados por el atentados les cambió la vida y ninguno la ha tenido fácil. Por ejemplo, Yuri Belly Céspedes se dedica a cuidar a personas de la tercera edad y duró tres meses sin unas gafas. Pilar Molano necesita una prótesis biónica y Margarita Ramírez es una chica de bajos recursos que ha tenido muy poco apoyo.

Al principio sí aparecieron unas entidades, como la Secretaría de Salud y Presidencia, pero ya después de un mes hubo otras noticias y otros hechos en el país. La situación pasó a un segundo plano para el Distrito, el Hospital Militar y el Gobierno Nacional. Ninguno volvió a llamarlos.

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No existe apoyo alguno para todas estas personas; no se ha remediado nada en profundidad. Todos tuvieron que ir a una EPS y hacer los trámites correspondientes. ¿Y la justicia en contra de los responsables? Cuando uno es víctima ya no interesa quién fue, quién lo hizo o qué motivación tenían. Lo que preocupa, a partir de ese momento, es la salud y el hecho de haber sobrevivido. Sabemos que hay personas capturadas, pero nunca hemos hecho un juicio sobre eso.

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Ya han pasado seis meses y cada uno por su cuenta ha intentado hacer lo suyo. Por nuestra parte, mis hermanos y yo seguimos ayudando a nuestros padres con sus cuidados médicos y citas, y las demás personas retomaron su vida laboral, con sus dolores de cabeza y sus dolencias.

Los daños psicológicos quedan de por vida. Se pierde la tranquilidad. Basta con escuchar un ruido para que de inmediato sintamos una profunda incertidumbre, un temor que se despierta con tan solo entrar a un baño. Siempre se vive con la psicosis y el solo hecho de pensar en entrar al centro comercial causa terror. Sin embargo, esa es la vida que nos ha tocado llevar desde que ocurrió el atentado en el centro comercial Andino.


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Por Rodolfo Velásquez

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