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El debate por el decreto para edificios altos en Bogotá

El alcalde electo dijo que eliminará la norma. A septiembre se habían aprobado 565 licencias de construcción, de las cuales 17 son para edificios de más de 12 pisos, según datos oficiales.

Verónica Téllez Oliveros, Susana Noguera
07 de noviembre de 2015 - 03:01 a. m.

Cuando se le preguntó a Enrique Peñalosa por la primera decisión que tomará al asumir la Alcaldía, fue claro: eliminar el decreto 562, conocido como el de los rascacielos, que permite la construcción de grandes edificios para densificar zonas de la ciudad. La norma ha generado debate desde su expedición. Por un lado están sus detractores: un grupo de constructores (representados por Camacol) y residentes de las zonas en las que se podría construir. Por el otro, los defensores: la administración Petro y otros constructores, que quieren edificar en zonas más comerciales. Ante las diferentes posiciones, les contamos cuántos proyectos se han aprobado con la norma y dónde se harán, y explicaremos algunos puntos del debate.

El decreto

Primero hay que decir que la norma busca estimular la construcción en altura en el centro ampliado, entre la calle 127 y la avenida Primero de Mayo y desde la avenida Circunvalar hasta la Boyacá. A la luz del decreto, por ejemplo, avanza un proyecto de 15 pisos en el barrio Antiguo Country (norte de la ciudad), donde antes sólo se permitían máximo ocho. Evidentemente las cosas cambian cuando se proyectan edificios de casi el doble, pero hay que aclarar que a la fecha nadie ha propuesto construir en un barrio un rascacielos de 67 pisos como el gigante BD Bacatá.

De hecho, la norma tampoco pretende que haya rascacielos de ese tipo por toda la ciudad y en la práctica tampoco se han autorizado. Según el Distrito, quienes pidan licencias para edificios demasiado altos deben tener un gran terreno (en el mismo lugar de la obra) para cederlo como espacio público y compensar a la ciudad. Los de menor altura podrán compensar a la ciudad con dinero.

Hasta septiembre, según la Secretaría de Planeación, cobijados por este decreto se habían aprobado 565 construcciones. Curiosamente, de ellas, 369 son para obras de tres pisos (65%), 159 para edificios de hasta siete (28%) y 17 para proyectos de más de 12 pisos. Como dato particular, sólo se ha expedido un permiso para un edificio de 26 pisos (ver infografía). Es decir, aún no hay una gran densificación.

Sin embargo, los vecinos y algunos urbanistas tienen temores por los impactos de los nuevos proyectos. ¿Cuáles son sus críticas y qué responde el Distrito? A continuación, algunos puntos.

Movilidad y alcantarillado

Camilo Santamaría, urbanista y habitante del Antiguo Country, ha dicho que, si se construyen torres de más de 15 pisos, la red vial y las tuberías colapsarían, pues no han sido adecuadas para atender una densidad mayor de población.

A esto, Planeación ha respondido que se busca que, a largo plazo, más ciudadanos vivan cerca de su trabajo, aumentando la oferta de viviendas. Además, la empresa de Acueducto ha garantizado que las redes matrices pueden atender la demanda. “El problema sería en el caso de las redes locales, pero tendría que ser una gran urbanización. El decreto 562 se aplica en barrios formales, con redes de alcantarillado urbanas y con una proyección de densificación”, aseguró Antonio Avendaño, director de economía urbana de la Secretaría de Planeación.

Calidad de vida

Los vecinos del Antiguo Country también han dicho que su calidad de vida y el precio de sus apartamentos decrecerían, ya que la nueva obra obstruiría la luz solar y las corrientes de aire que hoy, de alguna manera, valorizan sus apartamentos. Respecto a la luz solar, Planeación indica que los constructores tienen que cumplir normas como la distancia de su proyecto con respecto a sus vecinos para garantizar ventilación e iluminación.

Avendaño agrega que se calcula que en 10 años la población capitalina habrá aumentado en un millón de personas. “Nos estamos preparando, si no, sería un problema. Eso asegura la calidad de vida de los bogotanos. La norma se basa en la proyección de lo que va a existir”.

Estética de la ciudad

A Alberto Mendoza, otro vecino del barrio Antiguo Country, le preocupa lo que pase después de que se levante la primera torre. “Nos veremos invadidos por edificios que rompen con la estética del barrio”. También cree que el decreto dará vía libre a torres cada vez más altas, sin importar las consecuencias. Frente a esto, Avendaño aclara que la idea de que un perfil urbano homogéneo es una ciudad bonita, no siempre es así. “En Nueva York cada edificio es de diferente altura y estilo, pero eso no le quita estética. Las oficinas caras necesitan servicios de restaurantes, parqueaderos y otros. Esto genera construcciones de diferentes tamaños. Ese no es un debate que se dé sólo en Bogotá”, anota.

Es un invento reciente

Muchos han criticado el decreto diciendo que no está bien pensado y que es probable que lo tumbe la demanda que interpuso Camacol. Armando Lozano, director de norma urbana de Planeación, afirma que desde el año 2000, en el Plan de Ordenamiento Territorial, expedido justamente en la administración del alcalde electo, Enrique Peñalosa, se estableció como meta densificar el centro y evitar la urbanización de baja densidad. “Lo que estamos haciendo es implementando ese mandato”, agregó.

Espacio público

En cuanto a la preocupación de algunos, como Camacol, por el hecho de que la ciudad supuestamente pierda espacio público, porque los proyectos pueden compensar sus obligaciones en ese sentido con dinero, Planeación aclara que no todos los edificios pueden pagar en vez de hacer espacio público.

Para un edificio de 40 pisos no es posible que el constructor pague en dinero las cargas. “Por ejemplo, si la Torre Colpatria se fuera a construir hoy, con el decreto 562 vigente, tendría que comprar un poco más de la manzana completa para poder generar un parque, porque pagando las cargas en efectivo sólo hubiera podido llegar a 18 pisos. Cuando son edificios más pequeños, es más práctico que paguen y el Distrito determine dónde crear espacios públicos. Cuando es más alto, no podrá ser así”, concluyó Avendaño.

Por Verónica Téllez Oliveros, Susana Noguera

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