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Esta semana hubo dos intentos fallidos por comenzar el juicio contra Hugo Alejandro Zabaleta, hasta ahora el único detenido como presunto responsable del crimen de Luisa Fernanda Ovalle, porrista del club de fútbol Los Millonarios que fue asesinada en la noche del 30 de noviembre de 2013. Sin embargo, alegando complicaciones de salud, la defensa del sujeto no ha comparecido a las audiencias. Hoy se tiene previsto que acuda a los estrados, pero no por el juicio, sino para pedirle a un juez que decrete la libertad de su defendido por vencimiento de términos.
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Si bien el hecho de que la Fiscalía tenga un sospechoso de ser el presunto autor del crimen llena de esperanza y consuelo a la familia de la joven —que lleva más de cinco años esperando justicia y esclarecer el homicidio—, lo cierto es que el ente acusador se enfrenta a un desafío que no es de poca monta: demostrar, más allá de toda duda, que Zabaleta es el responsable del asesinato, una difícil tarea si se tienen en cuenta las extrañas circunstancias del hecho y los aprietos para conseguir pruebas contundentes.
El hombre, de 31 años, fue detenido el pasado 2 de agosto y le imputaron cargos por homicidio agravado. Aunque él ha insistido desde entonces en su inocencia, la Fiscalía dice tener pruebas —entre ellas, testimonios y registros de cámaras de seguridad— que demostrarían que él fue la persona que le causó seis heridas con arma blanca a Luisa en un parque del barrio Castilla, en el occidente de Bogotá.
Su testigo estrella es un vecino del sector, quien dijo haber visto cómo un sujeto que portaba chaqueta negra con capota y una navaja atacó a la joven para robarle sus pertenencias, entre ellas varios celulares de una empresa a la que recientemente se había vinculado como promotora. Al oponerse, Luisa fue herida de gravedad y el criminal huyó sin llevarse los equipos. Adicionalmente, para no ser reconocido, dejó la chaqueta y el arma cerca del lugar de los hechos.
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La reconstrucción del caso hecha por los investigadores indica que el testigo se encontraba departiendo en un bar cercano al parque y, dado que el baño del establecimiento estaba ocupado, decidió desplazarse hasta un caño dentro del parque. Desde allí, aseguró, pudo ver el forcejeo.
“Observó cómo el muchacho la cogió de los brazos y la sacudió, mientras ella le decía que la soltara. Le pegó, la cogió del pelo y la tiró al suelo. Una vez allí, sacó un cuchillo y la atacó en el abdomen. Ella se defendía como manoteando”, sostuvo en su momento la fiscal del caso, precisando que esta versión fue corroborada por al menos tres personas que transitaban por el lugar. La tesis de la Fiscalía es que el protagonista de dicho relato sería Zabaleta.
Aunque, en principio, el testigo no comentó nada de lo ocurrido —ni siquiera que minutos después del homicidio vio entrar al sospechoso al bar en el que él se encontraba—, manifestó que decidió dar su versión a las autoridades luego de ver a la madre de Luisa clamando justicia a través de los medios.
“Es inocente”
Toda esta versión es desvirtuada por la defensa de Zabaleta, la abogada Myriam Pachón, que señala serias incongruencias en el testimonio. De acuerdo con la jurista, no se puede dejar de lado que el día de los hechos estaba lloviendo y el parque estaba poco iluminado, por lo que cuestiona que el testigo haya tenido tal precisión para reconocer supuestamente a Zabaleta. Además, vale recordar que el sujeto que describe supuestamente portaba una capota.
“Ni siquiera la persona que estaba más cerca del lugar de los hechos, que ayudó a la víctima tras el ataque, pudo describir el rostro del agresor, y ahora resulta que esta persona sí”, sostuvo Pachón, quien también señaló que ese testigo dijo que el responsable del crimen medía 1,75 de estatura y su defendido mide 1,85.
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La abogada cuestiona además que la Fiscalía no le permitió hacerle un contraperitaje al testigo, para corroborar su versión. “Lo solicité y me dijeron que ese señor estaba loco”, dijo Pachón.
Frente a ello, el ente investigador argumentó en su momento que el testigo estrella sufre una incapacidad, por lo que fue necesario que Medicina Legal corroborara su estado de salud mental. “Se decidió remitir al testigo a una valoración psiquiátrica para brindar garantías procesales”.
La abogada dejó entrever también que el testigo rindió testimonio, no con el fin de esclarecer lo ocurrido, sino con un interés económico, pues por información que permitiera dar con los responsables del crimen de Luisa Fernanda Ovalle se mantenía una recompensa de $70 millones. “Lo que querían era plata”, remató.
Todos estos hechos serán el sustento de la defensa para argumentar dudas razonables en el caso. De ser acogidas, podrían derivar en que el único detenido sea absuelto. El juicio hasta ahora comienza y será tarea del juez escuchar a las partes y definir si la Fiscalía resolvió el asesinato de la porrista Ovalle o si su muerte seguirá siendo un caso más en la impunidad.
jgonzalez@elespectador.com