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El dominó electoral en el caso Petro

La Registraduría advierte que votaciones para revocar o reafirmar a Petro, programadas para el 2 de marzo, se aplazarían si el Minhacienda no gira esta semana los recursos para el proceso. En vilo ajedrez político de estos comicios.

Redacción Bogotá
12 de febrero de 2014 - 04:05 a. m.
Gustavo Petro ha marcado cerca del 60% de popularidad en las últimas encuestas.  / Archivo - El Espectador
Gustavo Petro ha marcado cerca del 60% de popularidad en las últimas encuestas. / Archivo - El Espectador
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Juntos pero no revueltos. Esa parece ser la estrategia de los movimientos políticos frente a la convocatoria a las urnas que se atravesó en el debate de cara a los comicios legislativos y presidenciales. La revocatoria al mandato del alcalde Gustavo Petro ya tiene alinderándose fuerzas que en otros escenarios electorales plantean objetivos contrarios. Con diferentes matices ideológicos, cada quien asume su pelea y, en el río revuelto, trata de influir en la suerte del alcalde de Bogotá, en la construcción de su propio futuro político y en la puja por obtener un papel protagónico en la definición del poder 2014-2018.

El pasado lunes la candidata presidencial por el Polo Democrático, Clara López, dijo que su partido no apoyaba “la revocatoria de Petro en Bogotá, aun cuando le vamos a seguir criticando el cierre de los comedores comunitarios y la falta de consecuencia con la política social que se venía adelantando en la capital”. Lo que no quiere decir que esa colectividad se vaya a unir al petrismo en su campaña por el NO en las votaciones que podrían ser aplazadas por la Registraduría. La posición oficial del partido es no salir a votar o, en el mejor de los casos, dejar en libertad de voto a sus militantes.

Esa posición no revela lo que está pasando en el partido amarillo. Según fuentes cercanas al Polo, la semana pasada hubo una reunión convocada por la bancada en el Concejo, la cual arrojó resultados negativos para Petro. Hasta ahora, el plan es convocar a cerca de 7.000 personas en un acto público durante la última semana de febrero, para que quede claro que, pese a que en el Concejo el Polo ha sido fundamental en la coalición de gobierno, ese partido no cree que la administración actual haya sido tan efectiva en materia social como los gobiernos de Luis Eduardo Garzón o Samuel Moreno —este último, acusado por la Fiscalía de haber liderado el cartel de la contratación en la ciudad—.

La bancada de concejales sabe que ese acto público provocaría una ruptura con la administración y, en consecuencia, la pérdida de cualquier cuota burocrática que allí exista. “Eso no es un problema, porque estamos en Ley de Garantías, hasta agosto se conservarían cuotas en las distintas secretarías. El caso es el mismo que el del Partido Conservador con la Unidad Nacional. La idea es quitarles a los verdes la fuerza que han ganado con la destitución de Gustavo Petro a escasas semanas de los comicios legislativos y recuperar el liderazgo de la izquierda”, dijo una de las fuentes.

Sin embargo, los dilemas internos del Polo no son los únicos que desvelan a los movimientos políticos en la coyuntura de la revocatoria de Gustavo Petro. Ya están claros los dos extremos del enfrentamiento. El alfil del alcalde es Guillermo Jaramillo, hasta el pasado lunes su secretario de Gobierno. En la otra esquina, el exvicepresidente Francisco Santos, escudero del uribismo, aunque con ciertos reparos frente al Centro Democrático, terminó por convertirse en la mano derecha del promotor de la revocatoria, el representante Miguel Gómez.

De manera paradójica, el conservatismo trata hoy de sobrevivir a su propia división entre quienes se quieren ir con Santos y su reelección y los que respaldan a la recién elegida candidata presidencial, Marta Lucía Ramírez. En cambio, a la hora de buscar la revocatoria del alcalde Petro, azules y santistas parecen del mismo lado. No así el presidente Juan Manuel Santos, quien en desarrollo de su propia campaña prefiere no tomar partido frente a la situación del progresismo en Bogotá y, como jefe de Estado, optó por “hacer respetar la institucionalidad”.

En la misma línea del presidente Santos, el Partido Liberal, la U y Cambio Radical, de labios para afuera, no quieren meterse en la pelea Petro: ninguna posición oficial al respecto. Una postura que claramente obedece a no despreciar los votos que Progresistas puedan darle a la opción reeleccionista para alcanzar la Presidencia en primera vuelta. Sin embargo, hay posiciones individuales como la del candidato al Senado Horacio Serpa Uribe, quien aseguró estar esperando instrucciones de Guillermo Jaramillo para defender el mandato de la izquierda en Bogotá.

Por los lados de la Alianza Verde también se barajan cartas de cara a la revocatoria de Petro. El exalcalde de Bogotá y primer opcionado de esta colectividad a quedarse con la candidatura presidencial, Enrique Peñalosa, es un caracterizado opositor del primer mandatario de la ciudad. De hecho, fue derrotado por el propio Petro en las elecciones de 2011. No obstante, claramente con cálculos electorales, se ha mostrado muy mesurado respecto a la revocatoria y ha dicho que no va a votarla. Sus aliados están indecisos.

Aunque algunos aliados naturales de Petro como Antonio Navarro o Inti Asprilla hoy hacen parte de la Alianza Verde, desde el balcón del Palacio Liévano o en otros escenarios públicos el alcalde ha dicho que no forma parte de ese partido, ni de ningún otro. En esa medida, es claro que la Alianza Verde es coyuntural y sólo responde a intereses electorales de cara al próximo 9 de marzo, pero frente a la revocatoria y las presidenciales no existe una postura colectiva concluyente.

Un ejemplo que refleja las ambigüedades de esta colectividad frente al caso Petro lo constituye el congresista Camilo Romero. Llegó al Senado en 2010, electo por las listas del Polo. Dos años después rompió con esta colectividad cuando le fue negada la opción de ser vocero de su bancada. Entonces empezó a ser progresista de corazón, sin poder oficializarlo para no incurrir en doble militancia. Con un caudal electoral respetable, pronto el senador Romero se convirtió en un personaje central que muchos quieren tener en sus filas. Entre ellos el propio Gustavo Petro.

En los círculos políticos se ha dicho que Camilo Romero vive una disyuntiva particular. De un lado, no pudo aspirar al Congreso por el Polo, porque ya no quiere pertenecer a él, pero tampoco lo pudo hacer por otro movimiento para no incurrir en doble militancia. Entonces se le abrieron dos caminos: pelearle la nominación presidencial a Enrique Peñalosa en la Alianza Verde o esperar a que en Bogotá haya elecciones para reemplazar a Petro con las banderas de la Bogotá Humana. Romero optó por la primera vía y se alejó de Petro.

La reacción del alcalde fue anunciar que él no tenía candidato en la consulta verde. A su vez, Camilo Romero entró a pelear la candidatura presidencial con Enrique Peñalosa. No obstante, si las encuestas aciertan y el exalcalde gana la nominación verde, Romero tendría que ser su coequipero. En estas condiciones, la distancia de esa colectividad con Petro se advierte aún mayor. Como si fuera poco, algunos verdes como Alfonso Prada le están coqueteando a la reelección de Santos. En otras palabras, los verdes, como partido, no tienen posición oficial. Allá cada uno.

En este orden de ideas, Petro cuenta básicamente con la favorabilidad que le han dado las encuestas después del 9 de diciembre, día en que se conoció la destitución de la Procuraduría. Por cálculos electorales, esa popularidad no es despreciable para los demás partidos, pero por ahora ninguno se arriesga a jugársela oficialmente por el sí o por el no a la revocatoria. En cambio el uribismo está jugado contra Petro, en apoyo frontal a Miguel Gómez, que hoy está en la U pero sin el apoyo de ese partido en el tema de la revocatoria.

Tantos cálculos políticos, sin embargo, han quedado en vilo con el anuncio de la Registraduría: si el Ministerio de Hacienda no gira los $35.000 millones prometidos esta semana —Hacienda dijo que lo haría la próxima—, las votaciones no sucederán el 2 de marzo. En ese escenario, la Registraduría tendría unas dos semanas de más para organizarlas, teniendo en cuenta que el 9 de marzo se atraviesan las elecciones del Congreso. Petro podría ser influyente en éstas, pero, por ahora, todo apunta a que el primer ‘round’ de la política en este año será la composición del Congreso. Y ya con las bancadas aseguradas, otro gallo podría cantar en la revocatoria

Por Redacción Bogotá

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