El espinoso camino para salvar el SITP

Según el SITP, mensualmente tienen pérdidas de $25.000 millones entre todos los operadores. / Archivo

El SITP es una bomba a punto de estallar y los involucrados en su funcionamiento quieren desactivarla a tiempo. El sistema está en crisis casi desde que empezó su implementación y esto se evidencia hoy en las millonarias deudas de los operadores, que dicen estar al borde de la quiebra. Por eso, con la idea de evitar el colapso, el Distrito y los siete operadores dieron un paso clave: suscribieron un pacto para renegociar los contratos, gracias a la intermediación de los entes de control.

No obstante, esto es apenas el punto de partida de un proceso cuesta arriba, pues el pacto es solo un acuerdo de entendimiento, sin efectos vinculantes sobre los contratos, en el que se determinan las líneas de acción para que los concesionarios y el Distrito se sienten, junto con la Procuraduría y la Contraloría, a buscar qué conviene cambiar en la relación contractual, especialmente en los aspectos legales, técnicos y financieros.

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El objetivo de la Procuraduría, entidad que lideró la configuración del acuerdo, es que en las próximas semanas esté lista la hoja de ruta y en menos de dos meses empiece la renegociación. No obstante, desde el sistema son más realistas y aseguran que la importancia del acuerdo, más allá de unos tiempos, es que por fin existe voluntad conjunta para salvar al SITP del abismo.

Así lo considera Marco Tulio Gutiérrez, vocero de los operadores, al señalar que “la idea del procurador es llegar un acuerdo antes de finalizar el año. Aunque es un buen deseo, sería difícil de lograr. Esta semana hay reuniones con Transmilenio y tenemos la disposición de negociar, por lo que seguramente avanzaremos mucho. Lo importante es que todos estamos dándole un mensaje a la ciudad de que tenemos el propósito de prestar un servicio eficiente, en la medida en que nos den posibilidades de operar”.

En el interior de las empresas que integran el SITP solo hay una idea: que este proceso no afecte a los usuarios ni a los trabajadores. Asimismo afirman que la renegociación pondrá sobre la mesa aspectos que van a redundar en beneficios para todas las partes.

Para Adriana Rodríguez, vocera del operador Consorcio Express, “durante este tiempo de reuniones es importante prestar un buen servicio y revisar la sostenibilidad financiera del sistema, para prestar un servicio de calidad. No queremos fallarles a los propietarios que creyeron en nosotros en el año 2000. Hoy somos 25.000 empleados y es un problema social, porque entre todos los operadores estamos perdiendo $25.000 millones mensuales. Esperamos lograr acuerdos para poder equilibrar los contratos y salir adelante en beneficio de la ciudadanía”.

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¿Qué se espera renegociar?

Aunque queda camino para empezar a hablar en forma de la renegociación de los contratos, el SITP ya tiene las bases de los puntos más importantes a discutir. Para tratar de elaborar los otrosíes a los contratos y dar sostenibilidad a la operación, el sistema buscará que el centro del debate sean los patios, las tarifas y el futuro de los buses.

“Queremos que se hagan rentables los patios; que puedan tener inversionistas, y que el Distrito asuma su arrendamiento. También queremos revisar los estímulos por pasajeros y qué forma se establece para no crear mayores dificultades. Otro punto es el reconocimiento del valor de flota actual, de la flota usada y la recomposición de rutas. Son temas complejos, pero hay disposición y cuando eso existe, se puede sentar a negociar”.

Objetivo: “encantar” a trabajadores y usuarios

Por ahora, la voluntad de lograr un pronto acuerdo se evidencia en acciones pequeñas, pero dicientes. Una de esas que los operadores se pusieron al día con el salario de sus trabajadores, a pesar de que no están recibiendo el dinero completo por concepto de operación, debido a que los bancos se están cobrando directamente las cuotas atrasadas de los préstamos. Así ocurrió con la empresa SUMA (opera en Ciudad Bolívar), a la que le están descontando el 50 % de los recursos, lo que impacta temas como el mantenimiento y pagos a los trabajadores.

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A pesar del recorte de recursos, los empleados de dicha empresa confirmaron que el fin de semana les pagaron los salarios pendientes. No obstante, dicen, esto no evitará que sigan presionando para que se eliminen los descuentos que están haciendo los bancos desde la última semana de noviembre, pues con la mitad de las transferencias es difícil que la empresa pueda operar con normalidad y seguramente los retrasos en el pago de salarios se repetirán.

Así lo cree Luis Eduardo Clavijo, uno de los conductores de SUMA que ha liderado los plantones frente a la sede central de Davivienda sobre la Calle 26, en rechazo a la medida que adoptó el sector financiero. “Nos confirmaron que se hizo un gran esfuerzo y pagaron la nómina, pero los descuentos de Davivienda continúan. Nadie nos da la cara y por eso vamos a seguir protestando”.

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Al respecto, desde el SITP saben que, por ahora, esos descuentos de los bancos seguirán, ya que corresponden al pago de las deudas que están en mora y se mantendrán, por lo menos hasta que se pueda demostrar que hay avances en la salvación del sistema, carta que servirá para lograr acuerdos con el sector bancario. Por eso, dice el vocero de los operadores, la idea es que todos estén unidos para salvar el sistema y evitar traumatismos en la operación.

“Estamos trabajando y no puede ser que cada empresa haga una tarea distinta. Queremos concentrar los sentimientos de los siete operadores en una sola cabeza para poder acertar. A nadie le duele el SITP y queremos darle la vuelta y ‘enamorar’ a trabajadores y usuarios”, dice Marco Tulio Gutiérrez, vocero de los operadores.

El futuro del SITP es complejo, pero el panorama parece alentador, debido a que por primera vez desde que se detectó la crisis hay voluntad de todas las partes involucradas para encontrar una solución. Si bien, el acuerdo de voluntades que se firmó la semana pasada es un gran paso, en el fondo, los involucrados creen que es apenas el inicio de un proceso largo y lleno de incertidumbres, antes de encontrar los caminos que permitan salvar el sistema.