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El fin del Brexit

Oscar Guardiola-Rivera
30 de diciembre de 2020 - 06:02 a. m.

Puede resumirse así: falsificar el pasado, hacer ilegible el presente, cerrar el futuro. En particular, saquear el futuro de las generaciones mas jóvenes. Falsear el pasado y cerrar de antemano otros futuros posibles para los jóvenes británicos acelera su conversión en mano de obra barata y precaria. El fin del Brexit es crear una población disponible cuya precariedad atraería el capital que viaja sin límites fronterizos a través del globo buscando los menores costos para multiplicarse.

Un columnista de Rolling Stone, quizá pensando en Lovecraft, lo describió como un cefalópodo vampiro cuyos tentáculos atrapan a la humanidad y le extraen su fuerza vital. Es el verdadero y único beneficiario del Brexit. Su víctima es la humanidad entera, y en particular los mas jóvenes. Los ideólogos del Brexit llaman esta falsa imagen “Singapur en el Támesis”.

La ministra de negocios, Andrea Leadsom, presentó dicho modelo de manera diáfana en un discurso ante la Cámara de los Comunes en 2012: “Nuestra visión es que entonces no exista regulación alguna -ni salario mínimo ni derechos de maternidad o paternidad, ninguna protección contra el despido injusto ni derechos pensionales. En especial cuando se trate de la pequeña y mediana empresa”.

Más oscuro es en cambio el doble discurso descolonial para presentar un proyecto de autocolonización como si Bruselas fuese el colonizador y la antigua metrópolis imperial el colonizado recién liberado. En este caso, el elemento imperialista no es una forma de melancolía. Más bien se trata de una forma violenta de amnesia imperial ya aparente en la propaganda de Whitehall hacia 1946: “El imperialismo británico ha muerto en el sentido de que jamás existió, salvo como un eslogan usado por nuestros críticos”.

Para la Oficina Colonial, la empresa colonial no era tal, sino “la ilustración práctica de una democracia tutorial”. George Orwell, quien acuñó el término newspeak para designar el discurso ambiguo que hoy caracteriza el ambiente mediático político del gobierno, advertía también que quien controlase el pasado controlaría el futuro. El negacionismo del imperio y la descolonización hacen ver el presente de manera harto diferente: convierte a la ignorancia en privilegiado destino manifiesto y al aislamiento en excepcionalismo y “toma de control”.

Orwell acusaba a sus compatriotas de hipocresía acerca del imperio: “Toma la forma de ignorar que el imperio existe”. Ahora se trata de ignorar las consecuencias de lo hecho: la deriva de Irlanda del Norte y Escocia que bien podría culminar en la desunión del Reino, la fantasía de los derechos de propiedad absolutos y la distopía que han decretado esta semana los entonces desconocidos autores del volumen Britannia Unchained, hoy ministros del gobierno y responsables del acuerdo Brexit. Presidirán sobre el desierto.

 

Arkanos(kwupp)30 de diciembre de 2020 - 10:26 p. m.
El tal imperio británico viene desmoronándose desde hace tiempos. Brexit es la estocada final: adiós monarquía trasnochada, bienvenida la modernidad, pero ya sin los abusivos privilegios que obtuvieron los ingleses a punta de explotación, saqueo y abusos con las colonias...
-(-)30 de diciembre de 2020 - 10:25 p. m.
Este comentario fue borrado.
Alberto(3788)30 de diciembre de 2020 - 11:45 p. m.
Excelente análisis.
Atenas(06773)30 de diciembre de 2020 - 12:07 p. m.
Y si se cuecen tales habas en esos paises de historias caducas y motivo de vergüenza o deshonra, y pensaría uno q' aleccionantes, ¿entonces por qué o cómo hemos de precipitarnos nosotros q' somos nuevos en el escenario mundial? No vamos mal.
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