“El papel de los padres va más allá de inscribir a su hijo en el colegio”

Para Susan Sheridan, directora del Centro de Investigación de Niños, Familias y Escuelas de Nebraska, los padres tienen información que es valiosa en el proceso educativo. Por esto, dice, deben trabajar más de cerca con los maestros.

Mónica Rivera Rueda
07 de septiembre de 2018 - 03:00 a. m.
 En el foro, liderado por el Distrito, hoy se trata la educación rural y los temas de inclusión escolar. / El Espectador
En el foro, liderado por el Distrito, hoy se trata la educación rural y los temas de inclusión escolar. / El Espectador

La relación entre los padres y los colegios, en la mayoría de los casos, se limita al pago de pensiones y la entrega de notas. Compartir las experiencias educativas es una relación de doble vía, ya sea entre profesores y estudiantes o entre alumnos y sus padres. Sin embargo, rara vez existe un trabajo colaborativo entre maestros y familia.

Esto se debe, muchas veces, a la indiferencia de los padres, quienes delegan en los profesores toda la responsabilidad de la educación de los menores, mientras por parte de los maestros hay quienes no conciben incluir o socializar sus acciones con los tutores de sus alumnos.

De acuerdo con Susan Sheridan, directora del Centro de Investigación de Niños, Jóvenes, Familias y Escuelas de Nebraska, en Estados Unidos, “es importante hacer que las familias se vuelvan aliadas de los colegios, porque deben ir más allá del simple contacto y encontrar estrategias a largo plazo que permitan fortalecer las competencias socioemocionales de los menores, que son parte fundamental para que ellos tengan confianza y éxito en la vida”.

Por esta razón, dice la experta, hay que comenzar por reconocer las competencias, tanto de la escuela como de la familia. Por un lado, los docentes cuentan con toda la experiencia para brindar las herramientas educativas y guías en determinados temas, mientras que, por su parte, los padres pueden cumplir una función relevante al conocer los gustos, el carácter y la personalidad de sus hijos, insumo fundamental para entender qué prácticas pueden funcionar en el aula.

En este camino, la Secretaría de Educación realizó una guía metodológica para fortalecer esta alianza familia-escuela. En ella les especifican a los colegios públicos las acciones que deben tomar para estructurar un plan de acción en el que se incluya a los padres, tomando como base algunas experiencias exitosas dentro del Distrito.

Entre estas se encuentra El Osito Viajero, una iniciativa que nació en el jardín infantil luz del Mañana y en la que se encarga a los menores de llevar el muñeco a sus casas, cuidarlo y luego socializar ante la clase las experiencias que tuvo junto a su familia. Esto ha llevado a que los padres firmen acuerdos con la institución y se involucren más en la formación de los menores.

Está también el caso del colegio José Félix Restrepo, en donde desarrollaron un plan para rescatar el río Fucha en su cuenca alta. Además de quitar la basura del afluente, han realizado actividades para revitalizar y apropiarse de este espacio. De esta forma, los estudiantes comenzaron a utilizar parte de su tiempo libre para realizar estos trabajos e involucraron a sus padres en la recuperación, con lo que se logró fortalecer lazos entre familias.

“Es muy importante hacer estas alianzas, porque no sólo están ayudando a los niños que se encuentran en el colegio, sino a los que vendrán, en la medida que se fortalecen las estrategias articuladas en los colegios y lo que se piensa a largo plazo”, manifiesta Sheridan.

A pesar de lo que se ha avanzado, el trabajo en los colegios públicos apenas comienza. Aunque se tiene una caracterización de las diferentes poblaciones de la ciudad, hay estrategias diferenciadas con las poblaciones vulnerables, minorías y migrantes.

Según Jorge Celis, subsecretario de Integración Interinstitucional, con las poblaciones vulnerables, como las víctimas del conflicto y/o personas de bajos recursos, se han hecho trabajos extras como la entrega de bonos nutricionales que van atados a talleres sobre mejores prácticas de crianza o cómo verbalizar con un menor el cambio de pañales.

Así mismo han articulado a las casas de justicia para solucionar conflictos entre familias, que muchas veces terminan afectando la formación de los menores. En el caso de las minorías, en los colegios públicos se han identificado 1.650 indígenas y 1.367 afros, con los que se han desarrollado proyectos pedagógicos particulares en los que se incluye a etnoeducadores, nombrados por sus comunidades, que se encargan de enseñar sus costumbres y prácticas.

Para Sheridan, más allá de plantear actividades que integren a los padres, se debe buscar que haya una comunicación más sólida entre padres y profesores a futuro, que permita definir objetivos que influyan en las decisiones individuales de los menores. Asimismo, al entablar esta comunicación debe haber consistencia, con retroalimentación y mayor trabajo desde el hogar. Finalmente, para la experta, el gran reto es la colaboración, encontrar el camino para ayudar educativamente a los jóvenes y lograr la integración de los padres. “El fin es que se compartan las responsabilidades y que haya un ambiente educativo tanto en el colegio como en el hogar”.

El siguiente trabajo es de los profesores, pues ellos deben ser conscientes de que los cambios tecnológicos y el desarrollo de la sociedad traen consigo cambios estructurales en los modelos de educación, por lo que su trabajo se debe centrar en su constante preparación. Para Sheridan, el clima institucional y las iniciativas de los maestros son importantes, por lo que la necesidad es que se replantee la educación a partir de que es un compromiso de padres, maestros y alumnos.

Por Mónica Rivera Rueda

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