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El precedente que marcó la minga indígena en Bogotá

Tras la serie de jornadas violentas que siguieron al 9S, la llegada de las comunidades del Cauca materializó la marcha pacífica en la ciudad, que días después fue replicada en otras manifestaciones.

Mónica Rivera Rueda
27 de diciembre de 2020 - 02:00 a. m.
Minga llegada Bogotá
Minga llegada Bogotá
Foto: Oscar Perez

Después de ocho días de camino, en los que recorrieron alrededor de 600 kilómetros, los cerca de 7 mil indígenas que conformaron la minga del suroccidente del país llegaron a Bogotá con un solo fin: reunirse con el presidente Iván Duque para presentarle los reclamos y las necesidades de sus comunidades, profundizadas por la pandemia.

En el trayecto los señalamientos fueron varios. Además del temor por los contagios que se pudieran presentar en el interior del gigantesco grupo que se movilizaba hacia Bogotá, estuvieron las acusaciones por presuntas infiltraciones de grupos armados a la marcha. Pero lo que ocurrió fue diferente, pues desde su llegada a la ciudad su paso fue en calma y las manifestaciones fueron completamente pacíficas. “Demostramos que no es lo que algunos estaban diciendo, sino que sencillamente nos propusimos hacer una movilización pacífica y dejamos claro que como comunidad organizada lo logramos”, dijo en su momento Carlos Arturo Peña, líder de la comunidad nasa.

Llegaron por el sur, cruzaron Soacha, donde los recibieron con una calle de honor que se fue armando a su paso y rápidamente llegaron al Palacio de los Deportes, en el que se quedaron dos días. El 19 fue la minga. Se organizaron por comunidades, extendieron cuerdas para demarcar su espacio y pidieron a la prensa acompañarlos por fuera de esos márgenes. Había arengas, música tradicional y del Pacífico, pancartas, una gran bandera verde y roja, tan larga como la lista de los lideres asesinados en el país, que llevaban más atrás.

En el camino, la Guardia Indígena repartió agua, tapabocas y gel antibacterial, así como impidió el paso de encapuchados, que portaban escudos y neutralizadores, para esquivar los gases durante los enfrentamientos con el Esmad. “Aquí todos tienen que ir solo con tapabocas. Ninguno debe cubrirse el rostro, porque, como para nadie es un secreto que están estigmatizando la movilización, no se permite que vayan encapuchados, porque no se sabe quiénes son”, dijo Luis Fernando Campo, uno de los integrantes de la Guardia.

A paso rápido, tardaron menos de tres horas en llegar a la Plaza de Bolívar, donde hicieron un juicio contra el presidente Duque, ante la negativa de recibirlos. Cantaron todos sus himnos y explicaron cada una de sus solicitudes. Ya en la noche se devolvieron al Palacio de los Deportes, que dejaron al día siguiente, en el mismo estado en que se los entregó la Alcaldía. Cada una de estas acciones no solo fueron reconocidas por la administración, sino también por la ciudadanía que todavía mantenía vivos los hechos del 9 de septiembre. Esto no solo resaltó la organización indígena, sino que, además, reivindicó la manifestación pacífica, que pronto se replicó en los siguientes días.

Mónica Rivera Rueda

Por Mónica Rivera Rueda

Periodista de planeación, hábitat, salud y educación. Estudiante de la maestría de análisis de problemas políticos, económicos e internacionales contemporáneos.@Yomonrivermrivera@elespectador.com

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Mauricio(17949)27 de diciembre de 2020 - 04:02 p. m.
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