El reto de renovar el centro de Bogotá

El viernes se lanzó el Plan de Manejo y Protección del Centro Histórico de Bogotá (PEMP), la hoja de ruta con la que se pretende recuperar esta zona de la ciudad. Expertos sugieren mejorar la relación de la población y el entorno, y manifiestan su preocupación por su costo.

Laura Dulce Romero
14 de febrero de 2017 - 09:39 p. m.
El reto de renovar el centro de Bogotá
Foto: ANDRÉS TORRES/ EL ESPECTADOR - Archivo

Aunque el centro histórico sólo representa el 2,64 % del área urbana, es el corazón de Bogotá. Allí no sólo se edificó la historia de la ciudad, también alberga el mayor número de instituciones oficiales, universidades y grandes compañías y el 43 % de los bienes declarados patrimonio. En él sólo viven 153.000 personas (2 % de los habitantes de la capital), pero su población flotante supera el millón al día.

Por eso, Mauricio Uribe, director del Instituto de Patrimonio Cultural (IDPC), cree urgente su transformación. Y para cumplir con este propósito ya dio el primer paso al presentar el Plan de Manejo y Protección del Centro Histórico de Bogotá (PEMP), hoja de ruta con la que se espera recuperar y potenciar este emblemático espacio. (Lea: Distrito le apuesta a la recuperación y revitalización del centro histórico de Bogotá)

“Es un instrumento que debe crearse por ley. No se trata de planear obras, sino pensar el centro de cara a los próximos años, con acciones, programas y proyectos para el corto, mediano y largo plazo. La última vez que se hizo uno fue hace 10 años, así que no es acorde con nuestra época”, explica Uribe.

El plan que contempla el Distrito comprende 996 hectáreas de las localidades La Candelaria, Santa Fe y Los Mártires. Ambicioso, dirían algunos, pero necesario, contesta Uribe, pues “la parte declarada como patrimonio no representa el verdadero centro que hay en la ciudad”. La idea es abarcar el territorio que va desde Las Cruces hasta San Diego y desde los cerros hasta Los Mártires.

En estos momentos ha sido superada la etapa de diagnóstico y ahora se encuentran en la formulación. Se espera que en diciembre el PEMP esté listo para presentarlo al Consejo Nacional de Patrimonio. Por fortuna, dice Uribe, se está creando a la par con el Plan de Ordenamiento Territorial (POT), lo que garantiza que perdurará años.

Pero ¿qué visión tiene la administración del centro histórico? Según Uribe, se quiere acabar con la mala percepción que hay del territorio: “Todos piensan que es inseguro, lleno de conflictos, sin espacio público, maltratado y con dificultades de acceso”.

Aunque reconoce los defectos, también sabe que hay gran potencial y que a futuro puede ser dinámico, histórico, turístico, seguro y atractivo. Habla también de crear un marco jurídico para que los privados inviertan.

Para Catalina Bateman, directora del Programa de Conservación y Restauración del Patrimonio Cultural Mueble de la Universidad Externado, la principal apuesta debe ser mejorar la quebrantada relación que tiene la población, tanto flotante como residente, con el patrimonio. Un ejemplo es el vandalismo que atenta contra los bienes culturales y convierte el entorno en un lugar sucio y desagradable.

Bateman no considera que sea necesario convertir el centro en un lugar atractivo, como sugiere Uribe, sino planear estrategias acordes con las dinámicas internas y no con lo que busca un extranjero. “Entendemos las necesidades administrativas y económicas de estos espacios para ser sostenibles, pero hay que tener cuidado en quién llega y cómo llega”.

Aunque está de acuerdo con su promoción, hace un llamado a la mesura, pues puede convertirse en un centro de fachadas, llamativo, pero que en el interior no conserva su legado histórico y cultural.

Otros asuntos que se deben atacar, según la académica, son la inseguridad, la suciedad y la desarticulación de proyectos. Bateman ve con buenos ojos la construcción del PEMP, pues por fin se trabajará articuladamente y no sólo se les apostará a las iniciativas rápidas y de bajo impacto.

Sin embargo, no todos están de acuerdo. María Eugenia Martínez, directora del Instituto de Patrimonio Cultural durante la administración de Gustavo Petro, considera que la metodología del PEMP es buena para arquitectura, pero deficiente para temas de ciudad: “Es un plan libro que se distancia de la acción y ya no está en los conceptos más actuales del patrimonio cultural. El plan se queda corto frente a los problemas del centro”.

Martínez agrega que abarcar las 996 hectáreas es un plan ambicioso y que una entidad como el IDPC no tiene el presupuesto. La exdirectora destaca un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) que indica que si se intervenían 400 hectáreas, el endeudamiento podría ser de hasta $4,3 billones. Resalta que bajo su dirección se creo un plan de acción riguroso, en el cual gastaron $50.000 millones, que con una investigación histórica podría funcionar como PEMP. (Lea: Muchos planes, pocos recursos para el patrimonio de Bogotá)

Ante esta crítica, el actual director de Patrimonio explica que el principal insumo del PEMP es el Plan de Revitalización que se construyó en la pasada administración. No obstante, por ley deben usar esta herramienta y hasta ahora ningún plan había cumplido todos los requisitos: “Queremos aclarar que se va a tener en cuenta ese estudio. Estamos construyendo sobre lo construido”.

Añade que el PEMP no es un libro, sino un documento de planeación y gestión que exige el Ministerio de Cultura. De hecho, en la época de Petro esta entidad cuestionó el Plan de Acción, pues no cumplía con la ley. En cuanto al presupuesto, aclara que hay uno para el PEMP, que ya está aprobado, y otro para la recuperación, que se espera conseguir con alianzas y proyectos.

De acuerdo con Uribe, esta tarea será más sencilla, pues son varios actores que desean rescatar los vestigios de la ciudad y lograr que los bogotanos dejen de ver el centro con miedo y repulsión, y se convierta en el gran eje cultural que fue hace un tiempo.

Por Laura Dulce Romero

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