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El retorno de Peñalosa

El nuevo alcalde de Bogotá ganó con 903.764 votos. Promete solucionar lo urgente. En su discurso, Peñalosa indicó que busca un gobierno sin exclusión.

Carlos Hernández Osorio
26 de octubre de 2015 - 03:27 a. m.

Enrique Peñalosa volvió a saborear el triunfo en una campaña política ayer a las 5:23 de la tarde. 30 minutos antes los boletines de la Registraduría ya lo daban como ganador, pero fue a esa hora cuando salió al auditorio del Hotel Sheraton, en la calle 26, y racimos de bombas blancas le cayeron encima en medio de los gritos que lo proclamaban alcalde.

Lloró. Dio las gracias. Recordó que esta fue su sexta campaña por la Alcaldía de Bogotá y comenzó a pronunciar su discurso. Un discurso de cambio respaldado en 903.764 votos (el 33,1%). Y fue eso, el discurso de cambio para “recuperar a Bogotá”, lo que aparentemente terminó calando entre los electores después de 12 años de administraciones de izquierda.

En el Sheraton, donde la campaña recibió los resultados, la euforia se mantuvo desde que se comenzaron a conocer los números, pasadas las 4:00 de la tarde. Aunque los primeros boletines no dieron a Peñalosa como ganador, lo mantuvieron en un segundo lugar, tan cerca de Rafael Pardo que el optimismo era justificado. A las 5:10 de la tarde la victoria estaba cantada: aventajaba al segundo por casi 100.00 votos.

Peñalosa llegará al Palacio Liévano después de 18 años. Se había lanzado en 1991, 1994, 1997 (cuando ganó), 2007 y 2011. Si se tiene en cuenta que también había aspirado sin éxito al Senado y a la Presidencia, la victoria de ayer le quitó de encima el remoquete de “eterno candidato” y, sobre todo, lo puso en el terreno que más le interesa: el de administrar la ciudad.

El triunfo puede explicarse desde varios puntos. Dado que Peñalosa representaba una opción de cambio tan fuerte (menos moderada de la que implicaba Pardo), está claro que la votación demuestra un agotamiento con el estado actual de las cosas. De hecho, una ruidosa arenga que se escuchó en medio de la celebración rezaba: “¡No más izquierda!, ¡No más izquierda!”, coro pronunciado cuando la enorme pantalla puesta en el auditorio proyectaba la imagen de Clara López admitiendo su derrota. “¡Fuera!”, gritaron también.

El soporte político también fue muy importante. La de Peñalosa nació como una campaña cívica que recogió 200.000 firmas. Eso, sin duda, contó. Pero hay que tener en cuenta que posteriormente recibió el aval de Cambio Radical, partido con seis concejales que, hasta el cierre de esta edición, era el más votado para Concejo, y que tiene como jefe nacional al vicepresidente Germán Vargas Lleras.

Contaron igualmente las individualidades, figuras de opinión que lo respaldaron como Carlos Fernando Galán (Cambio Radical), la excandidata presidencial Marta Lucía Ramírez (del Partido Conservador) y el exalcalde Antanas Mockus.

Lo que viene

La propuesta de Peñalosa está basada en el cambio de rumbo de la ciudad. Ha sido particularmente crítico de las dos últimas administraciones (Samuel Moreno y Gustavo Petro) a las que les sacó en cara la corrupción y la ineficiencia administrativa, respectivamente.

A lo largo de la campaña, y en su plan de gobierno, hizo énfasis en un ambicioso plan de infraestructura: megacentros comunitarios en las localidades, nuevos jardines y colegios, y, sobre todo, mejoramiento vial enfocado a que la movilidad salga del atolladero actual. Por eso propone avenidas nuevas por la calle 63 y la 13, y la extensión de la Caracas, la Primero de Mayo, la Séptima, entre otras. Se comprometió con la construcción de la Avenida Longitudinal de Occidente (ALO).

Quizá la mayor inquietud que genera su triunfo sea alrededor del metro. Peñalosa dice estar comprometido en la construcción de la primera línea, que ya cuenta con diseños. Sin embargo, a pesar de que se plantea subterránea, él argumenta que es más rápida y económica una línea elevada. Por eso, asegura que le apostará a unos tramos de ese tipo también contemplados en los estudios. Incluso plantea extender la línea hasta Mosquera (algo no previsto en los diseños), con el fin de que sirva como eje de movilidad para extender la ciudad hasta allá.

Y, por último, a sus competidores les inquieta la posibilidad de que se pierda terreno en aquello que sí se le ha reconocido a la izquierda: los programas sociales.

En su discurso, Peñalosa no dio precisiones sobre estos temas. Se enfocó en aspectos generales que muestran la esencia de sus pretensiones: “No podemos aspirar a igualdad de ingresos, pero sí a igualdad de oportunidades. Por eso trabajaremos por la calidad de vida, tomando decisiones responsables. Solucionaremos lo urgente en movilidad, seguridad, atención en salud, pero también trabajaremos en la construcción de un sueño colectivo de lo que debe ser la ciudad, no solo para nosotros, sino para nuestros hijos y nietos. Seremos ambiciosos”.

Por Carlos Hernández Osorio

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