En marcha el plan para expandir el norte de Bogotá

El Distrito dio luz verde a Lagos de Torca, ambicioso proyecto inmobiliario y urbanístico, en el que los privados financiarán la infraestructura. Aunque no toca la reserva Van der Hammen, los ambientalistas dicen que la afectará.

Felipe García Altamar / fgarcia@elespectador.com / @FelipeAltamar
26 de enero de 2018 - 02:33 a. m.
Este año se elaborarían los diseños, para iniciar obras en 2019. Esperan entregar las primeras viviendas en 2021. / Archivo El Espectador.
Este año se elaborarían los diseños, para iniciar obras en 2019. Esperan entregar las primeras viviendas en 2021. / Archivo El Espectador.

La renovación urbana en el norte de la ciudad es una obsesión del alcalde Enrique Peñalosa. Fue uno de los ejes de su campaña y, finalmente, luego de dos años de mandato, logró poner en marcha el primero de sus planes urbanísticos para esta zona. Se trata de Lagos de Torca, un proyecto en el que se ejecutarán $4 billones en infraestructura y que tiene como particularidad que será el sector privado el encargado de financiar el 100 % de las obras. Aunque ayer se firmó el fideicoimiso entre el Distrito y los privados, que garantiza un primer desembolso de $10.000 millones para los diseños, hay voces de ambientalistas que aseguran que el plan, a pesar de no tocar la reserva Thomas Van der Hammen, terminará afectándola.

El Distrito, por su parte, considera el proyecto como una “revolución urbanística”, que tendrá dos innovaciones. La primera es la forma desordenada como ha crecido la ciudad, donde, por ejemplo, primero construyen las viviendas y luego piensan en las vías, los parques, el transporte y demás servicios. En Lagos de Torca, según explica Juan Camilo González, gerente de Ciudad Norte, se corrigió este error. “Hemos tanteado el proyecto desde el principio. Será una ciudad con ciclorrutas en todos los perfiles viales, en la que obligamos a que, donde haya vivienda, haya vías de barrio. Obligamos a los 28 colegios de la zona a quedarse, para que los estudiantes ya no tengan que coger una hora de bus y ojalá se puedan ir en bicicleta o hagan recorridos más cortos”.

La segunda es la forma como se financiará toda la infraestructura urbana. En este caso serán los privados quienes tendrán que invertir la mayor parte de las utilidades de su negocio inmobiliario en estos trabajos. “La idea es que la ciudad no tenga que poner ni un peso. Todo tiene que salir del proyecto”, agrega González.

El cronograma de Lagos de Torca también quedó estipulado. Este año se elaborarán los diseños, para iniciar obras en 2019. Se calcula que en 2021 se entreguen las primeras viviendas, de las 128.000 que se pretenden construir. Un dato para resaltar: el 50 % de estas casas serán de interés social y prioritario. Como parte de la nueva ciudadela se contempla la construcción de una sede del Hospital Simón Bolívar y varios centros comerciales. Pero, sin duda, la mayor transformación será en materia de movilidad, pues este proyecto tendrá acceso a seis nuevas troncales de Transmilenio (una de ellas, la de la carrera Séptima) y se beneficiará con la ampliación de la avenida Boyacá, la carrera novena y autopista Norte, y la construcción de cuatro nuevas avenidas en las calles 200, 209, 222 y 235.

Reparos ambientales

Las explicaciones sobre las bondades del proyecto no fueron suficientes para los ambientalistas, a quienes el anuncio les cayó como un balde de agua fría. Este grupo asegura que, con Lagos de Torca, el Distrito comienza de forma indirecta la intervención en la reserva Thomas Van der Hammen, donde se piensa completar el plan de expansión urbana hacia el norte. Y lo dicen porque, con las obras planteadas, se presentará una notable disminución en la conectividad que tiene la reserva con los cerros orientales. El activista ambiental Daniel Bernal, miembro de la Fundación Humedales Bogotá, explica como una “jugada maestra” el que dicha zona se vaya a disminuir en Lagos de Torca.

“Parte de la franja que conecta los cerros con la reserva será reemplazada por suelo de desarrollo y de renovación urbana, con un pequeño corredor ecológico de 60 metros de ancho. Se pasó de tener 1,3 km de ancho en esa zona a 60 metros. Es como si una autopista de 20 carriles se redujera a uno solo, con alamedas. ¿De qué sirve una autopista así? Si hay 1.800 hectáreas para urbanizar en el norte, ¿por qué se ensañan con las 85 que corresponden a la conectividad de la reserva Van der Hammen? Sin tocar la reserva, la van a acabar”, cuestiona.

A esta denuncia de los ambientalistas, el Distrito tiene su respuesta. Aclara que el proyecto fue concertado con la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR), la Secretaría de Ambiente y el Ministerio de Ambiente, para no incumplir ninguna normatividad. Respecto a la conectividad, el gerente del proyecto Ciudad Norte asegura que se garantizará con las dos quebradas ubicadas al sur de la señalada franja. Esta tarea, según el funcionario, se completará con la ampliación de la Autonorte. “Elevaremos la autopista para recuperar la conectividad del humedal de lado a lado y que se pueda conectar con el río Bogotá”.

Pese a que el proyecto ya está en marcha, y están agotadas las instancias de participación, los ambientalistas anunciaron acciones jurídicas para pedir que se revise el proyecto en lo referente a la franja que supuestamente se verá afectada, que es lo que realmente les preocupa a los ambientalistas. Frente al resto del proyecto no tienen reparos.

Por Felipe García Altamar / fgarcia@elespectador.com / @FelipeAltamar

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