Falta de ayudas en Bogotá: una bomba que aún no se desactiva

Habitantes de diferentes barrios de la ciudad no aguantaron más la falta de ayudas para afrontar la cuarentena y salieron a protestar. Distrito insiste en que avanzan en su estrategia para atenderlos a todos y pide que no expongan su vida y su salud.

Felipe García Altamar (fgarcia@elespectador.com)
16 de abril de 2020 - 03:02 a. m.
Las protestas se registraron en Suba, Kennedy, Ciudad Bolívar, Los Mártires y Santa Fe.  / Jose Vargas - El Espectador
Las protestas se registraron en Suba, Kennedy, Ciudad Bolívar, Los Mártires y Santa Fe. / Jose Vargas - El Espectador

El hambre es más implacable que el miedo a enfermarse de COVID-19. Quedó claro tras las protestas en múltiples barrios de Bogotá, que se acentuaron en menos de 24 horas, motivadas por el desespero de quienes ya no tienen cómo subsistir durante el aislamiento, pues no han recibido las ayudas prometidas por el Estado. La gravedad del asunto radica en que cada día hay más manifestaciones y cada vez son más masivas y vehementes, algo que puede convertirse en una bomba social de tiempo.

La situación no es nueva y se viene presentando a cuentagotas desde el simulacro de confinamiento, cuando hubo protestas y hasta saqueos en el centro de la ciudad. Lo que sí deja claro el avivamiento de las manifestaciones es que pocas entidades, tanto de Bogotá como del país, estaban realmente preparadas para atender una emergencia de grandes magnitudes y que los auxilios los necesitan más personas de las que se creían inicialmente.

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El llamado de auxilio empezó hace unas semanas con la instalación de banderas y trapos rojos en las ventanas de las casas. La señal se traducía en que en dicha vivienda no había recursos para afrontar la cuarentena y era urgente alguna ayuda económica o alimentos. Aunque vecinos y fundaciones llevaron algunas provisiones hasta esas puertas, era imposible cubrir a todos los que solicitaban apoyo.

Fue por esto que en cuestión de días esas señales se cambiaron por golpes a cacerolas y ollas, también clamando por alguna subvención, y los cacerolazos se transformaron en las protestas que la ciudad conoció ayer. Lo que más preocupa es que las movilizaciones hacen que muchas personas rompan los protocolos de aislamiento social, que es por ahora una de las mejores formas de reducir la velocidad de contagio del virus.

Por ejemplo, en la localidad de Los Mártires, una de las zonas donde se registraron manifestaciones, poco a poco se está retomando el ritmo que existía antes de la cuarentena. Así lo denunció el edil Cristian Rincón, quien comentó que hay muchos residentes de la zona que salen a las calles y desobedecen la cuarentena. “En la localidad hay mucha hambre. Por eso la gente empezó a rebuscar y muchos ya no vieron otra solución que abrir sus negocios y ver quizá qué les llega”.

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De acuerdo con Rincón, es preocupante transitar las calles y ver banderas rojas en la mayoría de viviendas y locales. “Se ve mucha necesidad entre las calles 24 y 19. Ya se entregaron 2.000 mercados, pero por parte de fundaciones y otras donaciones, porque los kits que contrató la localidad con la Cruz Roja aún no han llegado”.

En Los Mártires intentaron varias veces bloquear la troncal de Transmilenio (TM) para llamar aún más la atención sobre sus exigencias. Sin embargo, la acción de los delegados del Distrito lo evitó. Donde no lograron que las protestas afectaran TM fue en zonas como Suba y Kennedy, donde algunos trabajadores de la construcción, migrantes y vendedores informales bloquearon las troncales de Suba y Las Américas en búsqueda de respuestas.

Mucho más grave fue la situación en Ciudad Bolívar. En esta localidad, en el barrio Arborizadora Alta, los vecinos salieron a las calles y llegaron a quemar neumáticos y otros elementos, por lo que fue necesaria la intervención de la Policía.

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Juliana Lemus, una de las personas que estuvo en la manifestación, contó que hicieron una protesta pacífica, pero “pasó a otro nivel, porque ningún funcionario llegó a escucharnos. No nos han llegado ningunas de las ayudas prometidas y acá hay muchos niños con hambre y las personas no pueden salir a trabajar”.

Sobre esto, Christian Robayo, edil de la localidad, denunció presuntos excesos de las autoridades y aseguró que incluso una persona resultó herida en la cabeza. “La Fuerza Pública actuó de manera desmedida, pues hubo hasta disparos”, aseguró.

Pero las soluciones parecen más complejas de lo que se espera, para una emergencia de esta magnitud. Lo que más llama la atención de la gestión de las protestas es que desde el Distrito, inicialmente, no hubo claridad sobre los responsables de atenderlas. Sin embargo, la secretaria de Integración Social, Xinia Navarro, al final de la tarde explicó que sí existe una estrategia, a través de Bogotá Solidaria, que tiene tres frentes, cada uno con un comité operativo.

La entrega de ayudas monetarias, por ejemplo, está a cargo de la Secretaría de Planeación; la entrega de bonos, a cargo de las secretarías de Integración y Educación, con un canal que está en ampliación sobre la marcha, y la entrega de ayudas en especie, a través de diferentes modalidades y que se hacen puerta a puerta.

También están las ayudas en especie, que se recaudan mediante tres modalidades: las donaciones, a través de la Cruz Roja; otras que hace el Idiger, con recursos de la emergencia nacional, para poblaciones vulnerables censadas por las diferentes entidades del Distrito como vendedores ambulantes, informales, recicladores, artistas callejeros, loteros, y finalmente una estrategia que se quería trabajar con más tiempo, pero que según el Distrito tocó empezar a ejecutar sobre la marcha, y que consiste en la focalización territorial con los 100 barrios más pobres, incluidos en la alerta de la Defensoría y los pagadiarios que tienen identificados.  

Mediante esta estrategia, Integración Social identificó a 72.000 familias, a las que prometieron llevarles ayudas puerta a puerta. "Ya identificamos los polígonos. Es una estrategia compleja y que estamos montando, pero es una posibilidad de llegar a las casas más pobres de Bogotá", destacó Navarro. 

Sobre las protestas, la funcionaria envió un mensaje a los manifestantes, en el sentido de que, si bien se respeta el derecho a manifestarse, deben tener en cuenta que están poniendo en riesgo la salud y la vida. Además, que no se les puede entregar ayudas, porque el plan es hacerlo puerta a puerta, con las personas identificadas a través de las bases de datos y las que van identificando sus equipos. “La estrategia existe, pero estamos elaborando más y las estamos ajustando. En eso trabajan nuestros equipos, para mitigar una emergencia, que nos tomó a todos por sorpresa”, concluyó.

Como se advirtió desde que comenzó el simulacro y luego la cuarentena, estaba claro que la atención a las poblaciones vulnerables sería el principal reto para la ciudad en la emergencia, pues salvo algunas encuestas, ninguna autoridad tenía información precisa sobre la cantidad de personas que necesitan ayudas. Las protestas, que empiezan a ser más frecuentes, lo demuestran. El verdadero reto apenas comienza.

 

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Por Felipe García Altamar (fgarcia@elespectador.com)

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