Fin del campamento de venezolanos en Bogotá: ¿qué sigue?

Pese a las alternativas que se les ofrecen a los migrantes, los retos son cada vez más grandes para la ciudad, pues no cesa la llegada de personas en busca de ayuda. Mendicidad, uno de los problemas a atajar.

-Redacción Bogotá - bogota@elespectador.com
16 de enero de 2019 - 03:40 a. m.
El desmonte contó con el acompañamiento de Migración Colombia, la Personería y la Procuraduría. / Gustavo Torrijos
El desmonte contó con el acompañamiento de Migración Colombia, la Personería y la Procuraduría. / Gustavo Torrijos
Foto: GUSTAVO TORRIJOS

Con el desmonte del campamento de venezolanos no acaban la atención ni las medidas que deberá implementar la administración para hacer frente a la llegada masiva de migrantes. Ahora el Distrito tendrá como reto la estructuración de un sistema para definir qué tipo de ayudas les prestará, pues, según cifras de Migración Colombia, hay más de 255.000 en la ciudad y cada día llegan alrededor de 300, la gran mayoría en estado de vulnerabilidad.

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Ese era el caso de los cerca de 600 venezolanos que desde noviembre permanecían en el albergue que se instaló en el barrio Luis María Fernández, en Engativá. Ayer, al cumplirse el plazo límite para dejar el lugar, los últimos 83 migrantes salieron en calma y bajo completa normalidad, bien fuera a nuevos lugares que encontraron para vivir o al albergue temporal en San Cristóbal, donde los más vulnerables pueden estar hasta tres días.

Hubo un pequeño grupo que salió del campamento sin un destino fijo. Ante el desconcierto, muchos planearon pasar la noche en la calle, mientras otros no descartaban la opción de volver al lote ubicado en inmediaciones de la Terminal de El Salitre, de donde los sacaron en un principio. Precisamente ese es el principal temor del Distrito en este momento.

“Hemos pedido apoyo a las alcaldías locales, en especial a las de Fontibón y Engativá, en donde hemos encontrado concentraciones. Además estamos atentos al espacio público para hacer una aproximación y concientizarlos de que no se puede ocupar de manera irregular, pero también contarles del Centro de Atención Integral del Migrante”, aseguró Jairo García, secretario de Seguridad.

Si bien los expertos coinciden en que se deben fortalecer los servicios en materia de salud y educación que ya se le prestan a esta población, advierten que también se debe definir de qué forma el Distrito va a acoger a los nuevos migrantes que hagan de Bogotá su hogar: si definitivamente no se habilitarán más espacios como el campamento o si se apostará por estructuras cada vez más integrales para la atención de los más vulnerables.

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En opinión de Rafael Piñeros, coordinador del programa de gobierno y relaciones internacionales de la Universidad Externado, la mejor manera de atenderlos es que el Distrito se la juegue por un gran albergue donde puedan ser atendidos, con un funcionamiento similar al que hoy existe para los habitantes de calle.

“Se requiere el diseño de un programa más estructural y la creación de un sitio de paso parecido al que existe para los habitantes de calle. Eso sí, con otra lógica, por un período determinado y en el que se establezcan condiciones claras de entrada y salida. ¿Qué va a pasar ahora? Se corre el riesgo de que los migrantes retornen a la calle, se tomen otros sectores y las autoridades tengan que intervenir. Un fenómeno similar al que ocurrió cuando se desplazó a toda la gente que habitaba el Bronx”, sostuvo el experto.

Para Piñeros, el campamento recién desmontado por el Distrito fue una buena medida, aunque estuvo mal implementada, pues a los vecinos del sector les impusieron el albergue temporal sin que mediara una sensibilización previa, lo que terminó por exacerbar la xenofobia contra los migrantes. Por ello instó a que los eventuales espacios que sean acondicionados se concierten con las comunidades.

A su turno, Ronal Rodríguez, investigador del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, manifestó que la primera medida que se debe adoptar les compete a los ciudadanos: no contribuir a la mendicidad de los migrantes. “No hay que incentivar a que se queden en las calles, ni en la informalidad. Como les estamos dando plata, ellos permanecen en las calles y a largo plazo es un problema, pues no se incorporan efectivamente a la sociedad”.

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De esta situación es consciente la secretaria de Integración Social, Cristina Vélez, quien llamó la atención por los casos de niños que han sido instrumentalizados para la mendicidad. Según la funcionaria, se han presentado casos en los que el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) ha tenido que intervenir.

“Los niños son prioritarios y desde el principio hemos ofrecido cupos en jardines y colegios, sin importar su situación migratoria. Tenemos la información de las familias que se van a quedar en Bogotá para poder hacerles seguimiento y vamos a empezar un trabajo muy intenso para prevenir la mendicidad infantil, porque es una forma de explotación laboral”, indicó Vélez.

Para el investigador del Observatorio de Venezuela, quien insistió en que el fenómeno migratorio seguirá creciendo a corto plazo, soluciones como los albergues son necesarias, pues cada vez es más la población que llega en complejas condiciones económicas y sociales. Sin embargo alertó que la coordinación y organización de estos sitios debe estar en la cabeza no del Distrito, sino de organizaciones no gubernamentales (ONG) o credos religiosos, que tienen más experiencia en la entrega de ayudas.

“Hay albergues de la Iglesia católica para la atención de venezolanos que están funcionando bien y no dan lugar a lo que pasó con la Alcaldía, pues tienen años de experiencia por cuenta de la atención de comunidades desplazadas”, agregó el experto.

Finalmente, descartando de tajo que se vaya a instalar un nuevo campamento y advirtiendo que nadie está preparado para la atención de un fenómeno migratorio de este calado, la gerente de los venezolanos en Bogotá, María Angélica Trujillo, manifestó que la oferta de la administración abarca medidas de carácter permanente y a largo plazo.

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“Tenemos alternativas como el Centro Integral de Atención a Migrantes, el Supercade Social de la Terminal de El Salitre o un alojamiento temporal para las 50 personas que están en mayor situación de vulnerabilidad. También queremos brindar una oferta muy amplia en asesoría, acompañamiento, remisión y oferta de servicios, que esperamos seguir ampliando de la mano de cooperación internacional”, aseguró la funcionaria.

Al margen de las propuestas e iniciativas de lado y lado, lo cierto es que el fenómeno migratorio no da tregua y tiende a crecer. Por ello será clave, no solo seguir aumentando la atención hacia esta población, sino hacer un trabajo con los capitalinos para que también contribuyan y se solidaricen con su situación.

Por -Redacción Bogotá - bogota@elespectador.com

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