Cuando todo estaba listo para comenzar la construcción del nuevo colegio José María Escrivá Balaguer, en el municipio de Chía (Cundinamarca), los encargados se llevaron una sopresa. Tras aplicar el programa de arquelogía preventiva, paso previo y obligatorio para levantar cualquier proyecto, los encargos hicieron una importante hallazgo: nuevos rastros que ratifican la presencia de muiscas y españoles en la población.
En una zona del predio, los encargado (que se encuentran en la zona desde el pasado 2 de mayo), vienen encontrando fragmentos de cerámica muisca, vidriado colonial y porcelana, que posiblemente fueron elaborados entre los años 1600 y 1900. Para facilitar el estudio, los profesinoales divieron el terreno en seis excavaciones, cinco de 2 x 2 metros y una de 20 x 3 mt. Al momento, han reunido alrededor de 1.000 trozos de diversos artículos.
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“Estos elementos son de tradición muisca y europea, porque los materiales son diferentes. Aquí hay 400 años de historia que tal vez no conocemos en detalle y esto se debe integrar al discurso de los que somos, porque son comunidades que no tienen voz en la historia”, comentó Manuel Lozano, investigador que participa en el proceso.
Para validar el descubrimiento, lo compararon con las fotos que se encuentran en el catálogo de cerámica de la Nueva Granada. A pesar de que aún no se sabe qué piezas conformaban estos trozos (para lo cual se hará posterior análisis y reconstrucción), se reconoce valor histórico, por eso, pasarán a ser parte del diseño de la Institución José María Escrivá Balaguer, donde fueron encontrados.
La arqueología preventiva es una investigación científica que busca “mejorar el conocimiento sobre la distribución de los diversos tipos de yacimientos arqueológicos”, para evitar daños ocasionados por construcciones y así proteger la información y conservación de los bienes culturales, según el Instituto Colombiano de Antropología e Historia. Además, se sustenta en la Ley 397 de 1997 y los decretos 833 de 2002 y 763 de 2009.