“Hay un nuevo mapa de riesgo del río Bogotá”: director de la CAR

Con las intervenciones al cauce del afluente, el Idiger recategorizó a medio y bajo las zonas de alto riesgo de inundación, lo que evitaría que algunos barrios tengan que ser desalojados. Considera que se debe trabajar más en concientización de la ciudadanía.

Mónica Rivera Rueda / mrivera@elespectador.com - @Yomonriver
08 de octubre de 2018 - 02:00 a. m.
Para Néstor Franco, con el nuevo mapa de riesgo no sería necesario el desalojo de cinco barrios en Suba.   / Cortesía
Para Néstor Franco, con el nuevo mapa de riesgo no sería necesario el desalojo de cinco barrios en Suba. / Cortesía

A dos años de comenzar los trabajos de ampliación de la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR) del Salitre, Néstor Franco, director de la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR), hace un balance del cumplimiento de la sentencia del Consejo de Estado, que ordenó a 46 organismos trabajar en la recuperación del río Bogotá. Mientras se avanza en obras de infraestructura para mejorar la calidad y devolverle el cauce al afluente, considera que hace falta el trabajo más difícil y es el compromiso de la ciudadanía.

¿En qué se ha avanzado en la recuperación del río Bogotá?

La descontaminación se ha logrado acelerar por la articulación interinstitucional que se logró con la sentencia del Consejo de Estado, que dio órdenes precisas a cada uno de los actores tanto públicos como privados. Además se estableció un lenguaje común al diagnosticar cuáles eran los problemas del río y se identificaron las soluciones a implementar y el rol compartido que teníamos muchas entidades.

¿Qué ha hecho la CAR?

Nuestra intervención va dirigida a garantizar la calidad del río y un mejor cauce, para que fluyan las aguas tanto en temporada seca como de invierno, por lo que se vio la necesidad de aumentar su capacidad hidráulica, con lo que no solo logramos sacarle todo el sedimento, que durante 150 años se le había depositado al río, sino que además ampliamos el cauce de 40 a 60 metros, construimos unos jarillones y se mermaron sustancialmente los riesgos de inundación a lado y lado del afluente.

¿Eso qué implicaciones tiene?

Ha conducido a que el Idiger haya expedido, recientemente, un nuevo mapa de riesgos de Bogotá, con lo que en el occidente, donde usualmente aparecía un riesgo alto por inundación, ahora sea medio o bajo. Parece algo muy sencillo, pero es trascendental para el futuro de la ciudad.

¿En qué se ha avanzado para mejorar la calidad del río?

En el caso de Bogotá, nos encargamos de la construcción de la PTAR Salitre, que pasará de tratamiento primario a secundario, con desinfección, de 4 m³ de caudal medio a 7,1 m³ y con capacidad de tratar en temporadas críticas hasta 16 m³ por segundo. En esa planta llevamos dos años en construcción y tenemos cronograma al día, e incluso tenemos tres meses de agenda adelantada, lo que nos da plena tranquilidad, porque con eso garantizamos el saneamiento de una parte de la ciudad. Por otro lado, el año pasado logramos hacer el cierre financiero de la PTAR Canoas, en la que invertimos US$500 millones, en la que se adelantan los diseños. Tendrá el doble de capacidad de la Salitre, se contratará el año entrante y su construcción iniciará en 2020 y estará lista en 2025, en siete años, con la que se garantizaría la descontaminación de la cuenca media del río Bogotá y por ende de la baja.

¿Qué se ha adelantado con el control de vertimientos al río?

Hay 47 municipios que viven a lo largo del río Bogotá, en esos estamos interviniendo más de 25 plantas de tratamiento. Entraron en operación recientemente la de Guatavita y Funza y entrarán la de Tocancipá, Mosquera, Bojacá y estamos construyendo la de Chía, Cajicá, Facatativá, Zipaquirá. Para mermar los vertimientos por conexiones erradas, el Acueducto de Bogotá trabaja para poder suspenderlas; y en el caso de los vertimientos industriales, con la Secretaría de Ambiente estamos visitando a los empresarios en el territorio para que construyan sus plantas de tratamiento y las usen antes de vertir los residuos al alcantarillado.

¿Qué harán para controlar los desechos de los ciudadanos?

Con el Ministerio de Defensa hemos desarrollado una red de monitoreo satelital para un río urbano. El río Bogotá será el primero vigilado satelitalmente, mediante un conjunto de nodos de control que nos darán control visual y térmico sobre el afluente, lo que va a ser el parque lineal y las áreas aledañas, para poder tomar las medidas necesarias contra quienes persisten en llevar basura, escombros o meter ganado al río, entre otras conductas que sean sancionables.

¿Cómo garantizar que los municipios puedan sostener las PTAR?

A los municipios se les construye u optimiza las plantas y, por mandato judicial, los mandatarios están obligados a ponerlas en operación vía tarifa. El problema es que los más pequeños no logran recuperar la inversión, por lo que hemos pedido revisar la ley 142, que regula los costos de los servicios públicos, para que les permita acudir a otras fuentes de financiación.

¿En qué van los desalojos en la ronda del río?

Desde la CAR hemos hecho dos intervenciones en El Porvenir, en Mosquera, una zona deprimida en la que logramos, después de seis años, reubicar a 120 familias. El segundo es el barrio San Nicolás, en Soacha, que hoy es ejemplo de recuperación y hay un tema pendiente, derivado de unos barrios subnormales en Suba, que deben ser reubicados por orden de una sentencia que concluyó que se encuentran en zona de alto riesgo de inundación, pero creemos que se debe solicitar su revisión, porque los riesgos en el sector cambiaron a bajos, por lo que solo habrá que hacer ajustes urbanísticos.

¿Qué temas falta por priorizar?

Nos falta lo más grande y que no está en manos solamente de la CAR y las entidades públicas y es cómo cambiar el chip ciudadano y lograr que el bogotano entienda que convive con un río y tiene que generar un cambio de conducta. Hay un enorme problema de educación ciudadana, porque hay muchos que no entendemos que al tirar un cigarrillo en la calle, aceites domésticos a través de los sifones de la cocina o pañales y preservativos por la red sanitaria, lo que hacemos es dificultar el tratamiento del río Bogotá. Es algo que debemos trabajar en llave con los medios y la ciudadanía, para que haya un cambio en la relación con el río que desconocemos, ignoramos y maltratamos.

Por Mónica Rivera Rueda / mrivera@elespectador.com - @Yomonriver

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