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Humedal: el ubérrimo rincón del planeta

Los humedales son escenario de una interacción clave para el ecosistema y la vida humana. Basta preguntar qué significa la Ciénaga Grande para 350 mil habitantes del Caribe, o la relación intrínseca con la Mojana, en el corazón de la depresión Momposina. Ni hablar de la influencia del sistema lacustre de Chingaza y Sumapaz para Bogotá.

Diego García Bejarano*
02 de febrero de 2021 - 09:07 p. m.
Humedal Córdoba, Bogotá.
Humedal Córdoba, Bogotá.
Foto: Secretaría de Ambiente

Existe un lugar único, engendrado por la naturaleza, que ofrece la mayor cantidad de servicios ambientales entre todos los ecosistemas. Se le denomina humedal. En estos espacios, donde el agua interactúa salvajemente con la tierra, se propicia todo tipo de beneficios para la vida. Solo por mencionar, estos lugares proveen alimento, control de crecientes a grandes ríos, purificación del agua, escenarios de la contemplación e investigación, recarga de aguas subterráneas, mitigación al cambio climático, biodiversidad y reservas naturales de agua, entre muchos más servicios.

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Basta con preguntar qué significa la Ciénaga Grande para los 350 mil habitantes del Caribe colombiano; o la relación intrínseca con la Mojana, en el corazón de la depresión Momposina. Para la capital y su centralidad absoluta, será imperante reiterar que su asentamiento humano depende en exclusiva del sistema lacustre de Chingaza y Sumapaz. Si vamos al Pacífico, el delta del río Baudó y la laguna de la Cocha denotan las condiciones fecundas de un sitio con privilegios ecológicos.

En el oriente del país el complejo de humedales de la estrella fluvial de Inírida, da origen a nada más y nada menos que el río Orinoco. Hacia el Eje Cafetero, otro complejo de humedales da la vida a cientos de miles de personas, que dependen de la fructuosa laguna del Otún.

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Y, obviamente, no se puede dejar de mencionar el Amazonas, la región donde el 40% del agua superficial se guarda para el país, y donde los feraces lagos de Tarapoto, colocan una pincelada magistral a esta pintura natural en la que nos tocó vivir.

Podríamos seguir un recorrido por el país, dando a conocer el humedal asociado a cada territorio, corroborando el hecho del porque nos siguen catalogando una de las zonas más ricas de la tierra. Pero la realidad es otra. Requerimos una ardua tarea de alfabetización ambiental, en un pueblo donde el analfabetismo en torno a sus riquezas naturales es generalizado, a todo nivel, y se muestra como una impronta absurda, incomprensible, que no tiene razón de ser.

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Somos el ubérrimo territorio de humedales, ríos y riqueza del mar. Somos diversidad biológica, minerales, océanos y montañas. Nos hace falta la capacidad de interpretar y comprender dónde vivimos. Ser capaces de relacionarnos con el humedal más cercano, cuidarlo, saber de él y perfilarnos individualmente como colectivo, cooperar para ser una salvaguarda del ecosistema más productivo sobre la faz.

P.D. El complejo lagunar de Fúquene, antiguamente conocida como laguna Tinjacá, recobra su importancia para la región del Valle de Ubaté. Muchas cosas están sucediendo allí. Un llamado a todos, para seguir la tarea de su restauración, resignificación ancestral y cumplimiento del plan de manejo ambiental en el humedal. Las acciones tienen su mejor intención, esperamos que pronto lo tengamos recuperado de tantas heridas propinadas. * Ambientalista.

Por Diego García Bejarano*

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