Incertidumbre alrededor de Marilyn Rojas: cinco meses desaparecida

La familia de la joven enfermera exige respuestas y celeridad por parte de la Fiscalía. El rastro de la mujer es incierto desde el 30 de noviembre de 2017. Dos días después, también se perdió la pista de su pareja sentimental, de quien quería separarse. 

-Redacción Bogotá -bogota@elespectador.com
05 de mayo de 2018 - 08:50 p. m.
Familiares y amigos de Marilyn realizaron un plantón para exigir respuestas en la investigación.  / Archivo particular
Familiares y amigos de Marilyn realizaron un plantón para exigir respuestas en la investigación. / Archivo particular

No dejan de ser inciertas las circunstancias alrededor de la desaparición de Marilyn Yulieth Rojas, una auxiliar de enfermería de 29 años, cuyo paradero es desconocido desde el pasado 30 de noviembre de 2017, cuando se desplazaba hacia su trabajo, en la Clínica La Inmaculada, en el norte de Bogotá. A partir de entonces, la incertidumbre y el desconsuelo se apoderaron de su familia y allegados. La inquietud crece, no solo por las sospechas de que haya perdido la vida y su caso escale hasta un presunto feminicidio, sino por las que consideran respuestas insuficientes por parte de las autoridades que investigan el hecho.

Es tal la ansiedad por algún indicio o pista sobre su paradero, que amigos y parientes de Marilyn se concentraron el pasado jueves frente a las instalaciones del complejo judicial de Paloquemao, en el centro de la capital, para pedir de la Fiscalía respuestas y celeridad en la indagación. 

“El silencio es total. Nos dicen que están investigando, pero no mencionan más. Que no pueden facilitarnos información”, reclama con impotencia Johana Rojas, hermana de la enfermera. “Todo el caso está a cargo de la Fiscalía 34. Hay dos investigadores asignados, pero no han dado ninguna respuesta o explicación del paradero de Marilyn”, señala por su parte Natalia Sánchez, compañera de la joven.

El rastro de Marilyn Rojas se perdió a las 5:00 de la madrugada de aquel 30 de noviembre, cuando salió de su casa en el barrio Florencia Norte (Av. Cali con calle 80), hacia la clínica. Apenas dos días después, el paradero de su pareja sentimental –Juan Carlos Góngora– también se hizo incierto. Fue visto por última vez en momentos en los que repartía volantes con la información de Marilyn. 

Lo que sería una doble tragedia, para los familiares de la enfermera es motivo de dudas y suspicacia. Creen que detrás de la desaparición de Marilyn estaría su pareja, con quien adelantaba trámites de separación y que, coinciden sus allegados, frecuentemente la celaba y la sometía, lo que habría llevado a la joven a poner un alto y terminar la relación.

“Lo único que nosotros sabemos es que no tenemos a mi hermana. Ella se quería separar, no quería seguir viviendo con la pareja. Su anhelo era irse a vivir con su hijo. La última persona que, de alguna manera, estuvo con ella ese 30 de noviembre fue él. El único que tiene que dar respuestas de dónde está mi hermana es el esposo, que fue la persona que estuvo con ella y la vio. Él desaparece el 2 de diciembre, pero siguió comunicándose  con su familia y con las mamás de sus otros hijos”, agrega Johana, quien explica que la última vez que habló con Marilyn esta le manifestó que había conseguido un lugar para donde irse a vivir con su hijo y le insistió que ya no quería vivir más con Juan Carlos. 

“El 30 de noviembre me comunicó con ella, como siempre, le escribo y no me contesta. A las 9:00 de la noche me escribe una compañera de mi hermana y me dice que no había llegado. Se me hizo muy raro porque ella es muy responsable y en su trabajo mucho más”, señala la hermana de la enfermera.

Cuenta que, desesperada, le marcó insistentemente a su celular, le escribió mensajes e incluso, decidió acudir hasta la vivienda de Juan Carlos Góngora en busca de respuestas. “Él me dijo: ‘No, ella salió temprano. Recibió una llamada y se fue. Qué raro que no me conteste’”. De acuerdo con Johana, pese al desasosiego de la situación, la actitud de su cuñado fue tranquila y pasiva. Dos días después, asegurando que se iba a ir a pegar panfletos con información de Marilyn, el hombre -quien sostenía una relación con la joven de siete años- también desapareció.

“Ellos estaban mal, en un proceso de separación. Había señales sutiles de violencia por parte de él, como celos y la necesidad de controlarla. Para nosotros es muy sospechoso que, dos días después de la desaparición de Marilyn, también se haya perdido él”, asegura Natalia Sánchez, compañera de la enfermera. “Ella nos había dicho que no quería seguir viviendo con él; que no estaba ayudando económicamente en el hogar; que estaba cansada de los celos; que él le miraba el celular. Marilyn quería darse un tiempo e irse (…) Nunca evidencié que él la maltratara físicamente, pero sí ejercía cierta tipo de dominación y manipulación”, indica por su parte Johana Rojas.

Para la familia de Marilyn, aunque se han hecho todas las solicitudes y han tocado todas las puertas de las autoridades, pareciera que la investigación no avanza y el dolor crece con el paso de los días. “Hemos intentado guardarnos muchas cosas. Ser prudentes con la información. Pero, ya es hora de que la sociedad se entere que, por acciones inadecuadas en los procesos que adelantan nuestros entes, terminan vulnerándose derechos. Me siento víctima de maltrato psicológico y emocional, porque estos entes son muy fuertes en sus discursos, en cómo te tratan y no creo ser la única. Esto pasa todos los días”, reclama Johana.

 

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