La amenaza a las aves de la Van der Hammen

Estudios han demostrado cómo las matrices urbanas afectan la población de aves. Para el caso de la reserva, científicos aseguran que la construcción de vías afectaría directamente a estas especies.

Juliana Gil Gutiérrez / jgil@elespectador.com / @juliigil
04 de junio de 2018 - 02:00 a. m.
La tingua moteada es una de las especies que habitan la reserva. / Loreta Rosselli
La tingua moteada es una de las especies que habitan la reserva. / Loreta Rosselli

Una de las razones del Distrito para solicitar la modificación de la reserva Van der Hammen es la necesidad de extender 12 vías que descongestionarán el norte de la ciudad. Y a pesar de que ha dicho que se pueden construir respetando la fauna y el medio ambiente a través de corredores seguros para los animales, los defensores de la zona protegida señalan que esto no será suficiente. Pronostican, incluso, que las especies que más sentirán los efectos de las obras serán las aves que llegan a la sabana de Bogotá.

Colombia, después de Brasil e Indonesia, es el tercer país en importancia para la conservación de las aves amenazadas, según Bird Life International. Y por una razón: entre sus montañas y bosques hay 50 especies endémicas, es decir, solo viven en este territorio. De esas, 11 se ven en la sabana de Bogotá, entre la reserva Van der Hammen y ecosistemas como el Bosque de Las Mercedes y el humedal La Conejera. A estas se suman ocho especies que son casi endémicas y están en la región.

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Esta diversidad la comprueban los estudios hechos por ornitólogos de la Universidad Nacional y la Universidad de Ciencias Aplicadas y Ambientales (UDCA). De hecho, la capital cuenta con su propia ave: la tingua bogotana, un ave pequeña, de pico naranja, largo y puntiagudo, que está en peligro. En estos datos se basan los investigadores para expresar su preocupación alrededor de los planes para intervenir la reserva.

Por eso, a pesar de que las imágenes del Distrito sobre los anunciados pasos seguros muestran avenidas con deprimidos viales, que dejarán la parte superior para crear caminos de árboles para el paso de aves, los ambientalistas destacan que por más buenas intenciones que tenga la administración, los estudios muestran que ciertas especies, como el pato de pico azul o la tingua moteada, tienen una relación negativa con cualquier obra urbanística.

Así lo destaca Loreta Rosselli, doctora en Biología de la Conservación, quien explica que las ilustraciones de la administración no corresponden al verdadero comportamiento de las aves que llegan hasta la reserva, pues los pájaros cruzan por un lugar por costumbre o por genética. Al preguntarle qué aspectos se deben tener en cuenta para no afectar a las aves, en caso de intervenir la reserva, la respuesta es clara: no se debe intervenir y resalta: “construir esas vías disminuirá el área efectiva de la reserva”.

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En un artículo publicado en la revista Acta Biológica Colombiana, la doctora Rosselli da más luces del porqué de su rechazo a la intervención de la Van der Hammen. Ella, junto a las investigadoras Susana de la Zerda y Jonathan Candil, aclara que cualquier tipo de urbanización disminuirá el hábitat de las aves, fragmentando los territorios en los que se mueven o, incluso, aislándolos. Agrega que en las zonas periurbanas, como la reserva bogotana, convergen dos grandes amenazas para las aves: la agricultura y la urbanización. Y aunque aclara que la amenaza para las aves en la sabana comenzó hace años con el cambio de bosques por cultivos, potreros y urbanizaciones, hoy la amenaza es mayor debido al crecimiento de la ciudad y de las poblaciones vecinas, que están próximas a unirse”. Pero una intervención en la Van der Hammen sería el golpe final.

Gary Stiles, el ornitólogo que más sabe de aves en Colombia, comparte esta visión. Le preocupan particularmente obras como la construcción de la ALO (que tendría 3,3 kilómetros), pues la iluminación urbana y las luces de los carros podrían convertir a esta zona en “un matadero impresionante” para las aves. Asegura que “muchas no sobrevivirán si se urbaniza”, porque cualquier obra significa una zona más hostil y la disminución de su hábitat.

Ambos científicos resaltan que el Plan de Manejo Ambiental de la Van der Hammen, adoptado en 2014, contemplaba una prioridad para el territorio y la conservación de las aves amenazadas y endémicas, así como la reforestación para mejorar la conectividad entre las áreas alrededor de la reserva. De aceptarse la propuesta de la administración, el avance que representa este documento elaborado podría quedar en el limbo y la seguridad de gran parte de la fauna que se encuentra en el norte de Bogotá estaría en veremos.

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El Espectador Bogotá

Por Juliana Gil Gutiérrez / jgil@elespectador.com / @juliigil

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