La ruta de las iglesias coloniales en el centro de la ciudad

Hubo 26 que se edificaron en Bogotá, pero muchas cayeron por culpa de los terremotos y fueron reconstruidas. Mercedes de Pacheco presenta en su libro “Historia y arte de las iglesias coloniales de Bogotá” un recorrido por su arte y arquitectura, que las han convertido en patrimonio de la ciudad.

Redacción Bogotá - Bogota@elespectador.com
24 de diciembre de 2018 - 01:37 a. m.
Alexander Marín - El Espectador
Alexander Marín - El Espectador

En los tiempos de la Colonia, a Bogotá llegaron centenares de frailes de las órdenes franciscanas, dominicas y agustinas, quienes rápidamente construyeron iglesias y conventos para inculcar la religión católica entre los habitantes.

A las grandes infraestructuras se sumaron intervenciones artísticas y religiosas inspiradas en lienzos y técnicas europeas, que se convirtieron en tesoros para la ciudad. Pero, con los años, los saqueos y, en parte, el olvido de estos lugares, gran parte de este inventario se perdió. Hoy lo que queda es de gran valor histórico para la ciudad.

De acuerdo con Mercedes Medina de Pacheco, escritora del libro Localización, historia y arte de las iglesias coloniales de Bogotá, “conocer y valorar los templos que tienen estos tesoros artísticos debería ser tan importante para nosotros como lo es para los habitantes de Europa y México. En esos países, el esfuerzo por conservar su historia no impidió su desarrollo económico. Por el contrario, ha hecho que los ciudadanos, orgullosos de sus raíces, sientan amor por lo que tienen y quieran conocerlo, conservarlo y promoverlo”.

A continuación presentamos la historia de 12 de las 25 iglesias coloniales que aún se conservan en el centro de la capital y que conservan la historia artística de los primeros años del arte religioso. Entre ellas se incluyen los santuarios de Monserrate y Guadalupe, así como la capilla del Sagrario y los conventos de San Ignacio de Loyola y Santo Domingo, que fueron fundamentales para consolidar las tres órdenes y la religión católica en la ciudad.

Catedral Primada
La estructura que se encuentra a un costado de la Plaza de Bolívar, además de ser uno de los recintos religiosos más destacados del país, ha pasado gran parte de su historia en obra. Una renovación, problemas de infraestructura y un terremoto hicieron que fuera construida cuatro veces.

Adentro se encuentran 12 capillas, un órgano barcelonés del coro, que fue construido en 1980, y un Cristo traído en la Conquista, ante el cual se dio la primera misa en 1538. Finalmente se encuentran las obras del pintor colonial Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos.

El Humilladero
Se cree que en la pequeña capilla, ubicada al lado del Chorro de Quevedo, fue donde se realizó la primera misa en la fundación de la ciudad. El pequeño recinto fue construido en la plaza San Francisco, pero por la sencillez del edificio, la Cámara de Representantes consideró la estructura sin mérito arquitectónico, por lo que ordenaron su demolición y traslado al Chorro. El lugar era frecuentado por ladrones que le tenían devoción a un antiguo calvario, que ahora está en la iglesia de La Tercera, en el que aparecen Jesús y los ladrones Dimas y Gestas, que murieron a su lado.

Santo Domingo
La iglesia y convento dominicano fue uno de los más grandes del siglo XVI, por lo que fue utilizado como centro de grandes celebraciones de la ciudad. Además, dentro del templo hay obras y esculturas que tienen gran valor histórico, como la Virgen de la Conquista, la primera que se veneró en Bogotá, y pinturas como la Virgen revistiendo a Santo Domingo, que fue hecha por Gregorio Vásquez de Arce sobre un cuadro enviado desde Roma. Algunas de estas obras fueron estropeadas por un clérigo llamado “Fray Panelas”, que sin saber quiso restaurarlas.

La Capuchina
Esta iglesia de los frailes capuchinos, una orden que se desprende de la franciscana, se convirtió en 1827 en la parroquia de San Victorino, luego de que el terremoto destruyera la zona. Durante el proceso de independencia los clérigos a cargo de la iglesia tuvieron que huir de la ciudad, luego de que Simón Bolívar les declarara la guerra a los realistas. Al quedar abandonado, el libertador lo declaró colegio para los hijos de los mártires, pero eso nunca se concretó. Desde la Colonia el templo fue considerado uno de los que cuenta con la mejor acústica en la ciudad.

Monserrate
A mediados del siglo XVII, Pedro Solís de Valenzuela se dedicó a la construcción de una ermita en la cumbre del cerro Las Nieves. Para esto ordenó traer desde España una copia de Nuestra Señora de Monserrat, patrona de los catalanes, que vivían en Santa Fe de Bogotá. A su término, los agustinos se hicieron cargo de su cuidado y luego fueron los jesuitas quienes promovieron el arte. Uno de los que intervino el templo fue el escultor Pedro Lugo de Albarracín, quien taló en madera, policromó, puso ojos de vidrio y cabello y pestañas naturales al Señor Caído de Monserrate.

Guadalupe
La inestabilidad del terreno en el cerro ha ocasionado su caída en cuatro ocasiones. La primera construcción se inició en 1656, cuando se comenzó a venerar a la Virgen de Guadalupe en el cerro. Luego se hicieron cinco intentos antes de llegar a la estructura actual, hecha durante el siglo XX. Allí se elevó 15 metros una Virgen, que se encuentra sobre el pórtico de la capilla y tiene sus brazos abiertos hacia la ciudad, en la montaña junto a Monserrate. Dentro del templo hay una Virgen tallada en madera, que representa a la Guadalupe de Extremadura.

De la Peña
La primera iglesia fue construida en bahareque y paja, en la zona donde Bernardino de León, un orfebre que estuvo detrás del oro de los indígenas, encontró tallada sobre un bloque de roca la imagen de la Virgen, San José, el Niño Jesús y un ángel. Ante el asombro por el descubrimiento, la iglesia llamada de la Peña comenzó a ser frecuentada. Tras las justas independentistas Antonio Nariño organizó una peregrinación al templo, para dar gracias por su victoria sobre las tropas federalistas durante la batalla que tuvo en la capital durante enero de 1813.

Del Carmen
La iglesia del Carmen fue concebida como un convento en el que se encargó a Pedro de Lugo, Baltasar de Vargas Figueroa y Marcos Carvajal de hacer las obras y los trabajos en las tallas dentro de la parroquia. En el gobierno de Tomás Cipriano de Mosquera, las monjas fueron expulsadas del claustro y posteriormente se convirtió en hospital militar y sede de entidades gubernamentales, por lo que perdió su carácter religioso.

El único vestigio que sobrevive de la época colonial es el camerín de madera, que sobresale de la estructura y que sirvió de capilla de El Real, así como el Señor Caído, que está en el templo Veracruz.

San Juan de Dios
La parroquia se construyó junto con el reconocido Hospital San Juan de Dios. Ambos quedaron en manos de los jesuitas, quienes llenaron el recinto con obras tanto de Gregorio Vásquez de Arce como de otros artistas, de los que se resaltan expresiones barrocas.

A pesar de que es una de las más tradicionales del centro de la ciudad, ha sido una de las más afectadas por los robos y la violencia. Parte de su valor histórico se perdió durante el Bogotazo y dos incendios posteriores provocados por un cortocircuito y por una veladora.

Hoy, gran parte de las obras han sido restauradas y la parroquia sirve como la sede de la Arquidiósesis.

Santa Inés
La iglesia sobre la carrera décima con calle novena fue concebida como un convento dominicano de clausura al que se trasladaron las monjas de la Concepción. De allí provienen las famosas pinturas de las mujeres enclaustradas en el lecho de su muerte, hechas por José Miguel Figueroa y hoy expuestas en el Museo del Banco de la República.

En el siglo XIX las monjas fueron sacadas y el lugar se convirtió en un cuartel militar y una facultad de medicina. En los años 80 el templo fue demolido para abrirle paso a la carrera décima.

Las cosas fueron trasladadas a la iglesia de San Alfonso María de Ligorio, en el barrio La Soledad.

Egipto
En el sitio donde hoy está el templo, en la época colonial, se erigió una gran cruz a la que los habitantes peregrinaban, especialmente en mayo. Luego se construyó la ermita, que le debe su nombre a un cuadro de Guevara y Troya, que se puso en el altar y el cual tenía el lema de “La huida a Egipto”. Con los años esta iglesia, donde se ubicó una sagrada familia, se convirtió en sitio de culto en Navidad. Dentro de las historias más reconocidas se encuentra la de un cuadro llamado “El Cristo del diablo” que, de acuerdo con la historia, habría sido hecho por un pintor apostador y el demonio, en modo de pago a una apuesta entre los dos.

Nuestra Señora de Belén
La capilla fue construida en El Pedragal. Al morir el fundador el templo entró en ruina y pasó al poder de un habitante de calle, que cada noche les daba posada a quienes no la tuvieran. Sin embargo, al enterarse de esto el presidente del Nuevo Reino de Granada ordenó su recuperación. En la Navidad de 1700 el arzobispo Fray Ignacio de Urbina bendijo la parroquia, por lo que, a modo de celebración, se organizaron fiestas que terminaron el 6 de enero con una cabalgata de niños disfrazados de reyes magos, lo que dio paso a una de las celebraciones más tradicionales de la ciudad: las fiestas decembrinas en los barrios Egipto y Belén.

Por Redacción Bogotá - Bogota@elespectador.com

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